Iggy Pop regresa tras una d¨¦cada a Argentina: ¡°Fucking mil gracias¡±
La vigencia y simpat¨ªa del m¨²sico de 69 a?os abre el juego del Festival BUE en Tecn¨®polis
Existe una vieja tradici¨®n en Argentina que tiene que ver con los sue?os y la loter¨ªa. As¨ª, cada mandato del inconsciente tiene un n¨²mero como referencia. Por caso, el 13 refiere a la mala suerte, el 20 a la fiesta y el 69 a los vicios. Esa es la edad que tiene James Newell Osterberg, Jr., o como todos prefieren llamarlo, Iggy Pop. Sin embargo, no hay en su cuerpo rastro alguno de la degeneraci¨®n, exceptuando claro esa m¨ªtica y perturbadora escoliosis que le obliga a cojear adonde quiera que vaya. Su vitalidad es la clave para seguir en carrera, a la edad en la que algunos coet¨¢neos y amigos suyos como Lou Reed y David Bowie murieron. Este viernes eso ha quedado claro una vez m¨¢s tras casi 2 horas de show en los que la iguana enloqueci¨® a los 17.500 asistentes que tuvo el Festival BUE en su primera jornada, realizado en Tecn¨®polis y que finaliza este s¨¢bado con la actuaci¨®n de Pet Shop Boys, entre otros.
El evento regresa tras 10 a?os y marca tambi¨¦n la vuelta al ruedo de uno de los productores musicales m¨¢s reconocidos de Argentina, Daniel Ginbank, el mismo que trajo por primera vez a los Rolling Stones a estas tierras en 1995, entre otros hitos. La jornada comenz¨® pasadas las 18, se extendi¨® hasta las 3 de la madrugada y actuaron 16 bandas y solistas. Los cr¨¦ditos locales m¨¢s sobresalientes de la grilla fueron El mat¨® a un polic¨ªa motorizado, Morbo y Mambo y Miss Bolivia. Sin embargo, la noche fue levantando las pulsaciones con la participaci¨®n de los artistas extranjeros.
Los brit¨¢nicos de The Libertines parecen una versi¨®n edulcorada de lo que alguna vez fueron los irreverentes Pete Doherty y Carl Bar?t pero a pesar de ello, hacen bailar. Tal vez por la inyecci¨®n de un espasm¨®dico bater¨ªa, Gary Powell que junto al bajo, John Hassall (con un look trovador, boina y cazadora), tejen una red r¨ªtmica que soporta cualquier armon¨ªa. Otra cosa que atrae es el juego sexual entre los vocalistas, los cuales se trenzan en un coqueteo hist¨¦rico que casi nunca se concreta. Apenas un mordisco de Bar?t en el cachete de Doherty que despert¨® alaridos en el p¨²blico. Entre tanta dulzura, se puede decir que la ¨²nica clave punk fue una patada al pie del micr¨®fono del pelilargo sobre el final del show.
Cerca de la medianoche, la columna vertebral de Iggy Pop ya dibujaba una S en la noche de Buenos Aires. Es la segunda vez que el nacido en Michigan visita Argentina, la primera fue hace una d¨¦cada, junto a The Stooges, su banda desde 1967 a 1975, cuando la hero¨ªna y el comportamiento de Iggy decidieron la separaci¨®n. En esta oportunidad, la iguana lleg¨® con una excelente banda compuesta por el bater¨ªa Mat Hector, el bajo Ben Ellis, el guitarra Kevin Amstrong y el teclado y tambi¨¦n guitarra Seamus Beaghen. El objetivo era presentar los temas de su ¨²ltimo disco Post Pop Depression, pero ha interpretado una sola pieza y la lista de temas fue decididamente festivalera. I wanna be your dog fue la primera canci¨®n y al instante le siguieron The Passenger y Lust for Life, aunque el inicio del set tuvo un volumen demasiado bajo para las costumbres porte?as y los cl¨¢sicos se perdieron en el cielo de Villa Martelli.
Para los argentinos, ver o escuchar a Iggy Pop es acercarse a un ¨ªdolo al que aman y con el que pocas veces pudieron cruzarse: David Bowie. Ambos m¨²sicos convivieron en Berl¨ªn durante la d¨¦cada del 70. All¨ª compartieron mujeres, excesos y zapadas con el muro como ¨²nico testigo. En consecuencia, una bandera con el nombre del m¨²sico fallecido en enero se blande¨® durante todo el concierto. Iggy les correspondi¨® y tir¨® alg¨²n que otro beso a los portadores. Pero no fue el ¨²nico contacto del frontman con el p¨²blico argentino. Su escu¨¢lida figura y su piel sin tatuajes y derretida, que permite ver sus venas pronunciadas viajando desde los hombros hasta la punta de los dedos, o viboreando en su pecho, son sin¨®nimos de su edad. No obstante, la actuaci¨®n del m¨²sico es s¨®lida, concentrada y profesional.
Due?o de una simpat¨ªa sin igual, Iggy baj¨® en reiteradas ocasiones del escenario para saludar, bailar y cantar de cara a los fan¨¢ticos. La interacci¨®n fue tal que invit¨® a un pu?ado de j¨®venes a bailar junto a ¨¦l en el escenario aunque la situaci¨®n se desmadr¨®, a tal punto que tuvo que intervenir el personal de seguridad, en una escena que tuvo algunos intercambios de golpes entre las partes. Iggy pasa de todo y con un ¡°chau motherfuckers¡± se los sac¨® de encima antes de cantar Search and destroy y volver a desatar la locura en el campo. Antes de irse regal¨® una de sus mejores y m¨¢s alegres piezas, Candy, y la mejor cr¨ªtica que se puede hacer del show pudo verse reflejada en los rostros de los asistentes, quienes se fueron con una sonrisa grabada y alguna que otra l¨¢grima de emoci¨®n, sentimiento que fue compartido por el propio cantante al despedirse: ¡°Fucking mil gracias¡±. Por nada Iggy, volv¨¦ cuando quieras, aqu¨ª seguiremos am¨¢ndote.
Babelia
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