Annie Ernaux: ¡°Escribir no sirve si no se llega al fondo de la verdad¡±
La escritora francesa publica 'Memoria de chica', obra en la que reconstruye el verano en el que perdi¨® la virginidad en la Francia puritana de 1958
A punto de cumplir 18 a?os, Annie Ernaux (Lillebonne, Francia, 1940) se alej¨® por primera vez de sus padres, modestos tenderos normandos, para trabajar como monitora en un campamento. Nunca ha dejado de pensar en aquel verano, porque en ¨¦l aconteci¨® una de las experiencias m¨¢s cruciales de su vida: nada m¨¢s llegar, perdi¨® la virginidad. Vivi¨® su primer amor y su primer rechazo. Y termin¨® lanz¨¢ndose a los brazos de otros chicos, por lo que fue tratada ¡°como una puta¡±, entre otras vejaciones. La leyenda corri¨® como la p¨®lvora. Hasta tal punto que, el verano siguiente, el campamento prefiri¨® no renovar su contrato.
Ernaux intenta recordar ahora qui¨¦n fue aquella joven miope y de larga melena, y por qu¨¦ qued¨® tan marcada por ese episodio en una Francia que segu¨ªa considerando sagrada la castidad. Dice que escribi¨® Memoria de chica (Cabaret Voltaire) como si fuera una investigaci¨®n sobre s¨ª misma, bas¨¢ndose en un pu?ado de fotos, cartas de la ¨¦poca y b¨²squedas en Internet. Y, por encima de todo, en un arma tan infalible como el recuerdo. El libro ha sido uno de los superventas del a?o en Francia, donde la autora de Los armarios vac¨ªos y Los a?os es reivindicada como un modelo a seguir por los escritores que buscan una tercera v¨ªa entre realidad y ficci¨®n, desde Emmanuel Carr¨¨re hasta Virginie Despentes.
PREGUNTA.?Ya escribi¨® un primer libro sobre esta experiencia en 1977, Ceux qu¡¯ils disent ou rien. ?Por qu¨¦ necesitaba volver a relatar estos hechos?
RESPUESTA.?Aquella vez me censur¨¦ a m¨ª misma. Sent¨ªa que aquel libro no era bueno, porque no hab¨ªa logrado alcanzar la verdad. Y escribir no sirve de nada si no se llega hasta el fondo de una determinada verdad. En este caso, aspiraba a contar qu¨¦ se siente al descubrir el cuerpo del otro y olvidar lo que sent¨ªamos antes de perder la inocencia.
P.??Calificar¨ªa los hechos que describe el libro como un trauma?
R.?Nunca he utilizado esa palabra. No me parece lo suficientemente precisa. En la noche en que perd¨ª mi virginidad, sent¨ª una gran incomprensi¨®n y una estupefacci¨®n, seguida de cierto sentimiento de orgullo. Llamar trauma a un proceso tan complejo me parece reductor. Lo que gener¨® fue un gran sentimiento de verg¨¹enza, que es el terru?o de mi escritura. Hasta alg¨²n tiempo despu¨¦s, no entend¨ª que era una estigmatizaci¨®n que concern¨ªa a todas las mujeres, y no solo a m¨ª.
P.?Fue al leer a Simone de Beauvoir el a?o siguiente cuando entendi¨® que no era solo un problema individual, sino colectivo. Y, como tal, pol¨ªtico.
R.?Descubrir El segundo sexo me hizo comprender que exist¨ªa una injusticia global, pero no me dio los medios para sentirme liberada. La mayor¨ªa de mujeres de mi generaci¨®n no ten¨ªa la misma experiencia sexual que hab¨ªa tenido yo. Les fascinaba la libertad de Brigitte Bardot en Y Dios cre¨® la mujer, pero estaban muy lejos de lo que encarnaba aquel personaje. Yo, en cambio, no estaba tan lejos de Bardot, y sab¨ªa que esa libertad sexual se pagaba muy caro.
"Termin¨¦ cambiando
de opini¨®n, pero durante mucho tiempo cre¨ª que las mujeres eran superiores a los hombres¡±
P.?Sus libros suelen partir de lo vivido, aunque no los califica como autobiogr¨¢ficos. Prefiere llamarlos ¡°sociobiogr¨¢ficos¡±.
R.?Me refiero a que siempre tengo en cuenta el contexto, la historia cultural e incluso la sociolog¨ªa. Las autobiograf¨ªas parten de uno mismo y se limitan a dejar el contexto hist¨®rico en el fondo. Yo aspiro m¨¢s bien a inscribirme a m¨ª misma en ese paisaje, como si fuera una figura m¨¢s. S¨¦ m¨¢s cosas sobre esa chica que sobre otra cualquiera, pero eso no significa que la considere m¨¢s importante.
