Norma, asfixiada entre cruces
?lex Oll¨¦ inaugura la temporada de la Royal Opera House de Londres con un Bellini adaptado a las tensiones contempor¨¢neas
Si H¨¦ctor Berlioz levantara la cabeza y se enterara de c¨®mo ?lex Oll¨¦ (uno de los m¨¢s reconocidos miembros de La Fura dels Baus) encara este inicio de curso en la Royal Opera House (ROH) londinense, le echar¨ªa una bronca. El director de escena empez¨® a ganar prestigio dentro del mundo l¨ªrico tras debutar junto a los suyos con La condenaci¨®n de Fausto, uno de los t¨ªtulos bandera del compositor franc¨¦s. Fue en el Festival de Salzburgo de 1999. Aquello cambi¨® su vida y la de sus colegas fureros. Les abri¨® a un mundo en el que su lenguaje teatral, pegado al cortocircuito de los instintos y dotado de una on¨ªrica belleza asilvestrada, encajaba, parad¨®jicamente, a la perfecci¨®n.
Gerard Mortier, entonces director del festival austriaco, hab¨ªa visto lo que hab¨ªan hecho con la Atl¨¢ntida inacabada de Falla junto a Josep Pons en Granada. Decidi¨® que resultaban ideales para sacudir la cr¨¨me salzburguesa en clave demoniaca¡ Aquel Fausto de Berlioz, un mito que La Fura ha dado la vuelta despu¨¦s en el cine, en teatro y en otros lenguajes, supon¨ªa la entrada a un santuario de cuyos c¨®digos y reglas no ten¨ªan idea. Les resultaba un tanto ajena esa guardia pretoriana de Mercedes aparcados en la puerta de los teatros y los uniformes de gala pegados a sus copas de champ¨¢n en los descansos. Se antojaba el ambiente perfecto para poner todo en cuarentena a base de efectos imprevisibles, marca de la casa.
Divos y ballet para el cine
El Covent Garden va consolidando a?o tras a?o una potente oferta de ¨®pera y ballet en los cines con m¨¢s de 100 pantallas en Espa?a, por ejemplo.
?pera.?Entre los t¨ªtulos l¨ªricos de esta temporada destacan la Norma que ha montado ?lex Oll¨¦ y el Otelo que supondr¨¢ el debut en ese papel de Jonas Kaufmann en junio. En medio entran Cos¨¬ fan tutte (Mozart), Los cuentos de Hoffmann (Offenbach), Il trovatore (Verdi) y Madama Butterfly (Puccini).
Ballet. El cuerpo del Royal Ballet tiene sus citas tambi¨¦n previstas en los cines con Anastasia, El cascanueces, Woolf Works, La bella durmiente, o Jewels, de Balanchine.
La estrategia de la Royal Opera es clara, en palabras de Kasper Holten, su director art¨ªstico: "No hay nada como el teatro en vivo, pero el cine puede ser un gran suplemento".
El oscuro romance inici¨¢tico con Berlioz result¨® un ¨¦xito tal que desde entonces no han dejado de hacer ¨®pera por todo el mundo. Se han movido a sus anchas por teatros y escenarios al aire libre en ?diversos escuadrones comandados por ¨¦l y por Carlus Padrissa, preferentemente. Pero el compositor franc¨¦s ten¨ªa sus man¨ªas. Una de ellas, el bel canto. ¡°M¨²sica para italianos¡±, dec¨ªa. ¡°Un placer sensual, nada m¨¢s. Aunque para esta forma de arte, al menos muestran algo m¨¢s de respeto que por la cocina¡±.
De las palabras del m¨²sico se deriva desprecio, as¨ª que, si las vibraciones faustianas de su condena eterna le llegaron de alguna forma desde Salzburgo hasta la tumba, el hecho de que su pupilo en el rito de la ¨®pera haya elegido ahora Norma ¡ªesa cumbre del belcantismo firmada por Vincenzo Bellini¡ª para seguir la senda dos d¨¦cadas despu¨¦s no le har¨ªa ninguna gracia.
O s¨ª, depende del impacto que le causaran las 1.200 cruces desplegadas por Oll¨¦ y su escen¨®grafo, Alfons Flores, sobre las tablas y el techo del Covent Garden. Toda una pesada carga simb¨®lica de ese fanatismo secular que encarna la ¨®pera m¨¢s famosa y m¨¢s tremenda del autor rom¨¢ntico y que cantar¨¢n Sonya Yoncheva y Joseph Calleja en sus papeles principales. ¡°Nadie ha actualizado su puesta en escena en esa clave. La obra se sit¨²a en un escenario demasiado ajeno a nuestra ¨¦poca: la presencia romana en la Galia, los cultos druidas de los que la protagonista es sacerdotisa. Pero todos sus conflictos interiores resultan totalmente contempor¨¢neos y hab¨ªa que intentar colocarlos en una perspectiva actual¡±, asegura Oll¨¦.
Kasper Holten, director art¨ªstico de la ROH, ten¨ªa claro que deb¨ªa apostar por algo rupturista para justificar que la instituci¨®n volviera a montar Norma. ¡°Es un t¨ªtulo ic¨®nico que ha estado ausente de la programaci¨®n en nuestro teatro demasiado tiempo¡±. De hecho, no se ve en el Covent Garden desde 1987, aunque hubo una versi¨®n concierto en 2000. ¡°Ten¨ªamos claro que para regresar a ¨¦l necesit¨¢bamos un equipo que creara un mundo especial y afrontara el reto de adentrarse en esta atm¨®sfera de religi¨®n y sacrificio sin romantizar demasiado el pasado de los druidas¡±, a?ade Holten. ¡°?lex Oll¨¦ es uno de los directores de escena a nivel mundial con propuestas m¨¢s sorprendentes y quer¨ªamos a alguien que, encontrando claves que resuenen en nuestro presente, tampoco renunciara a ese aroma de cuento fant¨¢stico o de hadas que lleva la historia encima¡±.
