El actor y su personaje
H¨¦ctor Alterio ha interpretado todos los papeles posibles y siempre le ha pasado lo mismo Bajaba del escenario y era cada uno de esos entes de ficci¨®n
Si ves a H¨¦ctor Alterio despu¨¦s de que ¨¦l deje de ser otro en el escenario ver¨¢s en realidad al que fue all¨¢ arriba, hasta que cae sobre ¨¦l la luz de la realidad y es de nuevo H¨¦ctor Alterio, este hombre pac¨ªfico y risue?o que tiene manos de portero de f¨²tbol y ojos de Robert Redford.
Naci¨® en Buenos Aires hace 87 a?os, de origen italiano, y sue?a o canta en ese idioma. En Espa?a vive desde 1972. Ha hecho todos los personajes posibles, y siempre le ha pasado lo mismo: bajaba del escenario y era cada uno de esos entes de ficci¨®n que llev¨® a la pantalla o al teatro. En el escenario es ahora Andr¨¦s, un hombre que pierde la memoria y se desorienta en medio de un mundo de brumas y malentendidos. Pero no se puede evitar: le das la mano y es el mismo personaje de El padre, la historia que escribi¨® Florian Zeller y que dirige en el Bellas Artes de Madrid Jos¨¦ Mar¨ªa Plaza.
Va a la cita con su abrigo de invierno, con ese aire de hombre que se entretiene con todo, con el f¨²tbol, con la nieta, con los escaparates. Y cuando se despoja del ropaje invernal, y pide un caf¨¦ con leche y habla de f¨²tbol (de su Real Madrid, esa pasi¨®n) y pasea por el bar sus ojos azules, es imposible no encontrar en el asombro sin oscuridad de sus ojos al mismo hombre que represent¨® anoche, tan ausente, tan duro o tan tierno como el Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez que a su edad, m¨¢s o menos, era como este Andr¨¦s que es Alterio en el escenario.
Pero ¨¦l est¨¢ aqu¨ª, no es Andr¨¦s, es H¨¦ctor Alterio. La primera vez que estuvo cerca del drama humano que representa ah¨ª arriba fue cuando su amigo el actor Juan Jos¨¦ Campanella lo llev¨® a ver su madre, una mujer de ochenta a?os, que estaba en esas circunstancias, en una residencia de Buenos Aires. Iban a rodar El hijo de la novia, con Norma Aleandro, y ese era el asunto. ¡°Su hijo y yo la sacamos a pasear alrededor de su casa. Era una persona mayor, de la edad que tengo ahora, fija en su pensamiento. En un momento determinado se paraliz¨® con pavor mirando hacia delante, nos cogi¨® de los brazos (ella estaba en el centro) y dijo: ??ay, si me viera mi pap¨¢!` ?Como si su padre pudiera verla del brazo de dos muchachos! Dimos una vuelta y al llegar a la puerta exclam¨®: ??No, yo ah¨ª no entro!` Vinieron los enfermeros, nosotros no pudimos entrarla¡±.
Es ahora un actor veterano. Le funciona la memoria, su materia prima, ¡°y recibir a la gente asombrado y alegre; me lo dan los ojos. ?No ves? Yo saludo as¨ª. ?Como en la obra, alegre! Con los brazos abiertos, ?as¨ª!.¡± El Eurobuilding, donde toma caf¨¦ con leche, se convierte de pronto en un escenario y ¨¦l es Andr¨¦s, no el actor. Y el entorno es claro y oscuro a la vez, ¡°como la obra¡±. ¡°La obra¡±, dice Alterio, ¡°es sobre la oscuridad. La oscuridad es la que marca la mente de la persona que sufre esa enfermedad. Y la luz contribuye entender el estado de ¨¢nimo, no s¨®lo de esa persona sino de las que la atienden¡±.
