El charro que rompe con el tab¨² del VIH y derriba t¨®picos mexicanos
'El charro de Toluquilla', el documental mexicano que fascin¨® a Robert De Niro, sigue triunfando
En pleno proceso de producci¨®n de uno de sus proyectos audiovisuales, Jos¨¦ Villalobos se encontr¨® hace seis a?os con Jos¨¦ Garc¨ªa. Transitaba las calles de M¨¦xico a lomos de su caballo, cuando el director se qued¨® hipnotizado por su presencia. Era todo un charro mexicano. Se mostr¨® ante ¨¦l como una persona abierta, segura de s¨ª misma y que, como buen charro, viv¨ªa rodeado de m¨²sica, tequila, pistolas y mujeres. Pronto, la fachada mostr¨® sus grietas y tras ellas se encontr¨® a un hombre portador del virus del VIH que amaba la vida y a su familia.
As¨ª es como el cineasta se top¨® con una personalidad in¨¦dita enfrentada a un clich¨¦. Decidi¨®?entonces construir un documental en torno a un personaje que es el sue?o de todo guionista de ficci¨®n. Anclado en un mundo anacr¨®nico, enfrenta a diario con total espontaneidad su enfermedad. Naci¨® as¨ª El charro de Toluquilla.?Robert De Niro, impulsor del Festival de Cine de Tribeca, qued¨® enganchado a la historia cuando la cinta se proyect¨® este mes de abril en el certamen neoyorquino. Desde entonces, esta reinterpretaci¨®n de los t¨®picos mexicanos no ha parado de viajar por el mundo.La ¨²ltima, en el reciente festival de cine de Z¨²rich que acab¨® el pasado 2 de octubre.?
Durante cinco a?os, Villalobos hizo las veces de c¨¢mara, iluminador y t¨¦cnico de sonido.¡°Necesitaba estar a solas con Jos¨¦ y lograr una intimidad que me cost¨® muchos meses encontrar¡±, cuenta ¨¦l mismo a El Espectador, mientas presenta su pel¨ªcula en Zurich.
Esta multitarea forzada por las circunstancias fue ¡°un defecto que se convirti¨® en virtud. Si no hubiera ocurrido as¨ª, el contenido hubiera sido muy diferente. Era la ¨²nica forma de descubrir ante la c¨¢mara los mayores conflictos de Jos¨¦, que son los que tiene con ¨¦l mismo. Ten¨ªa que encontrarme en el peor lugar y en el mejor momento¡±, explica el director de El charro de Toluquilla.
Lo que en principio era ¡°el retrato sobre una personalidad extravagante¡±, necesitaba un arco dram¨¢tico que construyera una relato cinematogr¨¢fico. Tard¨® en suceder. A medida que avanza el metraje, el ruido en torno al protagonista se convierte en un susurro que marca su conciencia. El hombre bajo el arquet¨ªpico sombrero mexicano confiesa buscar una estabilidad vital, para asegurar que la infancia de su hija transcurra con tranquilidad.
Pol¨ªticamente incorrecto
¡°Una vez que termin¨¦ la pel¨ªcula y comenc¨¦ a proyectarla en p¨²blico me di cuenta de lo pol¨ªticamente incorrecto que es este personaje. Es muy dado a que se le prejuzgue, por su machismo y sus distintas opiniones. Yo mismo ten¨ªa muchas ideas preconcebidas cuando empec¨¦ a rodar. No me imaginada que una persona de la que hac¨ªa tales juicios de valor pod¨ªa ense?arme tanto¡±, confiesa Villalobos.
Mientras que el documental sigue buscando distribuidor en M¨¦xico, la audiencia internacional ¡°ha entendido al personaje como alguien que va m¨¢s all¨¢ de los estereotipos mexicanos. Se quedan con la idea de un hombre aferr¨¢ndose a la vida, una ense?anza que tiene sentido en cualquier cultura¡±, cuenta el director.
A lomos de su caballo o al volante de su coche, este charro no se toma la vida muy en serio, lo que le ayuda a sobrellevar sus demonios en el d¨ªa a d¨ªa. Es uno de los aspectos de su personalidad queresultaban m¨¢s atractivospara Jos¨¦ Villalobos, quien se enfrentaba a un reto a la hora de perfilar el personaje: ¡°Este hombre no toma decisiones categ¨®ricas ni racionales, se deja llevar e incurre en contradicciones. Todo eso hace que sea muy atractivo, pero muy complejo de retratar¡±.
El fantasma del VIH
El Centro Nacional para la prevenci¨®n del Sida de M¨¦xico (CENSIDA) calcula que entre el 35 y el 50 % de los infectados en el pa¨ªs no son conscientes de ello.?El hecho de que Jos¨¦ Garc¨ªa fuera portador del virus del VIH plante¨® otro dilema al documentalista. No ten¨ªa claro en qu¨¦ momento ofrecer esta informaci¨®n al espectador. ¡°Supuse que iba a generar entre el p¨²blico los mismo tab¨²es que gener¨® en m¨ª.Al principio no pod¨ªa creer que alguien tan feliz y tan en¨¦rgico pudiera sufrir esa enfermedad. Es uno de mis propios prejuicios que derrib¨¦ rodando este documental¡±, admite el cineasta con naturalidad.
Finalmente, se atrevi¨® a tratar el VIH sin miedo, casi desde el minuto uno. En una de las primeras escenas, nos encontramos a El charro de Toluquilla bromeando con un grupo de amigos. Hace chistes sobre supuestos enfermos de sida c¨¦lebres, para terminar recordando entre risas que ¨¦l es uno de ellos.?¡°Nunca lo vi deca¨ªdo por ello. Decid¨ª dar un golpe al tab¨² mostr¨¢ndolo desde el principio, a trav¨¦s de un hombre que dice no ser homosexual y que se comporta como un macho mexicano que, adem¨¢s, mantiene su salud y su enfermedad bajo control¡±, dice Jos¨¦ Villalobos. Es en su disputa interna cuando, avanzada la historia, el protagonista a veces se quiebra y su conflicto vital comienza a abandonar la superficie para mostrar sus entra?as.
?
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.