Kraftwerk ten¨ªa raz¨®n

Es extremadamente dif¨ªcil subir a un escenario con 70 a?os y tres tipos encanecidos al lado, embutirse en un traje de neopreno reflectante, cantar temas que hablaban del futuro hace cuatro d¨¦cadas y no hacer el rid¨ªculo. Pero con Kraftwerk, la banda que predijo el porvenir de la m¨²sica en los a?os setenta y que mantiene intacta una extra?a e insobornable creencia en su trabajo, sucedi¨® anoche justo todo lo contrario.

Hora y media antes del concierto, la cola alcanzaba ya a Puppy, el perro gigante de la entrada del Museo Guggenheim. Dentro, sus cuatro miembros calibraban las m¨¢quinas y se preparaban para el espect¨¢culo en 3D que durante ocho noches consecutivas desplegar¨¢n en el imponente atrio del edificio de Frank Gehry repasando toda su discograf¨ªa. ?Un museo? Cuando hace m¨¢s de cuatro d¨¦cadas, el rock y sus aleda?os copaban las salas de conciertos alemanas y el sonido de una m¨¢quina solo pod¨ªa ser ruido, aquel grupo de D¨¹sseldorf, m¨¢s emparentado con la cl¨¢sica y la electroac¨²stica que con las guitarras y los bajos, se busc¨® la vida en galer¨ªas de arte de su ciudad. 42 a?os despu¨¦s, y tras su paso por el MoMA (donde la reventa alcanz¨® los 2.000 d¨®lares), la Tate Modern y la Neue Nationalgalerie, confirmaron, ante 800 personas junto a la r¨ªa de Bilbao, su emocionante visi¨®n de hace cuatro d¨¦cadas.?

Siete minutos mas tarde de la hora prevista, Ralf H¨¹tter (el ¨²nico miembro de la formaci¨®n original) y los otros tres ¡°operarios¡± se colocaron tras sus atriles. Tocaba arrancar la serie de conciertos con Autobahn, pero a la banda le gusta mezclar cada ¨¢lbum con hits de otros trabajos. As¨ª sonaron las primeras notas de Numbers conduciendo la t¨ªpica imagen del p¨²blico (las entradas estaban casi agotadas) con esas rid¨ªculas gafas blancas para ver la escenograf¨ªa digital que acompa?a a esta retrospectiva. Volaron los n¨²meros por encima del p¨²blico y se retorcieron en tres dimensiones las consignas alertando del espionaje de la CIA o el FBI. Porque la gira The Catalogue est¨¢ concebida tambi¨¦n como espect¨¢culo en 3D, en el que cada tema se propulsa hacia un universo visual que sobrevuela las cabezas. Luego son¨® Computer World y H¨¹tter dio por inaugurada la estancia en Bilbao.

Autobahn, cuyo single no lleg¨® hasta el cuarto tema, es, en realidad, el tercer ¨¢lbum de la banda. Sin embargo, H¨¹tter reniega de lo anterior y considera que ah¨ª naci¨® el sonido de Kraftwerk (que significa central de energ¨ªa en alem¨¢n). La pieza es un poema de amor a las autopistas alemanas y a la democratizaci¨®n de los placeres y obligaciones cotidianas con la incorporaci¨®n de la tecnolog¨ªa a la vida dom¨¦stica. El Volkswagen de la m¨²sica. El sencillo del ¨¢lbum, de 20 minutos, ligeramente reformulado para este concierto y acompa?ado de un viaje por la autopista a bordo de un Mercedes, fue en su d¨ªa la r¨¦plica germ¨¢nica al soleado estribillo de The Beach Boys de ¡°Fun, fun, fun...¡±. Como suele explicar H¨¹tter, buscaron su propio bucle, obviamente menos fr¨ªvolo que el de los californianos, con un Fahrn, fahrh, fahrn¡± (conducir, en alem¨¢n).

El grupo edific¨® su profec¨ªa sobre la idea de un porvenir racional, dom¨¦stico y extremadamente ¨¦tico en sus costumbres. Su m¨²sica era una oda ¡ªy tambi¨¦n la demostraci¨®n palpable¡ª de c¨®mo el hombre y la m¨¢quina ir¨ªan acerc¨¢ndose poco a poco hasta formar una unidad. Computer World, que luci¨® intacta ante la emoci¨®n de un p¨²blico que tiraba hacia la mediana edad, se public¨® en 1981, cuando nadie ten¨ªa ordenador en casa; tres d¨¦cadas despu¨¦s, la computadora se ha convertido en ese hogar.

Kraftwerk, cuando todav¨ªa contaba con el cofundador Florian Schneider en sus filas, indag¨® siempre en la relaci¨®n entre el hombre y la m¨¢quina, como demostraron en el disco The Man Machine (anoche son¨® tambi¨¦n ese single y la atronadora The Robots) y en la vida en el espacio (Space Lab transport¨® al p¨²blico en una nave y fue una de las cumbres de la noche) como emblema del futuro. Y, al final, ellos mismos terminaron constituyendo un reflejo de lo que iban a deparar a la industria musical los siguientes a?os (sintetizadores, productores encerrados en un espacio como su Kling Klang Studio, el auge de la cultura del ¡°hazlo t¨² mismo¡±...). Protagonizaron tambi¨¦n una suerte de activismo a favor del anonimato y contra las frivolidades del pop; y, de alg¨²n modo, entendieron la futura importancia de la ecolog¨ªa con Radioactivity, adaptada anoche en el show al ¨²ltimo desastre de Fukushima con las letras tridimensionales en japon¨¦s y el golpeo de un bombo de baile al final del tema que puso en movimiento a toda la sala.

Pero ante todo, Kraftwerk siempre se vieron a s¨ª mismos como obreros musicales. Ayer en Bilbao extendieron ese credo ¨¦tico y est¨¦tico sobre el escenario, hier¨¢ticos, vestidos id¨¦nticos y dif¨ªcilmente diferenciables los unos de los otros. Cuando todo acab¨®, dejaron sonando Music non stop hasta que desaparecieron uno tras otro ordenadamente. Sin que sepamos, una vez m¨¢s, donde termina el hombre y comienza la m¨¢quina.