El novio de la muerte, y la doncella

El casamiento enga?oso, como falsilla para componer una comedia dram¨¢tica de nuevo cu?o, en la que aletea el esp¨ªritu de esta novela ejemplar. Campuzano, su protagonista, alf¨¦rez de los Tercios de Flandes venido a menos, se reencarna en la figura de un exlegionario en la obra de Jos¨¦ Padilla, y el licenciado Peralta, encargado de tirarle de la lengua, aparece transfigurado en antigua compa?era de filas.

En vez de en Valladolid, Peralta y Campuzano se reencuentran en un bar de carretera, abierto las 24 horas: la trama cervantina, vertida en el escenario de una road movie; el aguafuerte a?ejo, reeditado a todo color. El autor y director canario distribuye la acci¨®n en diez escenas retrospectivas, que acaban en alto casi todas, evocadas desde un pr¨®logo y rematadas por un ep¨ªlogo, sim¨¦tricos. Su escritura, ¨¢gil y fresca, se sirve en alg¨²n momento con guarnici¨®n de textos cervantinos, incluida una bien calzada cita del cap¨ªtulo XIII del Quijote, donde el Ingenioso Hidalgo se proclama ministro de Dios y ejecutor esforzado de la justicia divina.

Padilla se ha rodeado de buenos actores. Samuel Viyuela le imprime al protagonista vigor, reflejos y reactividad qu¨ªmica, especialmente en presencia del g¨¦nero femenino: que se quede prendado de la Estefan¨ªa que con tant¨ªsimo encanto encarna Elisabet Altube, nos parece de lo m¨¢s natural, incluso antes de que la actriz, sentada sobre una silla a horcajadas, parezca por unos instantes una sugestiva versi¨®n mediterr¨¢nea de Marlene Dietrich. En la manera picada en la que Viyuela encarna su papel, algo hay que recuerda al trabajo de Ra¨²l Prieto, y en la mezcla de dulzura y determinaci¨®n de Altube, un eco del quehacer interpretativo de Montse D¨ªez.

Diego Toucedo consigue, en el colof¨®n, imprimirle cierta verdad al estereotipo inexorable del pobre mendicante. Nerea Moreno tiene hechuras y car¨¢cter de mujer de armas tomar (literalmente), pulida en experiencias laborales posteriores, y fuerza moral bastante como para hacer del todo suyo el soberbio mon¨®logo quijotesco.

El vestuario de Sandra Espinosa es favorecedor, en los papeles donde debe serlo. Sugestivo y al hilo de la acci¨®n, el suelo dibujado por Eduardo Moreno. Al cabo (no sigan leyendo si no quieren que les destripe nada), Perra vida se distancia de El casamiento enga?oso, y m¨¢s que contar la f¨¢bula del enga?ador enga?ado, dramatiza la de la dulce vampiresa y el ingenuo enamorado.