Andrei Tarkovski, la vida como un sue?o
Se subasta por primera vez la colecci¨®n de Polariods realizada por el cineasta durante el rodaje de Nostalgia, su pen¨²ltimo largometraje
Descubri¨® su gusto por la fotograf¨ªa, cuando un amigo, el poeta y guionista Tonino Guerra, le regal¨® una c¨¢mara Polaroid en 1977. Andrei Tarkovski (Mosc¨², 1932- Par¨ªs, 1986) era ya un consolidado director de cine, que hab¨ªa alcanzado velozmente la fama, tras conseguir el Leon de oro en Venecia, en 1962 con su primer largometraje, La infancia de Ivan. Se encontraba entonces en Bagno Vignoni, en la Toscana, por indicaci¨®n de Fellini, buscando localizaciones para el que ser¨ªa su sexto y pen¨²ltimo largometraje, Nostalgia. Poco a poco el gusto se transform¨® en casi una adicci¨®n. ¡°Tarkovski pensaba mucho sobre el paso del tiempo, y quer¨ªa conseguir una sola cosa: detenerlo-aunque solo fuera por un instante, en las im¨¢genes de la Polaroid¡±, escrib¨ªa Guerra en Instant Light, un libro que public¨® la editorial Thames & Hudson en 2006 sobre su fotograf¨ªa.
¡°Siempre llevaba su c¨¢mara con ¨¦l. Y cuando viajaba guardaba su colecci¨®n de Polaroids en su maleta. Nunca se separ¨® de ellas. Asociaba la fotograf¨ªa a la memoria¡±, se?ala Daria Chernenko, jefa del departamento de arte ruso de la casa de subastas brit¨¢nica Bonhams. El pr¨®ximo 6 de octubre saldr¨¢n a subasta un total de 257 im¨¢genes pertenecientes a la colecci¨®n del c¨¦lebre autor, realizadas entre 1979 y 1984, que hasta ahora hab¨ªan permanecido en propiedad de su hijo. Se estima que alcanzaran un total de 700,000 euros. La colecci¨®n se divide en tres grupos; las im¨¢genes realizadas para la preparaci¨®n de Nostalg¨ªa, las que tom¨® durante la filmaci¨®n en Italia y las realizadas a su vuelta a Rusia. ¡°Exist¨ªa algo en la inmediatez que le ofrec¨ªa la c¨¢mara que se adecuaba mucho a sus necesidades a la hora de buscar localizaciones. A esto se sumaba que le gustaba el color saturado, al tiempo que difuso (con un toque ligeramente retro), que otorgaba a cada una de las instant¨¢neas un aire de misterio¡±, escribe Mark Le Fanu, cr¨ªtico de cine en el cat¨¢logo editado por Bonhams.
Finalizado el rodaje, ya de regreso a Rusia, el artista continu¨® tomando im¨¢genes. Esta vez su mirada se pos¨® en los m¨¢s cercanos, en su esposa Larissa y su hijo Andrei, en Dakus, su perro; en las escenas cotidianas de su casa de campo en Myasnoe, a pocos kil¨®metros de Mosc¨², la misma que recrear¨ªa en la pel¨ªcula. ¡°Existe una curiosa peculiaridad en las im¨¢genes¡± se?ala Le Fanu. ¡°Las fotos tomadas en Italia parecen, en ocasiones, haber sido tomadas en Rusia, mientras que las tomadas en Rusia tienen algo de la alegr¨ªa, de la luminosidad, de la dulce far niente italiana¡±. En Italia a?oraba sus ra¨ªces y en Rusia a?oraba Italia y su libertad. Hab¨ªa en ellas algo premonitorio. Pronto llegar¨ªa el exilio y estas im¨¢genes de Rusia se convertir¨ªan en una preciada evocaci¨®n de su tierra para el autor.
¡°Al contrario que Solzhenitsyn y Sakharov, nunca fue un disidente expl¨ªcito: si hubiese podido quedarse en Rusia y trabajar all¨ª lo hubiese hecho con gusto¡±, destaca Le Fanu. Sin embargo, desde el estreno de Andre¨ª Rublev, su segundo largometraje, en 1969, el exilio se vislumbr¨® como un destino l¨®gico para este cineasta, cuya creatividad se impuso como una amenaza para las autoridades sovi¨¦ticas. La obra narraba la vida de un pintor de iconos, monje piadoso del siglo XV e hizo saltar las alarmas del aparato represor sovi¨¦tico por su supuesta alabanza de los valores cristianos, mientras recib¨ªa las alabanzas de la cr¨ªtica europea, siendo premiada en Cannes.
Durante el rodaje de Nostalgia, Tarkosvki se planteaba ya definitivamente su exilio, mientras hac¨ªa frente a las ya constantes e innumerables trabas a las que le somet¨ªa la burocracia sovi¨¦tica, algo que se hab¨ªa convertido en habitual en cada una de los pel¨ªculas. Al tiempo sent¨ªa la misma melancol¨ªa que el protagonista de la pel¨ªcula ¨C un music¨®logo ruso, que viaja a Italia a investigar la vida de un compositor llamado Sosnovsky, inspirado en el m¨²sico ucraniano Maksym Berezvsky. La libertad lleg¨®, pero ten¨ªa un precio. El cineasta abandon¨® definitivamente su patria, en 1984, junto a su mujer. Su hijo permaneci¨® en Rusia retenido. Solamente volver¨ªan a verse en v¨ªsperas de la prematura muerte del autor, v¨ªctima de un c¨¢ncer de pulm¨®n, dos a?os m¨¢s tarde. Dejaba tras s¨ª siete largometrajes.
¡°Su verdadero don eran sus ojos y su perfeccionismo¡±, reconoc¨ªa su hijo Andrei. ¡°Desechaba cualquier instant¨¢nea que no estuviera a la altura de sus extremadamente altas exigencias art¨ªsticas¡±. Difusas como los recuerdos, t¨¦cnicamente imperfectas, las Polaroids de Tarkovski representan un precioso complemento a su obra cinematogr¨¢fica e inciden en su b¨²squeda del aquello que se aleja de la l¨®gica objetiva. Nos hablan del significado de la vida a trav¨¦s del sue?o y de la memoria. ¡°Invent¨® un nuevo lenguaje, fiel a la naturaleza del cine, capturando la vida como una reflejo, la vida como un sue?o¡±, dir¨ªa de ¨¦l Ingmar Bergman.
¡°La melancol¨ªa de ver las cosas por ¨²ltima vez es el mayor misterio y la esencia po¨¦tica que estas im¨¢genes nos dejan. Es como si Andrei quisiera transmitir r¨¢pido a los dem¨¢s su propio disfrute. Y estos se sienten como en una cari?osa despedida", escrib¨ªa Guerra en Instant Light.
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