Espa?oles todos
En el documental 'Manda huevos', Diego Gal¨¢n nos cuenta cu¨¢l fue el modelo de hombre espa?ol
A m¨ª me gusta que las personas me lleven a su terreno. El m¨ªo me aburre. Lo tengo muy trillado. Pero me cautivan esas personas de costumbres tozudas, que tienen derecho a mesa en el restaurante de la esquina. Ya lo dec¨ªa Antonio Gamero, como fuera de casa en ninguna parte. Diego Gal¨¢n come casi a diario en el restaurante de enfrente de su domicilio, La Francisca, ¡°porque hay que salir¡±, dice, y con esa poderosa excusa ocupa una mesa que deber¨ªa llevar, como hacen en los restaurantes americanos, una placa con su nombre. La simp¨¢tica posadera me recomienda unas alb¨®ndigas ¡°Mar y Tierra¡±, carne con salsa deliciosa de chipirones, receta que le dej¨® en herencia V¨¢zquez Montalb¨¢n, y entonces pienso yo, tendente a figurarme coincidencias m¨¢gicas, que todo cuadra, hasta esta comida que nos trae de pronto la figura de quien tan importante fue en el periodismo en el que creci¨® el joven Diego.
Una vez le llam¨¦ cr¨ªtico y me reprendi¨®, porque no ejerce como tal desde que en un Festival de Venecia los susodichos patearon la pel¨ªcula La Luna, de Bertolucci. Y es que Gal¨¢n no es hombre de pateo sino de ver las pel¨ªculas para entender el mundo, el del pasado y el de ahora. En estos dos ¨²ltimos a?os se habr¨¢ zampado unas 3.000 de cine espa?ol. 3.000, s¨ª, lo ha entendido usted bien. Debe acumular en ese domicilio que tenemos frente a la ventana m¨¢s de 5.000. As¨ª que le defino como empoll¨®n, rat¨®n de filmoteca, porque periodista se le queda corto. De ese tremendo visionado escogi¨® 200 t¨ªtulos para construir el documental Manda huevos, y a trav¨¦s de fragmentos inauditos de estas pel¨ªculas que van del a?o 41 a 2014, nos cuenta cu¨¢l fue el modelo de hombre espa?ol, las obsesiones testoster¨®nicas, la esencia del macho, esa casposidad patria que nos provoca a veces incomodidad, casi siempre risa. Aunque el autor diga no entender nuestras risas porque la pel¨ªcula es tr¨¢gica.
Tiene en la cabeza este hombre nuestro cine y dice amarlo, amar lo bueno y lo malo, porque lo malo nos define, tal y como vemos en su documental, a menudo con m¨¢s tino que lo sublime. Fuimos, en gran parte, como esos desgraciados que sal¨ªan en las pel¨ªculas espa?olas: machistas, desconsiderados, gritones, estrechas, salidos, ignorantes, tiernos, beatos, p¨ªcaros. Es posible que no aguant¨¢ramos la visi¨®n de una pel¨ªcula entera, pero los fragmentos elegidos son oro puro: ?cu¨¢nta incorrecci¨®n pol¨ªtica! Solo por el morbo de escuchar lo que ya no puede decirse merece la pena. Y hay di¨¢logos que parecen puro Mihura. Vemos, por ejemplo, a una mujer elegante en el mercado y un gran revuelo a su alrededor. Una clienta le pregunta a Rafaela Aparicio:
¡ª?Qu¨¦ est¨¢ pasando?
¡ªEsa mujer, que est¨¢ comprando carne.
¡ªSer¨¢ americana.
De la ¨¦poca militar, patri¨®tica y beata de la posguerra pasamos a la locura del destape, donde las mujeres se dividen en dos: las leg¨ªtimas, estrechas y desconfiadas, y las otras, las que se bajan las bragas ante un macho como Dios manda: Pajares, Esteso, Juanito Navarro, Jes¨²s Puente... Lo normal. Da verg¨¹enza, pero tambi¨¦n da risa. Y es admirable c¨®mo Gal¨¢n encuentra la raz¨®n de ser a cada director, por mucho que sus pel¨ªculas sean infumables. De Ozores dice que tiene un valor sociol¨®gico: inspirado por cada acontecimiento que ocurr¨ªa en Espa?a, don Mariano respond¨ªa de inmediato con un largo. Del divorcio al aborto todo pas¨® por su c¨¢mara.
Pero Diego siempre salva a los c¨®micos del desastre, porque a la vista est¨¢ que los t¨¦cnicos y los c¨®micos eran estupendos. ?l retrat¨® a muchos de ellos en la serie de TVE Queridos C¨®micos, que por un l¨ªo de derechos anda guardada en un caj¨®n, justo en esta ¨¦poca en que la tele p¨²blica nos castiga con reposiciones insufribles. La serie de Gal¨¢n cuenta con 23 cap¨ªtulos dedicados a grandes de nuestro cine que nos encantar¨ªa volver a ver y que, si fuera presentada con cari?o, ser¨ªa un descubrimiento para esos j¨®venes que desconocen la presencia y la historia de Emma Penella, Alberto Closas, Fernando Rey, Imperio Argentina, Pepe Sacrist¨¢n, Amparo Rivelles, L¨®pez V¨¢zquez, Alfredo Landa, o nuestro querido Fern¨¢n G¨®mez, para el que siempre tenemos un recuerdo y un silencio en la conversaci¨®n. Se fue Emma Cohen sin hacer ruido, mujer tan libre como discreta, de la que conservamos su mirada penetrante y esa risa que sonaba como cuando un jarr¨®n de porcelana se rompe en mil pedazos.
Tiene una an¨¦cdota Diego que le define. Su tutor profesional, Haro Tecglen, le encarg¨® para la revista Triunfo (a?os setenta) una entrevista con Jos¨¦ Mar¨ªa Pem¨¢n. Al cabo de tres meses, Haro le pregunta al joven Gal¨¢n por la pieza, y este le dice: ¡°es que primero me estoy estudiando su obra¡±.
A estudiar ha dedicado su vida, a certificar como un artesano de qu¨¦ manera el cine nos ha retratado. Pueden ver el documental a partir del d¨ªa 30. Y aunque el autor nos advierta de que es una pel¨ªcula tr¨¢gica, yo les aseguro que se van a re¨ªr.
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