Paseo cordob¨¦s con Manolete: ra¨ªces, recuerdos, creencias, grandeza...
Aficionados de distinta procedencia recuerdan al gran torero en lugares emblem¨¢ticos de su ciudad natal
Aficionados a los toros llegados desde Madrid, Valencia, Zamora, Toledo, M¨¢laga y Sevilla -unos cincuenta en total- se citaron el pasado s¨¢bado en la Torre de la Malmuerta de la ciudad de C¨®rdoba para conocer las ra¨ªces del gran Manuel Rodr¨ªguez Manolete, de quien el pr¨®ximo a?o se cumple el centenario de su nacimiento.
La iniciativa parti¨® de Jos¨¦ Morente, autor del blog taurino La raz¨®n incorp¨®rea?y experto estudioso de la tauromaquia, y cont¨® con la ayuda de dos manoletistas?locales, Antonio Luis Aguilera y Rafael S¨¢nchez Gonz¨¢lez. Entre todos resucitaron?al monstruo cordob¨¦s y lo convirtieron en gu¨ªa improvisado de un largo recorrido por algunos lugares significativos en la vida del torero: la casa donde naci¨®, la plaza donde jug¨® al toro, el colegio salesiano donde estudi¨®, los monumentos callejeros que recuerdan al mito, algunos recuerdos de su intensa vida torera y sus creencias religiosas.
El punto de partida fue el barrio de la Merced, "el m¨¢s torero enclave del mundo", seg¨²n Rafael S¨¢nchez, -construido junto al antiguo matadero, situado fuera de las murallas de la ciudad-, donde nacieron matadores de la talla de Largatijo, Guerrita, Machaquito, Manolete, Martorell y una larga n¨®mina de subalternos. "En los buenos tiempos, todos los chavales del barrio se probaban de una u otra manera ante el toro, y hubo novilladas en C¨®rdoba en la que todos los integrantes, desde el matador hasta el alguacilillo, eran de la Merced", a?ade S¨¢nchez.
Del barrio torero a la parroquia de San Cayetano, donde tiene su sede la Hermandad de Jes¨²s Ca¨ªdo y la Virgen de la Soledad, de la que Manolete fue hermano mayor entre los a?os 1942 y 1945. Entre los recuerdos del museo, un traje de luces, morado y oro, que el torero estren¨® en la Maestranza de Sevilla y la vara que port¨® durante la Semana Santa.
El torero vivi¨® su infancia en una casa cercana, inexistente ya, en la plaza de la Lagunilla. No hay placa que lo recuerde, pero s¨ª un coqueto jard¨ªn y un busto, obra del escultor Juan de ?valos. "Aqu¨ª so?¨® Manolete con ser torero", cuenta emocionado Antonio Luis Aguilera, enciclop¨¦dico aficionado cordob¨¦s y presidente de la tertulia ¡®Tercio de quites¡¯.
El grupo se encamina hacia el barrio de Santa Marina; visita obligada a la taberna taurina La Sacrist¨ªa, frente a la casa hermandad del Resucitado, que guarda con celo el traje de luces que Manolete visti¨® el 26 de agosto de 1947 en Santander, la ¨²ltima tarde que abandon¨® a pie una plaza.
En la plaza del Conde Priego resalta un espectacular grupo escult¨®rico, en el que Manolete aparece con un capote en las manos y est¨¢ flanqueado por los caballos blancos sujetados por dos figuras humanas. Se inaugur¨® el 8 de mayo de 1956 a instancia del torero mexicano Carlos Arruza, que organiz¨® en 1951 una corrida de once toros en la antigua plaza de Los Tejares, levantada donde hoy abre sus puertas El Corte Ingl¨¦s.
El colegio salesiano donde Manuel Rodr¨ªguez estudi¨® de ni?o muestra con orgullo un regalo de do?a Angustias, la madre del toreo: un traje verde y oro, que su hijo llev¨® a Linares como vestido suplente la tarde que se encontr¨® con el toro Islero.
El barrio de San Agust¨ªn es la pr¨®xima cita; y visita obligada es la taberna Rinc¨®n de las Beatillas. All¨ª tiene su sede la pe?a taurina ¡®Manolete¡¯, que custodia instant¨¢neas y recuerdos del torero. En sus paredes cuelga un art¨ªculo publicado en el Diario C¨®rdoba y firmado por Manuel Carre?o, en sus Memorias Tabernarias, en el que cuenta c¨®mo Federico Garc¨ªa Lorca aguard¨® all¨ª el paso de la Virgen de las Angustias, en la Semana Santa de 1935. Carre?o, licenciado en qu¨ªmica, inquilino tambi¨¦n de la Residencia de Estudiantes, era amigo de Lorca y su gu¨ªa cuando el poeta visitaba la capital cordobesa.
Tras una esquina aparece el Cristo de los Faroles, tan apegado al torero; y muy cerca se inicia la calle Torres Cabrera, donde naci¨®. La casa no existe, pero una placa, esta vez s¨ª, lo recuerda. A dos pasos, la iglesia de San Miguel, donde fue bautizado.
En un rompecabezas de calles empedradas, destaca el busto de Lagartijo, en la de Osario, donde vivi¨® y muri¨®; en la de G¨®ngora habit¨® Guerrita, y desemboca en la avenida del Gran Capit¨¢n, donde est¨¢ la iglesia de San Nicol¨¢s de la Villa, que acogi¨® el funeral por Manolete.
El paseo finaliza en el cementerio de la Virgen de la Salud; all¨ª reposan los restos de Manolete y otras grandes figuras cordobesas.
Junto a la tumba del toreo se imponen el silencio y el respeto, mientras resuenan los versos de Rafael Duy¨®s escritos en el blanco m¨¢rmol:
¡°Aquel que las arenas pis¨® con m¨¢s firmeza, / yace aqu¨ª bajo el cielo de su C¨®rdoba mora.
Dict¨® frente a los toros lecciones de majeza / poniendo en pie a la hispana muchedumbre sonora¡±.
Ah¨ª acab¨® la intensa lecci¨®n de torer¨ªa cordobesa, que hab¨ªa comenzado la tarde anterior, con una velada literaria en la que Jos¨¦ Morente analiz¨® el toreo desde Guerrita a Manolete; Manuel V¨¢zquez Silva, hijo del gran Pepe Luis, habl¨® de los toreros de a?os cuarenta y cincuenta, y Antonio Luis Aguilera coment¨® las dif¨ªciles relaciones entre Manolete y la cr¨ªtica taurina.
Y a la salida del camposanto, la an¨¦cdota de la jornada. El aficionado Rafael S¨¢nchez Gonz¨¢lez recuerda con afecto al sacerdote salesiano Evaristo S¨¢nchez, gran aficionado.
"Un tarde de corrida, estaba el padre Evaristo en la puerta de la capilla de la actual plaza de toros, y pas¨® corriendo El Ni?o de la Capea, que figuraba en el cartel. Lo detuvo y le dijo: "Pedro, entra en la capilla y r¨¦zale a Mar¨ªa Auxiliadora, a la que le han rezado muchos toreros, Manolete entre ellos". Y El Capea, sin pensarlo, le respondi¨®: "Padre Evaristo, si le rez¨® Manolete no me merece mucha confianza".
Babelia
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