La vida y la obra de Eduardo Chillida llegan al cine
La pel¨ªcula 'Chillida: lo profundo es el aire' reconstruye por boca de sus hijos la trayectoria humana y creativa del artista donostiarra
Las esculturas suenan, hay quien las escucha. Les plantan unos auriculares sobre el alabastro, la madera o el hierro y oyen su latir. Afuera el mundo sigue. Es una situaci¨®n extra?a, escuchar la piedra. Concluiremos, pues, que esas formas inertes y aparentemente muertas rumian un mundo, rumian una vida, es la vida de quien las hizo. Eduardo Chillida (San Sebasti¨¢n, 1924-2002), remero, futbolista, pelotari, donostiarra universal y explorador de dimensiones, molde¨® el espacio y el tiempo como maclas de plastilina y con eso construy¨® un mundo. Lo hizo con la terquedad del monje encerrado en su celda, solo que la celda era el estudio o la fragua. Quit¨®, desbroz¨®, descart¨® y apart¨®, en un proceso hacia la esencia que dur¨® 50 a?os. Y m¨¢s o menos de todo eso, aunque de muchas cosas m¨¢s, trata Chillida: Lo profundo es el aire, la pel¨ªcula que, retomando el t¨ªtulo del poema de Jorge Guill¨¦n, firma el director Juan Barrero.
Ni siquiera los hijos de Eduardo Chillida, verdaderos actores de lo que bien pudiera llamarse un falso documental, lo han visto todav¨ªa. ¡°La familia y la Fundaci¨®n Chillida-Belzunce nos dieron todo tipo de facilidades para rodar y en ning¨²n momento pidieron ver lo que est¨¢bamos haciendo, ni el resultado definitivo, lo que es de agradecer. Al final, Eduardo Chillida es una marca y ellos pod¨ªan haber querido controlar el contenido de la pel¨ªcula¡ pero dijeron que si a su padre alguien le hubiese pedido que ense?ara una escultura antes de concluida, ¨¦l no habr¨ªa querido¡±, cuenta Alejandro Garc¨ªa de Biku?a, productor de la pel¨ªcula.
Una parte importante de ella transcurre en Chillida-Leku, convirtiendo as¨ª en un personaje m¨¢s al propio museo, cerrado al p¨²blico desde enero de 2011. Es ah¨ª, entre las esculturas gigantes de las campas de Zabalaga, o en la casa familiar de Igueldo, o entre las paredes de un front¨®n, o en el taller de Pedro Chillida, o en las viejas im¨¢genes en s¨²per 8 de las vacaciones familiares, donde Susana, Carmen, Mar¨ªa, Guiomar, Pedro, Luis, Ignacio y Eduardo Chillida Belzunce se mueven y hablan de la figura del aita. En lo que supone una emotiva vuelta a la casa del padre ¨Cpero con sus luces y con sus sombras, sus ternuras y sus aristas: es sabido, lo no dicho al padre siempre queda como irresoluble cuenta pendiente- ellos son el tronco en torno al que van creciendo las ramas de esta historia.
Juan Barrero se dio a conocer en 2013 con su primer largo de ficci¨®n, el muy radical y rompedor La jungla interior. Tambi¨¦n aqu¨ª rompe la norma. Se dir¨ªa que su objetivo no siempre fue el mismo con respecto a Chillida: lo profundo es el aire. Puede intuirse, visto lo visto, que de un documental de artista el proyecto y su forma de ser contado evolucionaron a una pel¨ªcula de intimismos, confesiones y muchas cosas dichas y otras tantas no dichas pero s¨ª sugeridas. ¡°Sobre todo quise sacar a Chillida de la Academia, extraerlo de esa atm¨®sfera de especialistas, coleccionistas, comisarios, historiadores del arte¡ y conforme avanzaba me daba cuenta de que la pel¨ªcula se ten¨ªa que ocupar de la familia, porque esas personas manten¨ªan viv¨ªsima la sombra de este se?or. Las pel¨ªculas no se pueden impostar y acaban contagi¨¢ndose de aquello que las rodea¡±, explica el director.
Y las manos. Chillida: lo profundo es el aire es una pel¨ªcula sobre las manos. La c¨¢mara se las arregla para incrustarse en ellas una y otra vez: las manos del artista, las manos-escultura, el elogio de sus manos por parte de su hija Susana, las manos del pelotari, las manos como concepto multidimensional y la Victoria de Samotracia sin manos en ese Louvre ¡°donde aita tuvo el clic, donde todo empez¨®¡± (seg¨²n su hijo Pedro).
Por la pel¨ªcula pululan lo mismo Luis Chillida escuchando el rumor de las esculturas que la vieja amistad entre el artista donostiarra y Heidegger o Guill¨¦n, que el recuerdo de Mart¨ªn, el guard¨¦s de la finca de Zabalaga, que las inexcusables referencias art¨ªsticas de Eduardo Chillida: la escultura cl¨¢sica griega, Brancusi, Medardo Rosso¡ y los nombres de sus obras, esos t¨ªtulos de esculturas que parecen t¨ªtulos de poemas: El peine del viento, Elogio del horizonte, Yunque de sue?os, Canto ¨¢spero, Hierros de temblor¡ Lo profundo es el aire. Un artista, un ermita?o. La esencia, como evoca Juan Barrero: ¡°Manten¨ªa como una espiritualidad relacionada con el aislamiento y el silencio, con el vac¨ªo y con lo esencial, y no hay m¨¢s que ver qu¨¦ m¨²sica escuchaba y qu¨¦ poes¨ªa le¨ªa¡ Bach y San Juan de la Cruz¡ era un tipo muy r¨ªgido consigo mismo, y aplicaba a su trabajo un poco como un sistema de poda: quita, quita y quita hasta que solo quede lo esencial, y eso es una actitud ¨¦tica, es muy dif¨ªcil mantener ese rigor, esa apuesta de esencializar las cosas durante 50 a?os¡±.
De la pantalla a las p¨¢ginas del libro
Chillida: lo profundo es el aire, producida por Marmoka Films y Explora Films con el apoyo de TVE y Euskal Telebista, ser¨¢ estrenada el pr¨®ximo martes en el ciclo Zinemira del Festival de Sebasti¨¢n, que arranca hoy. La obra ha sido producida en tres formatos: uno para cine de 74 minutos (Chillida:Esku huts, Chillida manos vac¨ªas) otro para TVE de 60 (Chillida:Lo profundo es el aire, que ser¨¢ emitido esta temporada dentro del espacio Imprescindibles de La 1) y otro de 52 para las ventas a televisiones internacionales.
La pel¨ªcula de Juan Barrero tiene una prolongaci¨®n perfecta en el libro Eduardo Chillida. Escritos, que, editada al alim¨®n por La F¨¢brica y el Museo Chillida-Leku, presenta por vez primera todos los textos que salieron de la pluma del artista. Chillida reflej¨® en estos escritos sus inquietudes est¨¦ticas y filos¨®ficas y tambi¨¦n su admiraci¨®n o amistad por una larga lista de personajes, desde Gabriel Aresti hasta Joan Mir¨® pasando por Alexander Calder, P¨ªo Baroja, Joan Brossa, Juan Gris, Jos¨¦ Miguel Barandiaran, Mar¨ªa Zambrano, Mark Rothko¡
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