Deadwood / Swearengen
Siempre alabamos las series de HBO, pero algunas no tanto como se merecen
No hablamos de Deadwood lo suficiente. Estamos tan saciados de nombrar siempre series geniales de HBO como The Wire, Los Soprano, A dos metros bajo tierra y, ahora, Juego de tronos, que a veces se nos olvidan las otras grandes joyas de la cadena. Y tiene muchas. Deadwood, que por fin se emite al completo en una televisi¨®n en Espa?a (Movistar +) es una de ellas. Por citar un par de series m¨¢s, apunten Roma,Trem¨¦ y Carnivale. De nada. Y, como nos despistemos, en esta categor¨ªa de aparente ninguneo por parte de los medios acabar¨¢ entrando la excepcional The Leftovers (a¨²n esperamos la tercera y ¨²ltima temporada).
Hablar de Deadwood es hablar del gran personaje que la aviva, Al Swearengen, interpretado por?Ian McShane. Situ¨¦monos. 1876, Dakota del Sur cuando todav¨ªa era territorio de los sioux. Con la fiebre del oro, all¨ª se establece un campamento minero que poco a poco se va convirtiendo en un pueblo que no depende de los Estados Unidos, por lo que la ley es inexistente. All¨ª, Swearengen (personaje que existi¨®, al igual que el lugar que da nombre a la serie) maneja los hilos desde su burdel. McShane borda el papel de capo del pueblo por el que todo tiene que pasar. Es cruel cuando lo necesita, magn¨¢nimo cuando quiere, temido por m¨¦ritos propios, socarr¨®n y mal hablado todo el tiempo. Su actuaci¨®n, llena de matices, es ¨²nica.
Al igual que con otras figuras fundamentales de la historia de la televisi¨®n como Tony Soprano o Walter White en Breaking Bad, el espectador no puede m¨¢s que enamorarse de un personaje que es un criminal, de nula moralidad en tantos aspectos. Lo que ahora tanto nos gusta llamar antih¨¦roe. Y Swearengen est¨¢ a la altura de los mejores. A?¨¢dase a todo esto el acompa?amiento de otros grandes personajes (aunque McShane se los devora a todos), muy bien construidos y unos di¨¢logos, escritos por David Milch, que pueden resultar en ocasiones complejos, pero en su mayor¨ªa son brillantes.
Lo dicho, no hablamos de Deadwood lo que se merece. Y de Ian McShane tampoco.
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