El fot¨®grafo Steve McCurry recopila sus im¨¢genes de lectores de todo el mundo
El estadounidense ofrece una "mirada l¨ªrica" a los aficionados a los libros y los peri¨®dicos
Steve McCurry es un icono de la fotograf¨ªa. En 1985, la portada de National Geographic de la ni?a afgana Sharbat Gula, con sus enormes y asustados ojos verdes, en un campo de refugiados en Pakist¨¢n, le lanz¨® al estrellato. ¡°Esa foto provoc¨® que llegasen muchos voluntarios a los campos¡±, apunta McCurry (Filadelfia, 1950), una leyenda que, sin embargo, decepcion¨® a muchos el pasado junio, cuando The New York Times desvel¨® que hab¨ªa eliminado de algunas de sus fotos objetos y personas para conseguir encuadres perfectos. McCurry ha estado hoy, jueves, en Madrid para promocionar su nuevo libro, Sobre la lectura (editorial Phaidon), 67 fotos que retratan a personas de todo el planeta leyendo, pero avisa de que no quiere hablar de la pol¨¦mica por sus fotos retocadas. Ni tampoco de Sharbat Gula, hoy con 46 a?os, y de la que se supo hace una semana que fue arrestada por posesi¨®n ilegal de un documento nacional de identidad de Pakist¨¢n, donde sigue viviendo en un campo de refugiados. Mal comienzo.
Camisa vaquera azul cielo, chaqueta oscura de cuadros y zapatos negros, McCurry aconseja al fot¨®grafo d¨®nde puede retratarle mejor en la calle y posa sin pesta?ear. ¡°Sobre la lectura, que cuenta con un pr¨®logo del escritor Paul Theroux, es una mirada l¨ªrica a gente que disfruta de la lectura en el mundo¡±, afirma.
La idea del libro, presentado este jueves en la galer¨ªa Ivory Press, surgi¨® ¡°hace cinco a?os, mirando la gran cantidad de fotos¡± que hab¨ªa tomado desde sus inicios, a finales de los a?os setenta del pasado siglo, hasta 2015, ¡°de personas leyendo¡±. Monjes en un templo de Camboya, una joven en el parque de Washington Square, de Nueva York; un taxista de Bombay que hojea un peri¨®dico sentado en el cap¨® de su veh¨ªculo; un afgano con un peque?o libro en la mano junto a una mujer encarcelada en su burka; ni?os de una escuela en L¨ªbano, un peque?o en una humilde aula de Etiop¨ªa, un chaval tirado sobre un cart¨®n en una calle de Rang¨²n (Birmania)¡
Sin embargo, este fotolibro es tambi¨¦n un homenaje al gran fot¨®grafo h¨²ngaro Andr¨¦ Kert¨¦sz (1894-1985), al que conoci¨® en un vuelo Par¨ªs-Nueva York. ¡°Le reconoc¨ª porque era un hombre muy bajito y llevaba un gran tr¨ªpode. Hablamos y compartimos taxi hasta la ciudad¡±. El joven McCurry vivi¨® en el mismo edificio que Kert¨¦sz, ¡°donde a¨²n cuelgan sus instant¨¢neas en el vest¨ªbulo¡±. Algunas de las fotos ¡°m¨¢s fascinantes de Kert¨¦sz eran de gente leyendo¡± que, tras 50 a?os, recopil¨® en el libro El ¨ªntimo placer de leer.
Desde que en 1978 lleg¨® a India y, despu¨¦s, a Afganist¨¢n, antes de la invasi¨®n sovi¨¦tica, hasta hoy, McCurry ha recorrido todos los recovecos del globo y unos cuantos conflictos: L¨ªbano, Camboya, la ex Yugoslavia, Irak... La zona por la que ha sentido siempre predilecci¨®n es el sudeste asi¨¢tico. ¡°All¨ª hay culturas milenarias, budismo, hinduismo, en comparaci¨®n, Europa es joven¡±.
Refugiados
De algunos pa¨ªses que conoce bien proceden los cientos de miles de refugiados que desde hace meses llegan a Europa huyendo de guerras y dictadores, y con ellos miles de im¨¢genes publicadas en Internet que cuentan su tragedia. ¡°Hay que poner cara a esos fen¨®menos porque los sufren personas, hay que humanizar estos dramas. Es verdad que estamos saturados de fotos de refugiados, pero, a veces, una imagen potente hace que te pares y pienses¡±.
Refugiados como su ni?a afgana. ¡°Est¨¢ en prisi¨®n, no sabemos qu¨¦ ha pasado, pero estamos tratando de conseguirle un abogado. Ella es de la etnia past¨²n, un pueblo que vive en Afganist¨¢n y Pakist¨¢n, y la frontera entre ambos pa¨ªses es una l¨ªnea imaginaria que divide a su pueblo¡±.
Miembro de la venerada agencia Magnum desde 1985, en la que solo ha habido un autor de nacionalidad espa?ola, Cristina Garc¨ªa Rodero: ¡°Ella es grande, muy trabajadora. Me encanta, adem¨¢s, porque es m¨¢s bajita que yo¡±, bromea.
M¨¢s serio se pone cuando llega el momento de hablar del affaire de sus fotos manipuladas. McCurry se remite a lo declarado ¡°en el pasado¡±. ¡°Mira mis entrevistas¡±. Consultada la hemeroteca, destaca una frase: ¡°No soy un fotoperiodista, sino un contador de historias. Yo tomo mis im¨¢genes con un sentido est¨¦tico¡±.
¡ª?Quiere a?adir algo a esto?
¡ªNo. Digo lo mismo que las otras ocasiones.
¡ªEntonces, ?qu¨¦ es para usted ese sentido est¨¦tico?
¡ªEs tomar una foto hermosa de algo mundano.
¡ª?Y la fotograf¨ªa?
Solo entonces McCurry alarga su respuesta: ¡°Es una manera de explorar y describir el mundo, y maravillarme de ¨¦l. Es una forma de afilar tus sentidos. Para m¨ª, andar con una c¨¢mara por ah¨ª da m¨¢s sentido a mi vida. Es un deseo, como tener sexo. Mira, cuando voy a una ciudad estoy todo el rato haciendo fotos, y puedo descubrir un sitio fant¨¢stico, pero si no tiene la luz adecuada, volver¨¦ al d¨ªa siguiente y esperar¨¦ tomando un caf¨¦ hasta que la consiga¡±.
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