Castella y Manzanares, en estado de gracia con dos toros de ensue?o
El primero no pudo salir a hombros y el alicantino deleit¨® ante un animal de enorme calidad
La corrida comenz¨® de maravilla. Castella le cort¨® las dos orejas a un toro de dulce embestida, referente de la est¨¦tica moderna, al que tore¨® a placer con capote y muleta y lo mat¨® de una buena estocada. Pero hubo que esperar hasta el quinto para que apareciera un animal asardinado, sin trap¨ªo para esta plaza, que, como su hermano, derroch¨® calidad en cada embestida. Manzanares lo entendi¨® con su natural elegancia, y deleit¨® a la plaza con la mejor versi¨®n de su tauromaquia, pre?ada de elegancia, pero m¨¢s inspirada en los remates que en el toreo fundamental. Fall¨® con la espada y la apoteosis qued¨® reducida a una oreja.
No es escaso balance para los tiempos que corren. El p¨²blico se lo pas¨® de maravilla, tanto que una mayor¨ªa pidi¨® un segundo trofeo para Manzanares despu¨¦s de un lastimoso pinchazo. Hizo bien el presidente Jos¨¦ Luque en mostrar el pa?uelo una sola vez y cruzar los brazos sobre el palco en se?al inequ¨ªvoca de que su decisi¨®n era firme.
Pero dicho queda que el festejo comenz¨® con un aire distinto. Sonaron los clarines y Castella tom¨® el di¨¢metro del ruedo y se plant¨® de rodillas en los medios para esperar a su primero. All¨ª lo recibi¨® con una larga afarolada y, ya en pie, dibuj¨® seis ver¨®nicas y una media con mucho gusto entre la alegr¨ªa de los tendidos. Abund¨® con el capote en un vistoso quite por tijerillas, antes de brindar al p¨²blico una faena que ya se presagiaba exitosa.
Comenz¨® con unos ayudados en los que el toro, que manse¨® en el caballo y persigui¨® en banderillas, confirm¨® su movilidad, fijeza y ritmo en la embestida. Se relaj¨® Castella y se gust¨® en dos tandas de muletazos por el lado derecho que supieron a gloria por la conjunci¨®n entre toro y torero, entre la exquisita nobleza y dulzura y la est¨¦tica de un artista en estado de gracia. Amag¨® el animal con rajarse por el lado izquierdo, y a¨²n tuvo Castella oportunidad de lucirse en otra tanda de meritorios derechazos. Las dos orejas fueron el merecido premio para un torero que supo aprovechar las excelentes condiciones de un toro moderno, generoso en calidad.
Jim¨¦nez/Castella, Manzanares, L. Sim¨®n
Tres toros de Olga Jim¨¦nez: primero, correcto de presentaci¨®n, mansurr¨®n y de suprema calidad; el segundo, manso y noble, y el quinto, chico, blando y de nobleza extraordinaria; uno, el sexto, de Hnos Garc¨ªa Jim¨¦nez, manso y descastado; y dos, -tercero y cuarto- de Fernando Sampedro, bien presentados, astifinos, fieros y exigentes.
Sebasti¨¢n Castella: estocada (dos orejas); dos pinchazos y estocada baja (ovaci¨®n).
Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares: dos estocadas _aviso_ y tres descabellos (silencio); pinchazo y estocada ca¨ªda (oreja).
Alberto L¨®pez Sim¨®n: estocada trasera (ovaci¨®n); pinchazo y estocada (silencio).
Plaza de la Maestranza. Segunda y ¨²ltima corrida de la feria de San Miguel. 25 de septiembre. Casi lleno.
Se esper¨® con impaciencia al cuarto, para solucionar la inc¨®gnita de si se abrir¨ªa o no la Puerta del Pr¨ªncipe. Sali¨® un toro de Sampedro, serio y astifino, manso ante el picador, pero fiero en la muleta y muy exigente con el torero. Se luci¨® Castella en las ver¨®nicas iniciales e inici¨® la labor de muleta con unos estatuarios ce?id¨ªsimos, que despertaron la esperanza. Pero cuando hubo que torear, el panorama cambi¨®. Ese toro no era moderno, y su poder ped¨ªa a gritos una muleta vigorosa, que no encontr¨®. Se podr¨ªa decir que el combate fue nulo, y alguno pensar¨¢ que gan¨® el toro por puntos. Lo cierto es que la faena fue larga e irregular; pero la Maestranza est¨¢ tan generosa que si mata a la primera le concede la oreja y le abre la puerta de la gloria. No fue as¨ª porque pinch¨® y, adem¨¢s, no lo mereci¨®.
La faena ¡®sevillana¡¯ de Manzanares fue en el quinto, el otro bomb¨®n de la corrida, pero la impresi¨®n que ofreci¨® ante el segundo de la tarde, que no se cans¨® de embestir, fue lastimosa. Hast¨ªo, quiz¨¢ desgana¡ Muchos pases, pero sin sentimiento ni temple.
Recibi¨® al torete quinto con tres aceptables ver¨®nicas, y el animal, que pas¨® por el picador sin que le hicieran sangre, mostr¨® en banderillas que su galope era de clamor. Y as¨ª fue. Fue una m¨¢quina de embestir, incansable por ambos lados, con fijeza y humillaci¨®n, y Manzanares lo tore¨® con aroma y hondura, mejor por el lado derecho, y cumbre en un largo cambio de manos y el pase de pecho de pit¨®n a rabo. Con la plaza enloquecida pinch¨® en la suerte de recibir y pase¨® una meritoria oreja.
Peor suerte tuvo L¨®pez Sim¨®n. Mucho que torear tuvo su primero, otro toro tan dificultoso como interesante de Sampedro, serio y astifino, con el que no era f¨¢cil entenderse y el torero no lo consigui¨®. Muy descastado fue el sexto y no ofreci¨® oportunidad para lucimiento alguno. El torero solo pudo mostrar responsabilidad.
Lucidos estuvieron, sin embargo, Jos¨¦ Chac¨®n y Vicente Herrera, que saludaron tras parear al cuarto, y Suso y Luis Bl¨¢zquez tras hacer lo propio en el quinto.
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