¡°Los libros son receptores de nuestro pasado¡±
Fernando Velasco, responsable de Bajo el volc¨¢n, defiende el valor del libro, que ha perdido terreno frente a los discos desde que abri¨® su negocio cultural en 2010
Malcom Lowry fabric¨® su propio infierno. Despu¨¦s, lo escribi¨®. Bajo el volc¨¢n es, posiblemente, uno de los t¨ªtulos m¨¢s evocadores de los ¨²ltimos tiempos. Fernando Velasco barrunt¨® desde hace a?os ¨Ccuando todav¨ªa regentaba su bar en Lavapi¨¦s- que ese y no otro ser¨ªa el nombre con el que bautizar¨ªa su librer¨ªa y tienda de discos. Cuando en el a?o 2010 lleg¨® el momento de la verdad y cumpli¨® su sue?o de inaugurar su propio negocio cultural, eligi¨® el t¨ªtulo de la novela del autor ingl¨¦s y el color rojo como s¨ªmbolo de su proyecto. Un escarlata que rima con algunos de los fragmentos favoritos de Velasco del libro de Lowry: ¡°Mi coraz¨®n sabe a ceniza y con el llanto y la fatiga se me anuda la garganta. ?Qu¨¦ es un alma perdida? Es la que se ha desviado de su verdadera senda y anda a tientas en la oscuridad de los caminos del recuerdo¡¡±
En ocasiones, el barrio marca el estilo de un negocio y de los posibles clientes. Hasta tal punto que ¨¦stos se acaban convirtiendo en parroquianos o fieles. ¡°Yo viv¨ªa en Lavapi¨¦s y ten¨ªa un bar a 50 metros de aqu¨ª. Cuando me cans¨¦ del tema de la noche. Me plante¨¦ buscar algo. Pensaba que ten¨ªa que devolverle algo al barrio, porque a m¨ª me hab¨ªa ido bien con mi anterior negocio¡±. Y aunque cree que apost¨® por un negocio cultural por ¡°pura ingenuidad¡±, no se arrepiente de haberlo hecho.
Velasco se desenvuelve por su librer¨ªa ¨Ca la que no han dejado de entrar clientes- con su camiseta de Thelonius Monk y la conversaci¨®n siempre dispuesta. No es raro, comentar¨¢ luego, que acabe el d¨ªa af¨®nico: ¡°No paro de darle a la ¡®sin hueso¡¯ en toda la jornada¡±. Los clientes con los que conversa son muchos vecinos, gente de Madrid que pasea por la c¨¦ntrica calle Ave Mar¨ªa o incluso adoradores de la m¨²sica y los libros de M¨¢laga, Valencia o Bilbao que visitan la capital y hacen parada obligatoria en Bajo el volc¨¢n. En la media docena de a?os que la librer¨ªa lleva abierta, Velasco ha podido comprobar de qu¨¦ modo han trasmutado los gustos culturales: ¡°Al principio hab¨ªa m¨¢s libros que discos y pel¨ªculas. Las fuerzas han ido cambiando. Ahora lo que m¨¢s hay son vinilos y las pelis casi se han extinguido¡±. Quiz¨¢s la amplia selecci¨®n de discos sea el mayor atractivo de los clientes: ¡°Aqu¨ª puedes encontrar desde blues del Delta de los a?os 30, pasando por el jazz de New Orleans de los 20 o pop y electr¨®nica actuales. Lo ¨²nico que buscamos es la calidad¡±. Algo similar sucede con los libros escogidos, entre los que destaca una estanter¨ªa dedicada completamente a la literatura musical con vol¨²menes como Dylan poeta, de Christopher Ricks en Cuadernos de Langre; Autobiograf¨ªa, de Steven Patrick Morrisey en Malpaso o La vida modernosa, de Jos¨¦ Lu¨ªs Moreno-Ruiz en La Felguera.
Fernando Velasco es un reivindicador de lo f¨ªsico, es decir, de tocar los discos, de pasar las hojas de los libros. Cree que ambos objetos ¨Clibros y discos- son receptores de nuestro pasado y, como tales, sellan las marcas del tiempo. ¡°?Qui¨¦n no se ha encontrado alguna vez en un libro una anotaci¨®n, un ticket del metro o una lista de la compra?¡±, se pregunta el librero. ?Qui¨¦n, en definitiva, no ha percibido justo en ese instante c¨®mo su coraz¨®n se daba la vuelta¡±.
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