Jerry Lewis quiere su Oscar
El c¨®mico se lanza a los 90 a?os a una campa?a vertiginosa de promoci¨®n con el drama 'Max Rose' para lograr el premio que le falta a su extenso curr¨ªculo
Jerry Lewis pertenece a otra ¨¦poca. Aquella en la que los c¨®micos viajaban de punta a punta de Estados Unidos diariamente para actuar. A sus 90 a?os, sigue haci¨¦ndolo: hoy en Los ?ngeles, ma?ana en Haw¨¢i, pasado en Las Vegas en el casino South Point. En los cines acaba de estrenar su ¨²ltimo trabajo, Max Rose (que ha estado tres a?os buscando distribuidora), y para que no sea la ¨²ltima pel¨ªcula se levanta todos los d¨ªas a las cuatro de la ma?ana para escribir un nuevo guion. Con el mismo genio de car¨¢cter y art¨ªstico que puso en toda su carrera, desde que pis¨® un escenario por primera vez a los 5 a?os. Y con la misma ambici¨®n: el llamado ¡°rey de la comedia¡± quiere el Oscar que todav¨ªa no tiene como artista. ¡°Tengo que solucionarlo y no tengo mucho tiempo¡±, afirma sin mencionar la estatuilla directamente. El c¨®mico detr¨¢s del maestro de El botones (1960), El profesor chiflado (1963) o Las joyas de la familia (1965) tiene el Oscar desde 2009 por su labor humanitaria. No por hacer re¨ªr. O por hacer cine. ¡°Por eso estoy dejando claros mis sentimientos sobre esta industria todo lo alto y claro que puedo¡±.
Max Rose es su primer papel protagonista desde Los comediantes (Funny Bones) (1995) y ni su paso por Cannes de 2013 donde present¨® un primer montaje de este filme dirigido por Daniel Noah ni las cr¨ªticas ahora en Estados Unidos dicen lo que Lewis querr¨ªa escuchar. No es una gran pel¨ªcula. Pero eso no arredra al humorista, que ha dejado su habitual animadversi¨®n a las entrevistas para lanzarse al ruedo de la promoci¨®n silla de ruedas incluida. ¡°Es el precio que hay que pagar para llegar a los noventa. Antes andaba sin problemas, escuchaba de maravilla y ve¨ªa a la perfecci¨®n. Pero a cambio me encanta estar aqu¨ª. Y si estoy triste, me voy al cementerio y le doy gracias a Dios¡±, resume sac¨¢ndole punta a su realidad.
A pesar de todo, mantiene su vanidad y prefiere hablar desde una butaca ya que no le gusta que le vean en silla de ruedas. Y menos que le fotograf¨ªen. La edad tampoco acab¨® con su claridad verbal, y arremete contra una industria que no le hace gracia. ¡°No pueden mantener en la pantalla esta sangr¨ªa matando a gente a navajazos, destroz¨¢ndoles la vagina o con rifles de asalto por la derecha y pistolas por la izquierda¡±, enumera. Es dif¨ªcil saber si ve algo de cine contempor¨¢neo porque los ¨²nicos filmes ¡°recientes¡± que ensalza son de los 70 para atr¨¢s: Compa?eros de juerga (1933), Lawrence de Arabia (1962), Oklahoma (1955), Matar un ruise?or (1962), Doctor Zhivago (1965), Sonrisas y l¨¢grimas (1965), y El golpe (1973). Y preguntarle por Jim Carrey, Neil Patrick Harris o alg¨²n otro c¨®mico contempor¨¢neo solo logra que Lewis se refugie en tiempos pasados. ¡°Es la misma pregunta que hac¨ªan con John F. Kennedy. ?Qui¨¦n podr¨ªa llenar el hueco que dej¨®? Nadie. No puedes pensar en nadie que llegara a tanta gente de la manera que ¨¦l lo hizo¡±.
JFK fue su amigo. Y medio en broma medio en serio tambi¨¦n cita como su mejor recuerdo del Hollywood de sus comienzos a una Marilyn Monroe desnuda. ¡°Mi oficina y la de Cecil B. DeMille estaban a tiro de piedra¡±, rememora. Charles Chaplin fue otra de las grandes amistades desde el d¨ªa en que el hombre que cre¨® Charlot se le presentara en el restaurante Chasen y le comentara lo mucho que le admiraba. ¡°Me invit¨® a su casa en Lucerna, en Suiza, y me dio una nueva educaci¨®n¡±, dice a¨²n embelesado. Tambi¨¦n le regal¨® una copia de 35 mil¨ªmetros de Tiempos modernos (1936) que todav¨ªa tiene en su despacho sin abrir para no echarla a perder. El obsequio le permite otro juego de palabras: ¡°Es lo ¨²nico negativo que conservo. No soy de los que se arrepiente ni de los que se lamenta. Si algo no sali¨® como pensaba, prefiero no hacerme mala sangre y aprender para la pr¨®xima¡±.
"Si estoy triste, me voy al cementerio y le doy gracias a Dios"
Y as¨ª aparece en la conversaci¨®n su gran amigo y enemigo, el hombre con el que no se habl¨® durante dos d¨¦cadas tras formar una de las parejas c¨®micas m¨¢s conocidas del cine. ¡°Dean Martin era bueno en lo que hac¨ªa y yo era bueno en lo que hac¨ªa. Yo escrib¨ªa la escena, tres, cuatro p¨¢ginas de material, y en un segundo ¨¦l era capaz de interpretarlas como si lo hubiera hecho toda la vida¡±. Se ha rumoreado mucho sobre su separaci¨®n y ¨¦l mismo asegura que llevar¨ªa muchas horas explicar por qu¨¦ pas¨®, antes de resumirlo en tres palabras: ¡°Fue una estupidez¡±. Triunfaron muy r¨¢pido, recuerda. En 1946 pasaron de cobrar 250 d¨®lares a 50.000. ¡°Ten¨ªamos magia¡±.
Lewis intenta mantener esa misma magia a diario. Madrugador, a las siete ya ha acabado su sesi¨®n diaria de escritura de su pr¨®ximo guion o de preparar las clases que antes daba en Los ?ngeles y ahora imparte en Las Vegas. ¡°Sesiones de dos o tres horas¡±, puntualiza. ¡°Para poder aprender tambi¨¦n de los alumnos. Y su motivaci¨®n sigue siendo la misma que en los ¡°tiempos prehist¨®ricos¡±, seg¨²n su propia definici¨®n. ¡°Cecil B. DeMille me dijo: ¡®Hay que hacer pel¨ªculas que entretengan a la audiencia. Si no, mejor no las hagas¡¯. Lo malo es que para saber si el p¨²blico se entretiene tienes que hacerla¡±.
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