Cuenta con el respaldo total del equipo en el Covent Garden, pero los nervios del estreno ¡ªel pr¨®ximo d¨ªa 12, tanto en el teatro londinense como en varios cines de todo el mundo, donde se proyectar¨¢ el d¨ªa 26¡ª inquietan a Oll¨¦ en las semanas previas de ensayos. La complicidad de Antonio Pappano, director musical de la Royal Opera House y encargado de la orquesta en este montaje, le ha tranquilizado bastante. ¡°Seg¨²n ¨¦l, hemos logrado una coherencia que se nota a ra¨ªz del avance en cada prueba¡±, comenta.
?lex Oll¨¦: ¡°El fanatismo sigue presente en nuestra sociedad, incluso va en aumento. La cerraz¨®n no decae, s¨®lo se transforma¡±
Pappano es un entusiasta de la nueva concepci¨®n furera. Dicta indicaciones a los cantantes, respeta los espacios del director de escena y conduce el galimat¨ªas del coro con paciencia. ¡°Es absolutamente respetuoso¡±, a?ade Oll¨¦, que ya debut¨® la temporada pasada en Londres con un Edipo de Enescu y se llev¨® de calle a la a veces altiva cr¨ªtica brit¨¢nica con todo lo que huela a moderno, adem¨¢s de a un p¨²blico, el del Covent Garden, que peca de demasiado conservador. Tampoco Oll¨¦ busca el aplauso cerrado. ¡°Si se produce, algo estaremos haciendo mal¡±, suelta.
Le motivan los peros. Y ya le ha perdido el miedo a los esc¨¢ndalos. Tuvo un buen maestro. El propio Mortier, valedor de La Fura en el plano internacional, buscaba en ellos una complicidad regeneradora para un arte que necesitaba otros aliados a finales del siglo XX. Oll¨¦ y sus compa?eros siguieron esa senda en varios terrenos con compositores que no han sido lo mismo despu¨¦s de que los adecuaran al siglo XXI. Fue el caso de Wagner, cuyas producciones de El anillo del Nibelungo y Parsifal se vivieron como una sana catarsis.
A ver qu¨¦ pasa ahora con El holand¨¦s errante que Oll¨¦ prepara para noviembre en el Teatro Real. ¡°En Wagner encontramos un alma gemela. Su concepci¨®n del espect¨¢culo total nos encajaba en el mejor de los sentidos¡±, recuerda Oll¨¦ durante un descanso de sus ensayos en el Covent Garden.
Si Padrissa ha encaminado su carrera hacia t¨ªtulos m¨¢s contempor¨¢neos, Oll¨¦, que tambi¨¦n los explora, encuentra un placer extra?o en dar la vuelta al repertorio. Su agenda est¨¢ llena de verdis y puccinis. La ¨®pera de Par¨ªs le encarg¨® un Trovatore en el que su visi¨®n encuadrada dentro de la I Guerra Mundial triunf¨® el a?o pasado junto a la voz de Anna Ne?trebko¡ Por sus planes han entrado o caben actualmente Un ballo in maschera o Rigo?letto (Verdi), Turandot y Madama Butterfly (Puccini), pero tambi¨¦n Peleas y Melisande (Debussy), adem¨¢s de El gran macabro, de Ligeti, y la virguer¨ªa que ha llevado a cabo con el Quartett (Luca Francesconi), que se ver¨¢ esta temporada en el Liceu¡
Para esta Norma, Oll¨¦ ha recurrido a radiografiar el fanatismo enfundado en ritos cat¨®licos, uniformes que reviven el fantasma de Pinochet o gui?os al Opus Dei en el vestuario que ha dise?ado Lluc Castells. ¡°El fanatismo sigue presente en nuestra sociedad, dir¨ªa incluso que va en aumento. En los ¨²ltimos tiempos hemos revivido aut¨¦nticas cruzadas basadas en mentiras para alimentar intereses econ¨®micos. La cerraz¨®n no decae, s¨®lo se transforma¡±.
Las perturbadoras cruces que pueblan la escena de Oll¨¦ caen encima de uno como si atendieran a una gravedad de laberintos interiores. Pero tambi¨¦n cuelgan sujetas de la opresi¨®n y a merced del extra?o placer que producen en algunos los sacrificios. A crear ese galimat¨ªas, donde los crucifijos forman hasta gigantes coronas de espinas, le ha ayudado Alfons Flores. ¡°Para m¨ª, las cruces son algo mental, no real. Significan, por una parte, la obsesi¨®n y, por otra, la confusi¨®n en que vive la protagonista¡±.
Encrucijada es una definici¨®n que le gusta. ¡°Cada espectador ver¨¢ algo distinto en funci¨®n de su propia experiencia¡±, asegura el escen¨®grafo. Figuras que juegan al escondite crom¨¢tico entre cuerpos de plata y oro. ¡°A veces forman una zarza, otras un campo de ejecutados. En la antig¨¹edad se convert¨ªan en un pat¨ªbulo, no un s¨ªmbolo religioso. El oro significa para m¨ª la recuperaci¨®n de ese s¨ªmbolo. O sea, la exaltaci¨®n de la muerte¡±.
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