?Adjudicado¡ al algoritmo!
El mercado del arte ensaya el uso masivo de f¨®rmulas matem¨¢ticas y el 'big data' para comprar y vender obras
En la ¨¦poca del an¨¢lisis masivo de datos (big data), los algoritmos tientan la que quiz¨¢ sea la ¨²ltima frontera que separa el arte y el dinero. Esa gram¨¢tica de n¨²meros que simplifica y automatiza operaciones complejas se ha fijado en los grandes maestros (Picasso, Rothko, Pollock) y en los que a¨²n faltan por descubrir. Con una idea sencilla: utilizar las matem¨¢ticas para saber qu¨¦ artistas y qu¨¦ obras hay que comprar. Si los robots inversores ya se emplean para especular con toda clase de activos financieros, ?por qu¨¦ no adiestrar algoritmos que identifiquen a los artistas y a las piezas m¨¢s rentables?
La respuesta inquieta en el mundo del arte porque supone eliminar el factor humano de la ecuaci¨®n de decidir. Ni siquiera el coleccionista y asesor Stefan Simchowitz ¡ªa quien The New York Times retrat¨® como el ¡°mecenas Sat¨¢n del mundo del arte¡±, por su estrategia de comprar obras de artistas j¨®venes y revenderla a enorme velocidad¡ª se ve representado en ese lienzo. ¡°El impulso de comprar arte viene guiado por las mejores y m¨¢s repulsivas variables: amor, codicia, lujuria, esperanza, miedo, belleza, inspiraci¨®n, envidia; lo divino, lo brutal, lo intelectual, la obsesi¨®n por el estatus, la b¨²squeda de valor¡±, desgrana Simchowitz. ¡°Quiz¨¢ en un futuro lejano se pueda utilizar la inteligencia artificial para comprar arte, pero no algoritmos¡±, sentenci¨® aterrado ante la idea de dejar la creaci¨®n pl¨¢stica al albur de los n¨²meros. ¡°El arte es algo tan subjetivo que me parece dif¨ªcil automatizarlo¡±, valora Diego M. Oppenheimer, consejero delegado de Algorithmia, una start-up de Seattle (Estados Unidos) que comercia con algoritmos.
Sin embargo esas secuencias de n¨²meros est¨¢n por doquier en el planeta arte, solo hay que saber d¨®nde mirar. Plataformas digitales como ArtPrice, Blouin Art Sales Index, Mutual Art, Artfacts, Artnet, Artsy o ArtTactic basan su esencia en un patr¨®n num¨¦rico. Tal vez el paradigma sea el de Carlos Rivera, un emprendedor de origen argentino afincado en Los ?ngeles quien hace un par de a?os cre¨® ArtRank. El portal trata a los artistas, sobre todo emergentes, como si fueran acciones de Bolsa y los califica en categor¨ªas: Comprar, Vender y Liquidar. En el coraz¨®n de la web late un algoritmo (similar al usado por Nielsen o Netflix) que se nutre de informaci¨®n de subastas, galer¨ªas, asesores y escuelas de arte para identificar al siguiente Koons o Damien Hirst. Pero no compra ni vende obra. ¡°Porque al mercado le falta liquidez para hacer compraventas instant¨¢neas, como si fueran algoritmos de alta frecuencia [los utilizados en la Bolsa]¡±, afirma Rivera.
Pero ese ser¨ªa un modelo tan especulativo que asusta pensando en la fragilidad de la carrera de un artista. Sobre todo si el trabajo de un joven de 30 a?os es manejado con los mismos criterios que un t¨ªtulo de Repsol. A medio camino, la web Artsy genera un algoritmo parecido al de la emisora de radio online Pandora para descubrir cu¨¢les son las piezas que podr¨ªan interesar a sus usuarios. Aunque la compra se cierra a trav¨¦s de los galeristas. Otro portal, Invaluable, re¨²ne informaci¨®n de casas de subasta, marchantes y galer¨ªas con el objetivo de localizar obras. De hecho su patr¨®n num¨¦rico ¡°ayuda al coleccionista incluso a fijar un precio m¨¢ximo en las pujas online¡±, observa un portavoz de la plataforma. Con otra mirada, Art Money, una p¨¢gina que financia la adquisici¨®n de piezas por particulares, recurre a esas secuencias para decidir qu¨¦ cr¨¦ditos se aprueban. Eso s¨ª, su consejero delegado, Paul Becker, cree que las matem¨¢ticas ¡°nunca reemplazar¨¢n a la intuici¨®n humana¡±.
Poco importan las incertidumbres, los algoritmos se expanden a trav¨¦s del arte como la t¨¦mpera sobre un papel encerado. La consultora Art Fraud Insights est¨¢ desarrollando una gram¨¢tica que detecta obras falsas en subastas online y el museo Mauritshuis de La Haya ha pintado un nuevo rembrandt escudri?ando con una secuencia num¨¦rica 360 originales del maestro. Es una demostraci¨®n de fuerza de la tecnolog¨ªa. ¡°Las computadoras son capaces de analizar las tendencias del mercado del arte y tomar decisiones de compra y venta¡±, reflexiona Lior Shamir, experto en inteligencia artificial en la Universidad Tecnol¨®gica de Lawrence de M¨ªchigan (EE UU), quien ha escrito un programa que distingue entre cuadros aut¨¦nticos y falsos de Jackson Pollock.
¡°Los algoritmos pueden utilizarse para detectar oportunidades de inversi¨®n en arte¡±, refrenda Roman Kr?ussl, profesor de Econom¨ªa en la Escuela de Finanzas de Luxemburgo. La clave es cebarlos con buenos datos. Por ejemplo, si el coleccionista quiere adquirir artistas emergentes puede analizar sus ventas en galer¨ªas y subastas, los remates m¨¢s altos, las veces que ha superado los m¨¢ximos estimados, la profundidad de su mercado... Tiene a su disposici¨®n 10 millones de registros de m¨¢s de 700 casas de pujas recogidos entre 1926 y 2016. Toda esta informaci¨®n bien tamizada conduce a piezas concretas y a detectar artistas infravalorados. Esto, al menos, prometen las matem¨¢ticas. En el camino se sacrifica la ¨²nica regla no escrita del coleccionismo: compra lo que te gusta.
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