La pasi¨®n por el detalle del cronista Gabo
Luzangela Arteaga, la periodista que colabor¨® con el Nobel en la reporter¨ªa de ¡®Noticia de un secuestro¡¯, recuerda el proceso del libro a los 20 a?os de su publicaci¨®n
Dar¨ªo Arizmendi, por aquel entonces y todav¨ªa hoy director de 6AM, de Caracol Radio, cogi¨® a una ni siquiera treinta?era Luzangela Arteaga, la retir¨® de la cabina del programa y le solt¨® sin m¨¢s miramientos: ¡°Yo soy muy amigo de Gabo, est¨¢ preparando algo especial, no s¨¦ qu¨¦, pero me pidi¨® a una persona detallista, reservada, alguien especial. He pensado en ti. Te vas ma?ana para Cartagena¡±.
-As¨ª, con un golpe seco, entr¨® en mi vida el maestro.
Arteaga recuerda, en una tarde del eterno oto?o bogotano, ya con 51 a?os, c¨®mo lleg¨® a la ciudad del Caribe colombiano, marc¨® al tel¨¦fono que le hab¨ªa dado Arizmendi y se dirigi¨® a la casa ¡°absolutamente blanca¡± de Garc¨ªa M¨¢rquez. Aquel d¨ªa se encontr¨® con alguien ¡°muy serio, anal¨ªtico, enteramente diferente a lo que fue en adelante¡±. El Nobel colombiano le invit¨® a seguir y directamente se sentaron en una mesa de trabajo: ¡°Mira, en esto estoy trabajando¡±, le vino a decir antes de leerle lo que ser¨ªa el esbozo del primer cap¨ªtulo de su pr¨®xima obra, Noticia de un secuestro, de cuya publicaci¨®n este a?o se cumplen 20 a?os. En los siguientes dos a?os, Arteaga ser¨ªa la sombra en la reporter¨ªa con la que Gabo regresaba al periodismo.
Maruja Pach¨®n y su marido, Alberto Villamizar, le hab¨ªan propuesto a Garc¨ªa M¨¢rquez escribir un libro a partir de la experiencia de ella durante su secuestro de seis meses dos a?os atr¨¢s. El escritor ten¨ªa bien avanzado el primer borrador cuando se percat¨®, como cuenta en la introducci¨®n de la cr¨®nica, que no ten¨ªa sentido desvincular aquel rapto de otros nueve que ocurrieron por aquel entonces en una Colombia azotada por el narcotr¨¢fico y supeditada a los desmanes de Pablo Escobar, personaje impl¨ªcito en toda la obra.
Es en ese instante cuando el papel de Arteaga, muy cauta a la hora de hablar del libro en estos 20 a?os, adquiere un papel fundamental. ¡°Aquel d¨ªa en su casa me cont¨® los detalles interminables que quer¨ªa corroborar¡±, recuerda la periodista. ¡°Para ¨¦l, fue un regalo maravilloso que todos los protagonistas de algo tan espantoso abriesen su coraz¨®n y se lo entregaran¡±. Pero no era suficiente. Gabo quer¨ªa m¨¢s. ¡°Necesitaba ambientar lo que le contaban, lo de afuera, confirmar hasta el ¨²ltimo detalle, saber cu¨¢nto fr¨ªo hac¨ªa, los sem¨¢foros que hab¨ªa, las balas que disparaban, quer¨ªa saberlo absolutamente todo. Esa fue mi tarea durante los dos a?os siguientes¡±.
Despu¨¦s de hacer interminables entrevistas, donde Gabo, como recuerda Maruja Pach¨®n, iba y ven¨ªa para sonsacar cada uno de los detalles a los personajes, su prima hermana y secretaria privada, Margarita, transcrib¨ªa las horas de grabaci¨®n. Despu¨¦s, se reun¨ªa con Arteaga: ¡°Un encuentro con el maestro era sin¨®nimo de tarea para dos meses¡±. Ambos se sentaban a revisar los apuntes sobre la transcripci¨®n, a hablar de los escenarios. De los detalles. Siempre los detalles. Fue ah¨ª cuando Arteaga se percat¨® de la grandeza del Nobel. ¡°No hab¨ªa espacio para la duda y si la hab¨ªa, segu¨ªamos hasta verificarlo. Si no lo consegu¨ªamos, no se inclu¨ªa¡±.