La gente no lo ve como Alterio, lo ve como Andr¨¦s. ¡°Y yo me veo as¨ª, claro que me veo. Y me veo sentado en el patio de butacas. Y me veo en los que luego me vienen a ver y lloran cuando me ven porque vuelven a enfrentarse con el personaje o con la persona que les provoca ese sentimiento. Un t¨ªo, un padre, alguien los espera en la misma circunstancia, con la misma oscuridad dentro y fuera¡±.
Podr¨ªa terminar siendo abajo tan solo el actor, no el hombre, respondi¨¦ndoles. ¡°No soy ya el actor entonces. Soy el ser humano que soy, no puedo ser el actor respondi¨¦ndoles. Pero a veces s¨ª, me doy cuenta de que les respondo como si estuviera en el escenario¡, perdido m¨¢s all¨¢ de la oscuridad de Andr¨¦s¡±.
¡ª?Y hay un momento, Alterio, en que se deja de ser actor tambi¨¦n cuando se baja?
¡ª?No s¨¦! Yo trato de dejarlo inmediatamente. ?Y tengo a mi mujer que me reprende: ??Que eso es lo que dices en la funci¨®n!` Pero no me doy cuenta¡
Alterio repite, en el escenario de la cafeter¨ªa, la met¨¢fora del fin de la obra: ¡°¡ es como si se me fuesen cayendo mis hojas, unas tras otras¡±. Andr¨¦s es un ¨¢rbol sin memoria cuyas ramas se caen, es el final de la vida, y es tambi¨¦n el l¨ªmite de la memoria. Y ese oto?o umbroso en el que entra parece el del propio Alterio, a esta edad. ¡°Y el p¨²blico se lo cree, cree que este soy yo tambi¨¦n. Tengo la edad del personaje, no soy un viejo que est¨¢ interpretando a un viejo con Alzheimer. Es Andres, soy Andr¨¦s, soy cre¨ªble. Yo miro a trav¨¦s de mi f¨ªsico, y mi f¨ªsico es el de cualquier personaje que pueda tener Alzheimer. Eso me ayuda, me libera y me deja trabajar en paz y en paz. Es mi trabajo. Ser otro. Y aqu¨ª lo soy, enteramente otro, pero yo en la escena¡±.
¡ªAs¨ª que es usted pero otro.
¡ªSi hubiera tenido una escuela, como el Actor?s Studio o alguna de esas, te podr¨ªa responder, pero no la he tenido. Siempre aprend¨ª mi letra, dej¨¦ que el director me pusiera en la escena y largaba. Con el correr del tiempo primero tengo que leerlo y cre¨¦rmelo yo. Cuando ya est¨¢ todo preparado, el espectador me tiene que creer a mi y yo se lo digo con la mayor verdad. La m¨ªa, la de H¨¦ctor Alterio¡ ?Yo no puedo evitar ser yo mismo, todo pasa por m¨ª!
¡ªAlterio, dice que le gusta esa frase de la obra, la oscuridad, el fin del tiempo, las ramas que se van cortando¡ ?Y usted, c¨®mo se lleva con el tiempo?
¡ªEl tiempo¡ Mira, yo s¨¦ que la pelota est¨¢ pegando en el poste, aunque todav¨ªa no ha entrado. Pero cuando pega en el poste, al poco es gol. S¨¦ que estoy en ese momento. Estoy bien de salud, la retenci¨®n de la letra no es la misma que hace diez o veinte a?os¡ Y el p¨²blico me responde. Es lo que hace que ese gol siga golpeando ah¨ª en el poste y no me afecte. S¨¦ que entrar¨¢¡, pero mientras tanto¡ Tengo apetito, como, discuto de pol¨ªtica y de f¨²tbol, hago mis fideos¡ Es decir, la vida. No voy a pensar que dentro de dos meses, dos a?os o tres esto se puede acabar. ?Para qu¨¦ me voy a arruinar la vida hasta ese momento?
Cuando sale del escenario de la cafeter¨ªa y alcanza la calle h¨²meda, Alterio se va tarareando en italiano, con la m¨²sica viaja a su origen.
Babelia
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