¡®La colmena¡¯ censurada: las p¨¢ginas malditas de Cela
La edici¨®n conmemorativa del centenario del escritor incluye los pasajes suprimidos por los funcionarios franquistas. El propio Cela ejerci¨® de censor en 1943
Se llama Historia incompleta de unas p¨¢ginas zarandeadas y resulta indispensable para entender esta paradoja: la de un magno escritor atrapado por el pasado. Pero eso es an¨¦cdota, es cierto: lo importante es el escritor y su obra, merecedora de un premio Nobel en 1989, lo dem¨¢s es historia, y la historia ¨Cpor cruel o divertida que fuera- es an¨¦cdota elevada a letras de molde en los grandes tochos. As¨ª que Camilo Jos¨¦ Cela (Padr¨®n, La Coru?a, 1916-Madrid, 2002) explic¨® en esas cuatro notas tumbabierta y geniales escritas el D¨ªa de Difuntos de 1965 en Palma de Mallorca los avatares a los que fue sometida la que para muchos (para ¨¦l no, prefer¨ªa La familia de Pascual Duarte) fue y es su obra maestra, La colmena.
Ahora, la Real Academia Espa?ola y la Asociaci¨®n de Academias de Lengua Espa?ola, en colaboraci¨®n con la editorial Alfaguara, se incorporan a la epopeya vivida desde su g¨¦nesis por esta novela y ponen en circulaci¨®n la edici¨®n conmemorativa del centenario del nacimiento del escritor. ?Su valor? Son, sobre todo, dos valores: el primero, volver a reencontrarse con aquella ¡°novela reloj¡± en palabras de su autor, testimonio de un mundo detenido sin h¨¦roe pero con h¨¦roes: el de la posguerra. Y ya estar¨ªa amortizada esta edici¨®n si a alg¨²n lector de menos de 30 a?os le diera por hacerse con ella (13,90 euros, un precio nimio para una edici¨®n as¨ª) y adentrarse lentamente en el espejo amargo de lo que fue este pa¨ªs cuando a¨²n era aquel pa¨ªs.
El segundo valor, que si nos atenemos a la actualidad editorial y a los destellos conmemorativos del a?o del centenario ser¨ªa el primero, es el de esas ¡°p¨¢ginas vilipendiadas¡± (Camilo Jos¨¦ Cela Conde, hijo del escritor) que la censura franquista tach¨® con tinta y con sa?a como tachaba todo aquello que molestaba, que era casi todo, un asunto de probas plumas funcionarias y rancias sotanas al servicio del dictador. Esas p¨¢ginas malditas vienen incluidas en la nueva edici¨®n como un ap¨¦ndice bajo el t¨ªtulo La colmena in¨¦dita. Transcripci¨®n fragmentaria del manuscrito de La colmena. Caminos inciertos. Es el resultado del manuscrito que Cela cedi¨® en su d¨ªa al hispanista franc¨¦s No?l Solomon y que la hija de este leg¨® en 2014 a la Biblioteca Nacional de Espa?a.
Hay que recordar que Caminos inciertos era el proyecto no cumplido de una gran novela de unas mil p¨¢ginas que en un principio hab¨ªan contemplado Cela y el editor barcelon¨¦s Carlos F. Maristany y que se compon¨ªa de los libros La colmena, La cesta de agua, Un ni?o vaga por los caminos inciertos y El puente.
De censor a censurado
El propio Camilo Jos¨¦ Cela hab¨ªa ejercido de censor en 1943, seg¨²n ¨¦l para ganarse la vida. ?C¨®mo vivi¨® personalmente la cruel paradoja de experimentar el mordisco de la censura franquista alguien que previamente hab¨ªa trabajado para ese engranaje? "Pues no es f¨¢cil contestar a eso; y es indiscutible que eso fue as¨ª¡ , pero la caracter¨ªstica principal de Camilo Jos¨¦ Cela era el ser una contradicci¨®n continua, una paradoja en diferentes planos, y ese es el motivo por el que cre¨® obras geniales. Es dif¨ªcil entender tantas contradicciones en torno a una persona, por ejemplo, esa de haber sido censor y luego sufrir la censura", explica Camilo Jos¨¦ Cela Conde. Tanto Jorge Urrutia como Adolfo Sotelo, que firman en el libro sendos estudios sobre el autor y su obra (al igual que Dar¨ªo Villanueva, Camilo Jos¨¦ Cela Conde, Pedro ?lvarez de Miranda, Eduardo Godoy, Noem¨ª Montetes, Dru Dougherty y Amalia Barboza, adem¨¢s de incluirse el Censo de personajes escrito en su d¨ªa por Caballero Bonald), aseguraron airados en la presentaci¨®n del libro que la tarea de censor de Cela no tuvo importancia alguna y que lo esencial es su obra literaria.
Una obra, eso s¨ª, llena de p¨¢ginas zarandeadas. Y en el caso de La colmena, un ejemplo de c¨®mo el banal pasado puede atrapar a un escritor genial.
