C¨®mo soportar la ira de la Casa Blanca
Katharine Graham convirti¨® el conglomerado ruinoso del Washington Post en uno de los m¨¢s poderosos de EE UU
Nacida en la Quinta Avenida de Nueva York, hija de un inversor jud¨ªo de origen alsaciano que se hab¨ªa hecho repugnantemente rico invirtiendo en Bolsa, fascinada hasta la autoanulaci¨®n por la arrolladora personalidad de su marido, Phil Graham, fue el suicidio de ¨¦ste el que llev¨® a Katharine ?Graham a asumir en 1963 el legado familiar de The Wash?ington Post. No sab¨ªa nada de c¨®mo dirigirlo, igual que su padre, ?Eugene Meyer, cuando en 1933 adquiri¨® por poco m¨¢s de 800.000 d¨®lares (706.000 euros) un peri¨®dico en bancarrota, o su marido, un brillante graduado en leyes por Harvard, cuando se hizo cargo de ¨¦l en 1946.
Kay Graham narra en Una historia ?personal su vida profesional como si fuera la peripecia de alguien a quien observa desde fuera. El tormentoso final de su relaci¨®n con Phil, que antes del suicidio la hab¨ªa abandonado por un amor de ¨²ltima hora y que le hab¨ªa confesado diversas infidelidades, no le impide describir sus 20 a?os de convivencia como una historia luminosa, sin culpas retrospectivas. Y m¨¢s all¨¢ de los efectos que tuvieron las ?turbulencias maniaco-depresivas de su marido, estas memorias son tambi¨¦n un homenaje al hombre que puso al Post en posici¨®n de despegue.
La editora no reclama m¨¢s protagonismo que el de haber respaldado a sus periodistas ante los ataques de la Administraci¨®n
En 1933 era un diario ruinoso, insignificante, quinto por difusi¨®n en Washington DC, que acumulaba p¨¦rdidas a?o tras a?o. Phil Graham lo puso en la rampa de despegue en los a?os cincuenta: dobl¨® la difusi¨®n tras la compra de su competidor Times-Herald, adquiri¨® Newsweek y dos licencias locales de televisi¨®n, y la compa?¨ªa entr¨® en una senda estable de beneficios. A partir de ah¨ª, Katharine Graham lo convirti¨® en un diario de referencia a escala planetaria.
Aterrorizada sin la presencia de Phil, se propuso aprender el oficio de editora, ¨²nica mujer en un mundo de hombres. ¡°Es dif¨ªcil describir hasta qu¨¦ punto era una ignorante¡±, escribe de s¨ª misma. Pero supo rodearse de los colegas m¨¢s brillantes ?(Scotty Reston, Walter Lippmann) y contratar a periodistas que han dejado una profunda huella en la historia del periodismo, especialmente Ben Bradlee, al que nombr¨® director en 1965. Ambos protagonizaron los 20 a?os m¨¢s brillantes del peri¨®dico. Y en el ¨¢mbito empresarial cont¨® con un socio privilegiado: Warren Buffett.
Corr¨ªan los tiempos de la guerra de Vietnam. Su hijo Don se alist¨® como voluntario en el Ej¨¦rcito y fue enviado a Vietnam durante un a?o; su otro hijo, Bill, era un activo militante contra la guerra y fue detenido por manifestarse ante un centro de reclutamiento. Desde un apoyo tibio al despliegue militar de Johnson, el peri¨®dico fue derivando hacia posiciones muy cr¨ªticas, sobre todo a lo largo de 1968, un a?o crucial en el que fueron asesinados Martin Luther King y Bob Kennedy. Nixon gan¨® unas elecciones a las que Johnson decidi¨® no presentarse. Su relaci¨®n con la prensa se convirti¨® r¨¢pidamente en ¡°un campo de batalla¡±. En su opini¨®n, la mayor¨ªa silenciosa del pueblo americano apoyaba su pol¨ªtica en Vietnam, contestada solo por la prensa y una minor¨ªa ruidosa de manifestantes, concepto al que suele apelar Rajoy cuando la calle le suena adversa.
