¡°Hoy sin duda hay literatura buena, pero muy poca realmente grande¡±
Roberto Calasso reclama mayor ambici¨®n en la escritura al recoger el Premio Formentor de las Letras 2016
El escritor y editor Roberto Calasso (Florencia, 1941), uno de los grandes nombres de la cultura europea, el alma de Adelphi, observa el panorama literario actual con la mirada del halc¨®n que este mediod¨ªa se cern¨ªa sobre la bah¨ªa de azogue de Formentor, entre la gracia del cielo, escudri?ando el paisaje con ojo certero. ¡°Se dir¨ªa que la literatura ha entrado en una fase de latencia, en los ¨²ltimos cincuenta a?os se ha estrechado¡±, juzga. ¡°Es dif¨ªcil encontrar sorpresas. Sin duda hay cosas buenas, pero pocas son realmente grandes¡±. ?Falta ambici¨®n? ¡°S¨ª, cuando miro la literatura hasta los a?os setenta veo que era algo ligado a una ambici¨®n enorme, ahora eso no es ya lo usual, evidentemente¡±.
Calasso, que propone ¡°como ¨²nica estrella polar¡± para valorar la excelencia ¡°el shock que se siente cuando la percepci¨®n de una obra de arte se vuelve una experiencia esencial¡±, ha recogido esta tarde el prestigioso Premio Formentor de las Letras, que han ganado antes que ¨¦l Carlos Fuentes, Juan Goytisolo, Javier Mar¨ªas, Enrique Vila Matas y Ricardo Piglia, y que contin¨²a en el mismo bendecido lugar la tradici¨®n del Prix Internacional des ¨¦diteurs y el Prix Formenteor, desde 1961. Lo ha recogido de manos de un jurado formado por Basilio Baltasar, Victoria Cirlot, Francisco Ferrer Ler¨ªn, Ram¨®n Andr¨¦s y Vicente Verd¨², que ha destacado ¡°la belleza literaria, el rigor conceptual y la intuici¨®n po¨¦tica¡± de su obra, con un discurso en el que no ha dejado de lamentar que ¡°los objetivos desmesurados que eran tan comunes a escritores tan opuestos como Musil y Joyce no parecen estar hoy de actualidad¡±, e incluso ¡°se han desvanecido¡±.
Ninguno de sus lectores, lectores de La ruina de Kasch, de Las bodas de Cadmo y Harmonia, de Ka, de K., de El rosa Tiepolo, de La folie Baudelaire, dudar¨¢ de que el propio Calasso es autor de objetivos desmesurados y, s¨ª, de grandeza. Hombre capaz de mostrar la relaci¨®n especular entre la India v¨¦dica y la Grecia arcaica -con sus historias de coitos m¨²ltiples y metamorfosis-, de se?alar los parecidos entre Helena de Troya y la Tara de los Veda (¡°Terrible resulta la mujer del brahm¨¢n si es raptada¡±), de apuntar sin que le tiemble el pulso que los terroristas isl¨¢micos ejercen la devotio romana, de trazar la relaci¨®n entre la carro?a de Baudelaire y el cuarto kanda del Satapatha Brahmana, de decir tantas y tan bellas cosas sobre las indelebles ra¨ªces de nuestra cultura, Calasso transita senderos por los que uno solo se encuentra a gente como Dum¨¦zil, Mauss, Robert Graves, Borges o el viejo Frazer. Su obra, inclasificable ¨Calguien ha dicho que habr¨ªa que crear un g¨¦nero solo para ¨¦l-, enciclop¨¦dica, de una vastedad y profundidad asombrosa, con un conocimiento de la literatura y las mitograf¨ªas que rozan lo sobrehumano ¨Caprendi¨® s¨¢nscrito por s¨ª mismo para profundizar en el pensamiento de los grandes textos sagrados acu?ados en la India, del Rigveda al Mahabharata-, y a la vez dotada de rara altura po¨¦tica, se expresa especialmente en ocho libros que, como los ladrillos del altar de fuego v¨¦dico sostienen una gloriosa e incandescente ofrenda a la inteligencia.
¡°Los dioses temen el conocimiento de los hombres¡±, escribe en su ¨²ltimo libro publicado en Espa?a (por Anagrama, como los otros), El ardor -una reivindicaci¨®n apasionada de ¡°la tremenda vivacidad de los textos v¨¦dicos¡±- . Sin duda temen el suyo. Calasso, pese a sus tirantes y una mundana pasi¨®n por Marlon Brando, intimida. Puede resultar impaciente, evasivo, herm¨¦tico. Incluso desconcertante. Entrevistarlo es entrar en un jard¨ªn lleno de bifurcaciones inesperadas, interconexiones sorprendentes (Frobenius y Talleyrand) y callejones sin salida. ?l te dir¨¢, citando los Brahmana que ¡°los dioses, en efecto, aman el secreto y se oponen a todo lo que es evidente¡±. ?Neo-gn¨®stico? ¡°Gnosticismo quiere solo decir que se da privilegio al conocimiento¡±. Suspira impaciente ¨Cy uno se estremece- cuando se le pregunta sobre el sacrificio, al cabo el tema que empapa el medio millar de p¨¢ginas de El ardor. ¡°No hay nada m¨¢s dif¨ªcil de entender que el sacrificio, en el que ofreces y destruyes, y que nos hace enfrentarnos a lo desconocido. No hay teor¨ªa que consiga comprender el fen¨®meno en su totalidad. La sociedad secular lo malinterpreta, lo reduce. Volver a percibirlo en su realidad supondr¨ªa un cambio radical. Lo esencial es que la sociedad secular solo tiene como referencia a ella misma¡±.
