Una nueva ¨¦poca, un mundo infeliz
Un feroz individualismo ha definido nuestras sociedades en las ¨²ltimas tres d¨¦cadas. La democracia y la verdad est¨¢n en peligro
![Imagen de Isidro Ferrer.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/GLQXZG7HFYBNZDFWLKL7P3IYY4.jpg?auth=d68fb6517cb0cc1db40fdfbd0b5e580157edab665128adfdf028d58ef10a9596&width=414)
No cabe duda de que hemos entrado en una nueva era. El problema es que los historiadores tardar¨¢n a?os en determinar si los grandes cambios que estamos experimentado tuvieron relaci¨®n entre s¨ª o si se produjeron simult¨¢neamente por casualidad. Afectan a todos los aspectos de la sociedad y la pol¨ªtica, tanto nacional como internacional, y tambi¨¦n a la guerra. La de Irak puso de manifiesto la extra?a impotencia de la supremac¨ªa militar occidental. La aplastante victoria de 2003 sobre las fuerzas de Sadam Huse¨ªn demostr¨® que cualquier comparaci¨®n con la Segunda Guerra Mundial era arriesgada. El ¨¦xito militar convencional ya no trae consigo la paz. Los l¨ªderes de Washington y Londres pasaron por alto un cambio crucial en la manera de hacer la guerra. La guerrilla o la lucha partisana se sol¨ªa librar en las monta?as, los bosques o los pantanos. Actualmente, sus blancos principales se encuentran en las zonas urbanas, al igual que la posibilidad de camuflarse entre la comunidad civil para preparar operaciones ocasionales. La teor¨ªa de Mao de que hab¨ªa que moverse entre la poblaci¨®n como peces en el agua no ha ca¨ªdo en el olvido.
La explosi¨®n demogr¨¢fica en ?frica y Oriente Pr¨®ximo est¨¢ aumentando el n¨²mero de megal¨®polis a trav¨¦s de la inmigraci¨®n. Hay una cantidad inmensa de j¨®venes sin apenas esperanza de conseguir un trabajo o una casa o de formar una familia, lo cual conduce a una amarga frustraci¨®n. En la actualidad, el Ej¨¦rcito estadounidense se est¨¢ preparando para futuros campos de batalla formados por rascacielos rodeados de chabolas. La era de los Ej¨¦rcitos convencionales con uniformes reconocibles que maniobran para conseguir ventaja en campo abierto ha llegado a su fin. La guerra se ha vuelto eminentemente urbana, con consecuencias terribles para los civiles atrapados en las ciudades, como muestra la devastaci¨®n de Alepo.
La verdadera revoluci¨®n socioecon¨®mica empez¨® a mediados de la d¨¦cada de 1980 y principios de la de 1990 sin que entendi¨¦semos lo que estaba pasando. Entonces nos parec¨ªa emocionante esa combinaci¨®n de cambio geopol¨ªtico y final de la Guerra Fr¨ªa mezclado con la revoluci¨®n de las comunicaciones y la invenci¨®n de Internet. Pero esos cambios tambi¨¦n trajeron consigo la liberalizaci¨®n econ¨®mica, la liberalizaci¨®n de los mercados financieros, el fin de las barreras comerciales y la expansi¨®n de la globalizaci¨®n. Empezamos a advertir la fragmentaci¨®n de las lealtades colectivas o tribales. Los sindicatos, las organizaciones religiosas, los partidos pol¨ªticos y las asociaciones militares comenzaron a decaer al mismo tiempo. Un escepticismo creciente ante la autoridad dio lugar a una sociedad mucho menos deferente, y otras transformaciones contrarias a la jerarqu¨ªa tuvieron como resultado una informalidad mucho mayor en los centros de trabajo. El ¨¦nfasis se pon¨ªa en el individuo. A eso era a lo que se refer¨ªa Margaret Thatcher con su tristemente c¨¦lebre frase: ¡°No existe eso que llaman sociedad¡±.
"Hace tiempo que soy n¨ªtidamente consciente de que la honestidad intelectual es la primera v¨ªctima de la indignaci¨®n moral"
En el pasado, la mayor¨ªa de las revoluciones fueron inducidas o forjadas por ideales pol¨ªticos, nacionales o religiosos, y estuvieron revestidas de un aura de autoinmolaci¨®n. Por otra parte, esta nueva revoluci¨®n fue la primera en la que la principal fuerza motora era descaradamente ego¨ªsta. La gente empez¨® a hablar de la ¡°generaci¨®n del yo¡±. Este era el futuro, liberado de las restricciones de las fronteras nacionales o las lealtades anticuadas. El magn¨ªfico aforismo del poeta John Donne ¡ª¡°Nadie es una isla¡±¡ª pas¨® a considerarse como algo perteneciente a la historia lejana.
