00¡¯s | La d¨¦cada del pastiche y el ¡®single¡¯
Los sintetizadores tuvieron presencia gracias a nuevas damas como La Roux y, sobre todo, Lady Gaga
La d¨¦cada sin nombre ¡ªcero cero, o noughties en ingl¨¦s¡ª se caracteriz¨® por ser una amalgama de estilos, un pastiche sin parang¨®n. Indie, disco, reguet¨®n y pop ten¨ªan la misma entidad. La remezcla mand¨®, y no fue por casualidad: por un lado, la invenci¨®n del iPod y el iTunes y las plataformas YouTube, MySpace y Spotify lanzaban canciones, no ¨¢lbumes. Por otra parte, la democratizaci¨®n de los medios de producci¨®n y distribuci¨®n pod¨ªa hacer de un chaval con ordenador en su casa una aut¨¦ntica estrella. As¨ª, un single convert¨ªa a alguien en artista y los ¨¢lbumes fueron obsoletos. Fue la d¨¦cada en la que el rock de garaje nos trajo canciones bailables. Las bandas anglosajonas que empezaban por "The" recordaban a The Ramones: dos acordes eran suficientes para The Strokes, The Libertines o The White Stripes. En su versi¨®n m¨¢s retro, el indie se volvi¨® disco y redescubri¨® el pospunk con LCD Soundsystem, The Rapture y Franz Ferdinand. Una vez m¨¢s, los singles mandaban en la pista de baile y sobraban etiquetas. Daft Punk, que de esto entend¨ªan un rato, redescubrieron el pop pl¨¢stico con dejes de los setenta con One More Time.
Hablando de electr¨®nica, los sintetizadores tuvieron presencia gracias a nuevas damas como La Roux y, sobre todo, Lady Gaga, que heredaba la imagen sint¨¦tica de sus predecesoras para hacer pop con Auto-Tune y aires de R&B. Poker Face y Bad Romance daban a la d¨¦cada una renovaci¨®n andr¨®gina muy necesaria en las pistas de baile y preparaba el terreno para el trasvase de las nuevas divas de la canci¨®n. Entre las m¨¢s j¨®venes destac¨® Lily Allen, salida precisamente de MySpace. Entre tanto single hubo dos excepciones. Amy Winehouse, una revisi¨®n de las Shangri-Las con tradici¨®n en el jazz, har¨ªa de su ¨¢lbum Back To Black la banda sonora de los corazones rotos que buscan el minibar. Beyonc¨¦, por otro lado, prepar¨® su ascensi¨®n al podio con ayuda del hip-hop de Jay Z. Crazy In Love defini¨® lo que era tener power.
La democratizaci¨®n de la producci¨®n pod¨ªa hacer de un chaval con ordenador una estrella. De pronto, un tema bastaba para hacer a un artista
La m¨²sica en espa?ol tuvo su propia senda en la amalgama con el auge de la fusi¨®n, que ya hab¨ªa dado guerra en los noventa. Hasta mediados de los dos mil, Espa?a tuvo su propio popurr¨ª con Chambao, Amparanoia y Macaco, que no eran sino una lectura de las influencias africanas y latinas en lo que se quiso definir como "multiculturalidad". As¨ª, explot¨® el reguet¨®n en su acepci¨®n m¨¢s popular con Don Omar, Daddy Yankee y Aventura, y ya no hubo vuelta atr¨¢s. La colombiana Shakira aprovech¨® para exportar una versi¨®n popera con Hips Don¡¯t Lie y La tortura, convirti¨¦ndose as¨ª en la reina dominante del g¨¦nero "latino" en todo el mundo. El indie espa?ol sigui¨® fuerte pese a no llegar a las cotas de la d¨¦cada anterior con Nacho Vegas, Pauline en la Playa y Sr. Chinarro, y comenzaron a despuntar los que hicieron del pop rock indie su rock de estadio ¡ªLove of Lesbian, Standstill y Vetusta Morla¡ª, anticipando lo que acabar¨ªa definiendo la d¨¦cada siguiente.
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