El patio trasero del MOMA
La reciente donaci¨®n de Phelps de Cisneros afianza la apuesta latinoamericana del museo
En diciembre de 1988, John Yau publicaba en Arts Magazine su art¨ªculo Por favor, esperen al lado del guardarropa. En ¨¦l reflexionaba sobre uno de los hoy considerados cuadros estrella del MoMA ¡ªy una pintura emblem¨¢tica de Wilfredo Lam¡ª, La jungla entonces colgada en un pasillo cercano al guardarropa del museo neoyorquino. Pero quiz¨¢s el texto no hablaba de la hegemon¨ªa cultural. Tal vez La jungla estaba en un pasillo porque nadie sab¨ªa d¨®nde colocarla, con qui¨¦n ponerla a dialogar.
Pese a todo, la relaci¨®n del MoMA con el arte de Am¨¦rica Latina ha estado ah¨ª desde siempre, incluso desde los tiempos heroicos de Alfred Barr, quien program¨® la primera exposici¨®n de Rivera, clave junto con el proyecto de Vasconcelos para la pol¨ªtica cultural estadounidense de los a?os 30 y hasta para las propuestas de Jackson Pollock, gran admirador de Orozco adem¨¢s.
La colecci¨®n del MoMA cuenta, de hecho, con obras fundamentales de Am¨¦rica Latina y, lo que es m¨¢s importante, con piezas a trav¨¦s de las cuales dicho arte puede establecer un di¨¢logo elocuente. Desde el propio Pollock hasta Mondrian, las conversaciones y antagonismos entre ¡°grandes maestros y maestras¡± se propician brillantes. Ocurri¨® con la muestra del venezolano Rever¨®n, cuyas l¨ªneas delicadas se hac¨ªan a¨²n m¨¢s intrigantes tan cerca de Pollock. Y sucede desde hace poco el Broadway Boogie-Woogie de Mondrian: a su lado aparece ahora un trabajo de la artista brasile?a Maria Martins, quien don¨® al museo el ¨®leo del holand¨¦s. No est¨¢ mal como estrategia: quien vaya a ver el Mondrian ¡ªtodos los visitantes del MoMA¡ª se dar¨¢ de bruces con Martins. Am¨¦rica Latina va dejando poco y poco ¡ªy no sin cierto esfuerzo¡ª el pasillo al lado del guardarropa para llenar con paso firme las salas del primer museo de arte contempor¨¢neo del mundo, donde cl¨¢sicos como Lygia Clark o Torres Garc¨ªa, ambas muestras comisariadas por Luis P¨¦rez Oramas, se leen de pronto de otra manera por el simple hecho de compartir espacios contiguos con cl¨¢sicos de las vanguardias europeas y norteamericanas.
Quiz¨¢s esta combinaci¨®n privilegiada de buenas piezas de arte de Am¨¦rica Latina en la colecci¨®n y obras fundamentales con las que ¨¦stas pueden establecer un di¨¢logo fruct¨ªfero, es la que ha decidido a la coleccionista y mecenas Patricia Phelps de Cisneros a donar m¨¢s de 100 obras al museo neoyorquino. Aunque no es s¨®lo la cantidad de piezas, sino de la calidad de las mismas. Entre la piezas donadas est¨¢n las obras emblem¨¢ticas de la joya de la corona, la parte m¨¢s s¨®lida de su colecci¨®n: el arte moderno de los 40 y 50. Esa parte de la colecci¨®n desvela m¨¢s que ninguna el rigor, la perspicacia y la pericia del ojo de Patricia Phelps de Cisneros, que lleva m¨¢s de cuarenta a?os atesorando piezas. Y, muestra, adem¨¢s, sus fabulosas dotes de estratega al comprar a buen precio, cuando pocos intu¨ªan a¨²n lo valioso de Gego, Willys de Castro, Otero, Soto¡
Son esas mismas dotes de estratega, sumadas a su extrema generosidad ¡ªha arrancado casi algunas obras de las paredes de su propia casa con el fin de que otros puedan gozar de ellas¡ª, las que han trazado su misi¨®n y preocupaci¨®n a lo largo el tiempo: visibilizar el arte de Am¨¦rica Latina. Y ha sido quiz¨¢s esa misma preocupaci¨®n y su buen conocimiento del arte de Am¨¦rica Latina la que la ha llevado a tomar la decisi¨®n de donar las piezas, en lugar de abrir su propia fundaci¨®n, donde se hubieran sostenido solas al tratarse de ¡°piezas de museo¡±. En el MoMA conversar¨¢n con otras piezas de primer nivel ¡ªentre otras esos Mondrian que fueron esenciales para el desarrollo del arte venezolano y brasile?o¡ª y se contar¨¢n historias diferentes de las consuetudinarias. Las diferentes modernidades pueden y deben encontrarse en las salas del museo y no en el pasillo cerca del guardarropa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.