P.?En un momento de su trayectoria se produce un fuerte rechazo de la ficci¨®n. ?Por qu¨¦ motivo?
R.?Fue cuando escrib¨ª El lugar (1983), a partir de la muerte de mi padre. Utilizar la ficci¨®n me pareci¨® una especie de traici¨®n. Sent¨ª que no ten¨ªa derecho a transformar su experiencia real en una novela. Su fallecimiento fue brutal. Muri¨® cuando yo ten¨ªa 26 a?os, me hab¨ªa casado con un hombre de otra clase social y me hab¨ªa distanciado del n¨²cleo familiar. Con su muerte, despert¨® mi conciencia de clase, que hasta entonces siempre hab¨ªa logrado reprimir¡
P.??En qu¨¦ sentido?
R.?Desde mi adolescencia, hab¨ªa reprimido todo lo que no me gustaba de mi familia. Por ejemplo, que no ¨¦ramos intelectuales, sino proletarios. Nunca me reconcili¨¦ del todo con el mundo de mi padre, ni tampoco con ¨¦l. No por haber escrito ese libro se solucion¨® el problema, aunque era lo mejor que pod¨ªa hacer. Pero era mejor que limitarme a olvidar. Creo que El lugar es el libro del que estoy m¨¢s orgullosa, a t¨ªtulo individual y colectivo. Mucha gente que vivi¨® ese mismo luto [al cambiar de clase social] se dijo que no estaba sola, puede que por primera vez¡
P.?Algunos de sus libros proponen un reverso a g¨¦neros cl¨¢sicamente masculinos. Por ejemplo, Memoria de chica es una variaci¨®n en femenino del tradicional relato de iniciaci¨®n.
¡°La reciente pol¨¦mica del burkini en las playas nos ha convertido a los franceses en el hazmerre¨ªr del mundo¡±
R.?Esos relatos masculinos suelen ser novelescos y cautivadores, pero tambi¨¦n algo fantasiosos, mientras que yo siempre me pongo del lado de la realidad. Termin¨¦ cambiando de opini¨®n, pero durante mucho tiempo cre¨ª que las mujeres eran superiores a los hombres. Ellos me parec¨ªan seres d¨¦biles. El ¨²nico hombre que tuve alrededor fue mi padre, que fue bastante blando, seg¨²n la ¨®ptica cl¨¢sicamente ?masculina. Fue un hombre amable y de formas dulces, en una ¨¦poca en que ese no era el patr¨®n a seguir. Y ahora tampoco lo es, pero el modelo de dominaci¨®n ha evolucionado en el buen sentido. Por ejemplo, en mis hijos no detecto el modelo de masculinidad de su padre, y a¨²n menos el de su abuelo paterno¡
P.?Pertenece a la generaci¨®n literaria que naci¨® durante o justo despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial, la de Patrick Modiano, Jean Echenoz o Lydie Salvayre. ?Qu¨¦ cree que tienen en com¨²n?
R.?Tal vez nuestra relaci¨®n con la memoria. Tiene que ver con haber crecido en los cincuenta y ser portadores de una memoria determinada. Yo procedo de un rinc¨®n de Normand¨ªa que fue seriamente bombardeado. Crec¨ª junto a una poblaci¨®n que vivi¨® el ¨¦xodo, las restricciones y la reconstrucci¨®n. Cada generaci¨®n lleva consigo una historia interior, y la nuestra est¨¢ definida por el hecho de crecer en un momento marcado por la voluntad de olvidar, de pasar p¨¢gina y barrerlo todo bajo la alfombra.
P.?En el libro aparece una larga galer¨ªa de personajes odiosos y crueles. ?Considera que Francia es un pa¨ªs mezquino?
R.?En Francia existe un abismo entre las grandes declaraciones de generosidad y lo que somos en realidad. Nos encanta considerarnos un lugar con una gran apertura de miras. Ya sabe, la patria de los derechos humanos, del laicismo y la revoluci¨®n. Pero habr¨ªa que ver d¨®nde est¨¢ esa apertura en las manifestaciones contra el matrimonio homosexual o la reciente pol¨¦mica del burkini, que nos ha convertido en el hazmerre¨ªr del mundo. Enfrentarme a esos personajes no me volvi¨® m¨¢s c¨ªnica, pero s¨ª m¨¢s l¨²cida. Y ya sabe lo que dec¨ªa Ren¨¦ Char: ¡°La lucidez es la herida m¨¢s cercana al sol¡±. ?
Memoria de chica.?Annie Ernaux. Traducci¨®n de Lydia V¨¢zquez Jim¨¦nez. Cabaret Voltaire. Barcelona, 2016. 208 p¨¢ginas. 18 euros.
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