Al preguntarle sobre la dicotom¨ªa ensayo/ narrativa, en el coraz¨®n mismo de su obra, se encoge de hombros. ¡°Me es indiferente c¨®mo se me clasifique. Me parece una p¨¦rdida de tiempo. Nada excluye lo otro, para m¨ª no existe ese problema, ser¨ªa absurdo considerar que solo hay una direcci¨®n. Yo lo veo como narraciones unidas y pensamientos, formas que atraviesan mundos hist¨®ricos. La literatura lo comprende todo. Lo importante es la calidad¡±. Tampoco le parece que haya inconveniente alguno en ejercer dos oficios como son los de autor y editor. Le quita importancia a su maniobra para hurtar la manteca de Adelphi a la voracidad de Berlusconi cuando Mondadori adquiri¨® Rizzoli. Calasso reconoce haber robado solo un libro en su vida, una edici¨®n de Las flores del mal que le birl¨® de ni?o a su abuelo. Lo normal en un chico cuya madre traduc¨ªa a P¨ªndaro y cuyo padre y abuelo eran profesores universitarios y compulsivos bibli¨®filos.
El t¨ªtulo de El ardor, confiesa, incluye un gui?o a su admirado Nabokov, ¡°pero se refiere a esa palabra v¨¦dica esencial en s¨¢nscrito, tapas, el ardor: para saber, en la doctrina v¨¦dica, es necesario literalmente arder, un fervor feliz que tiene hermos¨ªsimas connotaciones po¨¦ticas. Calasso se declara preso del ¡°Parten¨®n de palabras¡± de la civilizaci¨®n v¨¦dica desde muy joven. ¡°A los 16 o 17 a?os, sent¨ª que all¨ª, en las Upanisad, en la Bhagvad Gita, hab¨ªa algo que no encontraba en otro sitio¡±. Con las 14 entradas de ¡°sexo¡± que recoge el ¨ªndice de El ardor, se sigue un itinerario especial en el libro. ¡°En realidad no, todo est¨¢ ligado, incluso el Kamasutra y el tantrismo, hay una conexi¨®n continua con el poder generador del sexo. La relaci¨®n mente-palabra presenta tambi¨¦n un componente sexual¡±. Le se?alo el contraste entre la retenci¨®n seminal del tantrismo y el desparrame v¨¦dico, pero ya estamos en otra cosa. ¡°El ojo m¨ªtico del que hablaba Nietzsche se ha perdido un poco porque ha sido banalizado, hay que ver las historias estrobosc¨®picamente¡±. Los mitos (y Mallorca) nos llevan a Graves. ¡°Yo publiqu¨¦ su La diosa blanca y ahora editar¨¦ sus famosas memorias de la I Guerra Mundial (Adi¨®s a todo eso). Hace a?os fui a Dei¨¤ a ver su tumba. Ten¨ªa un sentido de todo de lo que hablamos, conoc¨ªa las fuentes. Pero en Los mitos griegos, se equivoca¡±.
La identidad del Soma, central en los ritos, es otro de los misterios que atraviesan el mundo v¨¦dico. ¡°No sabemos qu¨¦ era, una bebida intoxicante, seguramente, pero desconocemos cu¨¢l¡±. Se muestra condescendiente con Peter Brook. ¡°entendi¨® tantas cosas en su Mahabharata, da una evidencia f¨ªsica¡ pero en realidad es mucho m¨¢s complicado. Como se dice en la India, todo lo que hay en el mundo est¨¢ en el Mahabharata, y si no lo encuentras ah¨ª, no est¨¢ en ning¨²n sitio¡±.
El fantasma de Patrick Leigh Fermor
La entrega del premio Formentor a Calasso coincide con los tradicionales encuentros literarios en el hotel del mismo nombre que este a?o est¨¢n dedicados a los fantasmas. Esto est¨¢ lleno de ellos, desde el de Churchill, que en 1935 ocup¨® la habitaci¨®n 222 hasta el del mism¨ªsimo Franco, que ya es espectro, pasando por los de Chaplin, Grace Kelly o Peter Ustinov, gente toda que se aloj¨® aqu¨ª. Ayer Calasso, en la entrevista, conjur¨® otro inesperado. El h¨¦roe de guerra (secuestro a un general alem¨¢n en Creta) y escritor Patrick Leigh Fermor , el a?orado Paddy, no estuvo nunca en Formentor, que sepamos, pero Calasso lo visit¨® en su casa en otro lugar maravilloso del Mediterr¨¢neo, Kardamili, en Mani, en el Peloponeso. "Lo conoc¨ª a trav¨¦s de Bruce Chatwin, he escrito en su casa. Le he publicado El tiempo de los regalos y otras obras". Calasso revela tener tambi¨¦n a la espalda una historia de acci¨®n y resistencia contra los nazis. Su padre, profesor de historia antifascista, fue detenido en 1944 como reh¨¦n tras un atentado de los partisanos en Florencia. Lo iban a fusilar, pero se salv¨® por chiripa ¨Cotro de los rehenes hab¨ªa hecho de gu¨ªa a Hitler en los Uffizi-, gracias a la intercesi¨®n del c¨®nsul alem¨¢n Gerhard Wolf. Seguramente Apolo Lycegenes , el Apolo licio vinculado al lobo, velaba por la familia¡
Babelia
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