La primera gran batalla con Nixon se desarroll¨® en 1971. El 15 de junio, la compa?¨ªa hab¨ªa salido a Bolsa a un precio de 26 d¨®lares la acci¨®n, pero a Ben Bradlee le preocupaba sobre todo conseguir una copia de los papeles del Pent¨¢gono, que The New York Times hab¨ªa empezado a publicar dos d¨ªas antes y que un juez hab¨ªa suspendido cautelarmente a requerimiento del Gobierno. El Post consigui¨® finalmente una copia y tom¨® el relevo del Times, no sin un intenso debate interno que Kay resolvi¨®: ¡°Adelante, publicadlo¡±. Tras la correspondiente demanda, el Tribunal Supremo resolvi¨® a favor de la prensa. Este caso elev¨® el nivel de beligerancia de la Administraci¨®n con el Times y el Post. El insignificante diario comprado por Eugene Meyer en 1933 hab¨ªa entrado definitivamente en las ligas mayores. ¡°Por primera vez en mi vida profesional, jug¨¢bamos con los grandes¡±.
El suicidio de su marido le llev¨® a asumir en 1963 el legado familiar. ¡°Es dif¨ªcil describir hasta qu¨¦ punto era ignorante¡±, escribe
El caso Watergate ocupa dos cap¨ªtulos en las memorias de Kay Graham, sin duda los m¨¢s vibrantes, aunque cede todo el protagonismo a Bob Woodward y Carl Bernstein y a los jefes de redacci¨®n liderados por Ben Bradlee. Fue el antiguo fiscal general John Mitchell quien le dio un papel protagonista cuando respondi¨® a una llamada de Bernstein en los siguientes t¨¦rminos: ¡°?Piensas publicar esa mierda? Es todo mentira y, si se publica, Katie Graham va a pillarse las tetas en una m¨¢quina de escurrir¡±. Una frase que han inmortalizado todos los relatos del caso Watergate, incluida la pel¨ªcula Todos los hombres del presidente. Sus redactores le regalaron m¨¢s tarde dos colgantes: una m¨¢quina de escurrir y un seno de oro.
La editora del Post no reclama m¨¢s protagonismo que el de haber respaldado a sus periodistas frente a los ataques masivos de la Administraci¨®n (¡°casi siempre ten¨ªan raz¨®n¡±), en momentos en que la cotizaci¨®n en Bolsa cay¨® en picado desde 38 hasta 16 d¨®lares. ¡°Hab¨ªa soportado la ira de la Casa Blanca con anterioridad, pero nunca hab¨ªa visto nada remotamente parecido a la furia dirigida ahora hacia ?nosotros¡±. El 9 de agosto de 1974 Nixon renunciaba a la presidencia en un gesto in¨¦dito en la historia de Estados Unidos. ¡°Ten¨ªamos raz¨®n, pero ¨¦ramos afortunadamente est¨²pidos. Solo nos salv¨® de la extinci¨®n alguien lo bastante loco como para grabarse y adem¨¢s grabarse mientras hablaba de c¨®mo ocultarlo¡±.
Las memorias de Kay Graham abarcan muchas otras cuestiones: c¨®mo hizo frente al complejo de inferioridad que por su condici¨®n de mujer le hab¨ªa inocu?lado su tan admirado Phil y la larga batalla sindical de 1975-1976 que se tradujo en una huelga de casi cinco meses, con alguna batalla campal en las rotativas y el posterior suicidio de un empleado. Al t¨¦rmino del conflicto, los trabajadores blancos perdieron el monopolio del que gozaban en las artes gr¨¢ficas en una ciudad de mayor¨ªa negra.
Esta es al fin la historia de un gran peri¨®dico en los tiempos previos a Internet. Kay Graham aspiraba sobre todo a entregar el peri¨®dico a la siguiente generaci¨®n de su familia. Su hijo Don la sucedi¨®, pero no sobrevivi¨® a los nuevos desaf¨ªos tecnol¨®gicos y en 2012 vendi¨® la empresa a Jeff Bezos, creador de Amazon y uno de los grandes magnates de la econom¨ªa en red. Pero, hoy como entonces, lo importante es que siga existiendo una prensa libre, lo bastante fuerte para resistir las presiones y aun la ira del poder.
Una historia personal. Sobre c¨®mo alcanc¨¦ el periodismo en un mundo de hombres. Katharine Graham. Libros del K.O. Madrid, 2016. 23,90 euros.
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