Los guardianes de la pureza destrozaron La colmena original, que Cela hab¨ªa presentado a censura previa el 7 de enero de 1946. Siete meses antes, el 28 de junio de 1945 y durante un acto en el Museo de Arte Contempor¨¢neo de Madrid, el escritor hab¨ªa le¨ªdo en p¨²blico los dos primeros cap¨ªtulos de su novel¨®n. Los mentideros literarios y los otros ya sab¨ªan, pues, de aquel libro, ¡°un p¨¢lido reflejo, una humilde sombra de la cotidiana, ¨¢spera, entra?able y dolorosa realidad¡± (Camilo Jos¨¦ Cela en el primer pr¨®logo de La colmena). Eso no import¨® a los censores, que por boca del mism¨ªsimo Leopoldo Panero, insigne poeta e insigne falangista, escribi¨® en su informe: ¡°Novela realista del Madrid coet¨¢neo con descripciones crudas del bajo ambiente social. La obra tiene considerable color literario y podr¨ªa autorizarse con tachaduras en las p¨¢ginas 9, 10, 50, 52, 53, 86 y 87¡±. O sea, al pil¨®n.
Cela lograr¨ªa editar la novela en Argentina en 1951 ¨CEditorial Emec¨¦, no sin antes v¨¦rselas tambi¨¦n con los censores peronistas- y hubieron de pasar otros 12 a?os hasta que en 1963 el entonces ministro de Informaci¨®n y Turismo del gobierno de Franco, Manuel Fraga Iribarne, autoriz¨® su edici¨®n en Espa?a.
Si se presta o¨ªdos al p¨¢lpito del propio hijo del escritor y de expertos como el catedr¨¢tico Adolfo Sotelo, Cela pudo presentar en 1946 a censura algunos p¨¢rrafos siendo consciente de que, a ojos del R¨¦gimen, ser¨ªan le¨ªdos como aut¨¦nticas burradas, sobre todo los pasajes relativos a prostituci¨®n, lesbianismo y algunas alusiones al Movimiento Nacional: cebos encaminados a que los censores se parasen y se cebasen con ellos dejando as¨ª pasar otras cosas m¨¢s sutiles y quiz¨¢ m¨¢s da?inas. ¡°Pero esto es una mera especulaci¨®n¡±, ha asegurado Camilo Jos¨¦ Cela Conde durante la presentaci¨®n de la Edici¨®n Conmemorativa en la Real Academia Espa?ola.
Cela Conde considera como ¡°una idea excelente¡± el haber incluido ahora esos pasajes suprimidos en forma de ap¨¦ndice a la nueva edici¨®n, edici¨®n que calific¨® de ¡°ejemplar¡± y que seg¨²n el director de la RAE, Dar¨ªo Villanueva, ¡°clarifica algunos aspectos de la obra que pueden parecer complejos¡±. Para Pilar Reyes, directora editorial de Alfaguara, esta edici¨®n es muy importante, adem¨¢s de su propio valor literario, ¡°por la relaci¨®n sentimental que hubo entre Cela y Alfaguara; ¨¦l cre¨® la editorial en 1964 y sus libros aparecieron all¨ª, lanzar ahora esta edici¨®n es un enorme privilegio¡±. La dedicada a La colmena se suma a las ediciones de obras como Don Quijote de La Mancha de Cervantes, Cien a?os de soledad de Garc¨ªa M¨¢rquez, La regi¨®n m¨¢s transparente de Carlos Fuentes, Gabriela Mistral en verso y prosa, La ciudad y los perros de Vargas Llosa y Rub¨¦n Dar¨ªo. Del s¨ªmbolo a la realidad.
En efecto, el nuevo volumen incorpora lo tachado por los censores, ¡°pasajes que no forman parte de la edici¨®n can¨®nica pero que podr¨ªan haberlo hecho porque son importantes, y en cualquier caso es bueno tenerlos a mano como una especie de postre a la novela¡±, seg¨²n Cela Conde. Y es que la Edici¨®n Conmemorativa RAE/Academias/Alfaguara se atiene a lo que el propio autor de La colmena consider¨® como el texto definitivo de la misma en el pr¨®logo a sus Obras Completas en 1962: ¡°Considero definitivas las versiones que hoy ofrezco y ruego a mis editores y traductores que en lo sucesivo a ellas se remitan¡±.
Pero volvamos a la Historia incompleta de unas p¨¢ginas zarandeadas.
Escribe Cela en 1965, ya dos a?os despu¨¦s de la primera edici¨®n espa?ola de la novela: ¡°Me doy cuenta de que este libro va sentando cabeza. La verdad es que ya iba siendo hora de que esto aconteciese porque, en su mocedad, no hizo m¨¢s que darle disgustos a su padre, que soy yo¡±. Y sigue: ¡°A veces me parec¨ªa haber escrito una obra maestra y otras, en cambio, pensaba que todo aquello era una mierda que no ten¨ªa el menor m¨¦rito ni sentido. Lo pas¨¦ muy mal por entonces, y la actitud de la censura, que no admit¨ªa ni el di¨¢logo, ayud¨® no poco a mi desmoralizaci¨®n, de la que sal¨ª a pulso y pensando dos cosas: que en Espa?a, el que resiste gana, y que no me quedaba otra soluci¨®n que sacar fuerzas de flaqueza para seguir resistiendo¡±. Es la peque?a cr¨®nica de una infamia y su superaci¨®n personal.
Babelia
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