El individuo, aunque supuestamente liberado y poderoso, en la pr¨¢ctica se hab¨ªa vuelto cr¨¦dulo. El siniestro eslogan de los cienci¨®logos estadounidenses ¡ª¡°Si para ti es verdad, entonces lo es¡±¡ª se ha propagado como un virus invisible que impide a sus v¨ªctimas ver la realidad. Las teor¨ªas de la conspiraci¨®n han existido siempre, pero ahora, mediante la comunicaci¨®n por Internet, pueden adquirir una fuerza y un impulso totalmente diferentes. El asilamiento en la nueva sociedad de masas convierte a las personas en vulnerables a los charlatanes y los falsos profetas. Y todo esto lo empeora mucho m¨¢s la industria internacional del ocio, capaz de crear su propia y convincente visi¨®n.
"El incremento de la ficci¨®n realista coincide con una ¨¦poca en la que mucha gente tiene cada vez m¨¢s dificultades para distinguir entre fantas¨ªa y realidad"
En la actualidad estamos entrando en el mundo de la posalfabetizaci¨®n, en el que la reina es la imagen en movimiento. El l¨ªmite entre la realidad y la ficci¨®n est¨¢ siendo minado implacable y deliberadamente, sobre todo debido al enorme potencial econ¨®mico. Desde el punto de vista hist¨®rico, sin embargo, esto es profundamente perverso. En los ¨²ltimos tiempos hemos asistido a un importante aumento de lo que yo llamar¨ªa la ¡°dramatizaci¨®n deformada de la realidad¡± tanto en documentales como en pel¨ªculas de ficci¨®n. El peligro es que, en la actualidad, para la mayor¨ªa de la gente esta ¡°historia para entretener¡± es la principal fuente de conocimiento hist¨®rico.
La obsesi¨®n de Hollywood por afirmar que una pel¨ªcula es real incluso cuando es ficticia en su pr¨¢ctica totalidad es un fen¨®meno relativamente nuevo. Por lo visto, ahora hay que comercializarla proclamando su autenticidad. De vez en cuando se refuerza la falsa sensaci¨®n de verosimilitud proyectando aqu¨ª y all¨¢ nombres de lugares y fechas concretas, como si el p¨²blico estuviese a punto de presenciar una recreaci¨®n fidedigna de lo que sucedi¨® determinado d¨ªa, algo que resulta especialmente lamentable cuando se trata de personas que solo han tenido contacto con el tema a trav¨¦s de la ficci¨®n cinematogr¨¢fica o televisiva. Poco despu¨¦s del estreno de la pel¨ªcula El C¨®digo Da Vinci, en Gran Breta?a se hizo un estudio para investigar sus efectos. A pesar de que la pel¨ªcula es ciertamente absurda, la encuesta mostr¨® que, despu¨¦s de verla, casi la mitad de la muestra dise?ada para representar a la poblaci¨®n estaba convencida de que Mar¨ªa Magdalena hab¨ªa tenido un hijo con Jes¨²s y de que su linaje perviv¨ªa hasta hoy. El incremento de la ficci¨®n realista coincide con una ¨¦poca en la que mucha gente tiene cada vez m¨¢s dificultades para distinguir entre fantas¨ªa y realidad.
"Tal vez no resulte sorprendente que en muchas partes del mundo estemos presenciando una pol¨ªtica de la ira incoherente manipulada por el enga?o deliberado"
Los antrop¨®logos est¨¢n empezando a estudiar la forma en que Internet, y en particular las redes sociales, est¨¢n transformando las relaciones pol¨ªticas e incluso humanas. Solo Facebook tiene m¨¢s de 500 millones de miembros activos, la mitad de los cuales se conecta cada d¨ªa. Los miembros tienen una media de 130 ¡°amigos¡±. Pero, ?qu¨¦ clase de amistad puede representar algo as¨ª? Un estudio reciente ha revelado que se ha producido un enorme incremento de los problemas mentales sobre todo entre las mujeres j¨®venes debido a que las redes sociales hacen que se sientan ineptas. En una paradoja significativa, parece que nada a¨ªsla m¨¢s que Internet, el mayor invento en comunicaciones de todos los tiempos.
Tal vez no resulte sorprendente que en muchas partes del mundo estemos presenciando una pol¨ªtica de la ira incoherente manipulada por el enga?o deliberado. Hace tiempo que soy n¨ªtidamente consciente de que la honestidad intelectual es la primera v¨ªctima de la indignaci¨®n moral. Cuando la gente se identifica apasionadamente con una causa o un asunto, en su inconsciente se siente legitimada para estirar la verdad y hasta inventar estad¨ªsticas que apoyen su tesis. Pero ahora hemos entrado en una aut¨¦ntica era de la ¡°posverdad¡±, en la que, a juzgar por los argumentos a favor del Brexit en Gran Breta?a, de Trump en Estados Unidos, o de los nacionalistas extremos en Europa, se dir¨ªa que la verdad ha dejado de tener importancia. Los demagogos y sus ac¨®litos imitan la t¨¢ctica estalinista: cuanto mayor es la mentira, m¨¢s potente es su efecto. Pero esto conduce a la muerte de la democracia. Solo las dictaduras medran en la falsedad. La democracia no puede sobrevivir sin una base de respeto hacia los dem¨¢s, acompa?ada por el respeto a la verdad.
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