La minuciosidad de Gabo no ten¨ªa l¨ªmites. ¡°Quer¨ªa ir a la casita donde llevaron a Maruja y a Beatriz, quer¨ªa entrar al ba?o¡ O meterse en el carro donde las sacaron para trasladarlas al lugar en el que se encontraron con Marina. Le hab¨ªan contado, como refleja en el libro, que pod¨ªan respirar y ver un poquito. ?l quer¨ªa saber hasta d¨®nde. Busqu¨¦ durante dos a?os el carro pero fue imposible¡±, rememora Arteaga. Aunque ahora r¨ªe, fue un trabajo exhaustivo de comprobaci¨®n, de empe?arse a fondo. ¡°Viv¨ªa con la angustia de no tener ninguna imprecisi¨®n, tuve el cuidado de que todo lo que le ense?aba lo acompa?aba con un documento¡±, relata, mientras ense?a una muestra de los papeles que a¨²n conserva: recortes de peri¨®dicos, de revistas, documentos, derechos de petici¨®n¡ No todas se usar¨ªan. Algunas eran por mera curiosidad, como los res¨²menes que le tuvo que hacer de las novelas que ve¨ªa Pacho Santos, exvicepresidente de Colombia, durante su cautiverio.
Durante esos dos a?os, la joven Arteaga no pod¨ªa contar nada a sus compa?eros de profesi¨®n, a los que escudri?aba con algunos detalles como si se trataran de inocentes preguntas de periodista inquieta.
Las jornadas de trabajo presenciales con Gabo ten¨ªan hora de inicio pero nunca se sab¨ªa cu¨¢ndo acababan. A medida que el libro se concretaba y la confianza entre ambos iba a m¨¢s, los sobresaltos pod¨ªan llegar en cualquier momento. Arteaga dejaba todo lo que estaba haciendo, como aquel domingo que se pas¨® pegada al tel¨¦fono despu¨¦s de dar de almorzar a sus hijas hasta bien entrada la noche. ¡°Me llam¨® desde M¨¦xico, hab¨ªa estado hablando con Beatriz y le hab¨ªa contado el detalle del perfume que le hab¨ªa regalado uno de sus secuestrados y que le hab¨ªa dicho 'mi amor'. Estaba completamente indignado. Vivi¨® tan intensamente lo que escuch¨® de sus protagonistas, lo llev¨® tan adentro que sinti¨® la misma ira y frustraci¨®n¡±.
Han pasado dos d¨¦cadas y Arteaga ha vuelto a desempolvar la ingente documentaci¨®n que guarda de entonces. Hablar¨¢ de ello el pr¨®ximo jueves en Medell¨ªn, durante los premios que organiza la Fundaci¨®n Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, creada por el escritor. Ser¨¢ una forma de celebrar el vig¨¦simo aniversario de la cr¨®nica que ley¨® por primera vez ante un grupo de estudiantes de la Escuela de EL PA?S, en Madrid. Aquellos dos a?os fueron una lecci¨®n de periodismo que Arteaga nunca olvidar¨¢. Como tampoco lo har¨¢ uno de sus ¨²ltimos encuentros con Gabo. Al poco de publicarse Noticia de un secuestro, Dar¨ªo Arizmendi supo que el escritor y periodista se encontraba a punto de coger un vuelo. ¡°Ve al aeropuerto y le haces una entrevista¡±. Arteaga lleg¨®, se salud¨® cari?osamente con Gabo y le cont¨® la encomienda:
¡ªUy, yo no le voy a contestar a usted m¨¢s preguntas, le dijo entre risas.
¡ªMaestro, al menos no me puede culpar por intentarlo.
¡ªNo, le hubiese culpado si no lo hubieses hecho.
Una fiesta de historias
Una fiesta de historias para mentes curiosas es el lema de la cuarta edici¨®n de los Premios Garc¨ªa M¨¢rquez que organiza, desde este jueves y hasta el s¨¢bado, la fundaci¨®n que cre¨® el Nobel colombiano, con sede en Cartagena e inspirada en la Escuela de Periodismo UAM/EL PA?S. En la recta final del plebiscito que supondr¨¢ un punto de inflexi¨®n en la historia reciente de Colombia, el periodismo absorber¨¢ durante tres d¨ªas la segunda ciudad del pa¨ªs. Martin Baron, director del Washington Post, ocupa el lugar m¨¢s privilegiado entre los invitados, que hablar¨¢n, obviamente, de paz, pero tambi¨¦n de m¨²sica, literatura y periodismo latinoamericano. EL PA?S, con motivo de sus 40 a?os, contar¨¢ con un stand, proyectar¨¢ el documental sobre el 23-F y ofrecer¨¢ varios talleres de periodismo en las escuelas.
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