?Toros en Barcelona? Claro que s¨ª
El diestro reaparece en la feria de Acho tras dos meses de reposo a causa de dos cogidas
Tras la tempestad lleg¨® la calma. Tras la euforia inicial provocada por la sentencia catalana del Tribunal Constitucional lleg¨®, despu¨¦s, el general convencimiento de que los toros no volver¨¢n nunca a Barcelona, y, luego, la profunda decepci¨®n que supone que, otra vez, ganen los ¡®malos¡¯ de la pel¨ªcula, aquellos que se mofan de la ley.
En fin, que, a estas alturas, parece com¨²nmente aceptado que la puerta del patio de cuadrillas de la Monumental no volver¨¢ a abrirse nunca m¨¢s para que las zapatillas toreras pisen la arena catalana.
?C¨®mo que no? ?C¨®mo es posible que el sector taurino acepte sin rechistar la derrota cuando ha sido capaz de tumbar sobre la lona a un peso pesado tan cargado de soberbia como carente de argumentos? El vencido es el Parlament, -no se olvide-, y el vencedor es la fiesta de los toros. Esta es una verdad inapelable. Y otra m¨¢s: como ha ocurrido en tiempos pasados, la tauromaquia, que parec¨ªa aniquilada, ha resurgido, maltrecha, eso s¨ª, pero viva y coleando, para dar una bofetada sin manos a quienes han pretendido ningunearla.
Y el ejecutor ha sido el Tribunal Constitucional, que ha sentenciado que la puerta que estaba atrancada se puede abrir; pero los magistrados no la han empujado para que salgan al ruedo las cuadrillas. No es su obligaci¨®n, claro est¨¢.
Tras la sentencia y la cerraz¨®n de quienes se niegan sistem¨¢ticamente a cumplir la ley, ha llegado el momento de los taurinos y los aficionados. Unos y otros tienen que empujar la puerta, arropar y exigir al empresario que anuncie festejos taurinos y rebelarse con la ley en la mano contra quienes se niegan a aceptar la realidad.
?D¨®nde est¨¢ la sufrida y doliente afici¨®n catalana? Si es verdad que existe, es ahora cuando debe salir a la calle y alzar la voz con arrojo y valent¨ªa ante los representantes pol¨ªticos que pretenden hurtarle un derecho plenamente reconocido.
?D¨®nde las figuras del torero, y el escalaf¨®n completo de matadores, banderilleros, picadores, mozos de espadas, ayudas, apoderados, veedores y conductores de furgonetas con los cristales tintados? Ahora es el momento de plantarse ante la Monumental de Barcelona y exigir su apertura.
Es la ocasi¨®n adecuada para que los empresarios, -los grandes de Anoet (Asociaci¨®n Nacional de Organizadores de Espect¨¢culos Taurinos) y los peque?os-, los ganaderos de la Uni¨®n de Criadores de Toros de Lidia, que componen la ¡®nobleza¡¯ guay del sector, y de las otras tres asociaciones que integran a los criadores de reses bravas, y los 200.000 ciudadanos que viven de los puestos de trabajo que proporciona la fiesta en este pa¨ªs, se rebelen en serio y con la cabeza erguida, y digan aquello de que ¡®hasta aqu¨ª hemos llegado¡¯.
Es el turno de la Fundaci¨®n del Toro de Lidia, llamada a liderar un movimiento vital para el presente y el futuro de la fiesta. Es esta organizaci¨®n la responsable de llamar a filas al sector para que, de una vez por todas, olvide su pecaminoso individualismo y su tradicional y rancio ego¨ªsmo, y se una de verdad para defender un objetivo que, hoy por hoy, es prioritario para evitar su desaparici¨®n.
Entre todos, y la colaboraci¨®n necesaria de los medios de comunicaci¨®n, se puede abrir la puerta de la Monumental. Al menos, hay que intentarlo.
Porque si Barcelona no vuelve a celebrar festejos taurinos, ser¨¢ raz¨®n suficiente para que otros pol¨ªticos contrarios a la fiesta la utilicen de espejo y proh¨ªban de hecho la tauromaquia sin necesidad de acordar su ilegal erradicaci¨®n.
Paradojas de la vida, Barcelona se ha convertido en el centro del orbe taurino, y en su plaza cerrada a cal y canto est¨¢n depositadas todas las miradas. Si no se vuelve a abrir nace un precedente muy negativo. Si se aceptan, sin m¨¢s, todas las trabas administrativas que nazcan de la acalorada imaginaci¨®n antitaurina del Ayuntamiento y la Generalitad, se abrir¨¢ otra puerta, la de la prohibici¨®n en otras muchas localidades cuyos dirigentes esperan deseosos que la sentencia del Constitucional no sea m¨¢s que una victoria moral sin efectos pr¨¢cticos.
La historia ha colocado al sector taurino ante una exigente responsabilidad: demostrar que la fiesta est¨¢ viva y con fuerzas para seguir peleando por su supervivencia.
La puerta de cuadrillas hay que abrirla; o empujarla, al menos, con toda la fuerza posible para que los antitaurinos no brinden por una sentencia tard¨ªa e inservible.
Si el sector lucha, puede perder; pero si no lo hace, est¨¢ perdido.
?Qui¨¦n ha dicho que no habr¨¢ toros en Barcelona? Claro que s¨ª¡
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