Deadwood, Los Soprano, The Wire, el tesoro de HBO
Hubo una larga e indeseable ¨¦poca en este pa¨ªs en la que los cin¨¦filos ten¨ªan que cruzar fronteras si quer¨ªan encontrar el para¨ªso. La censura y sus demenciales, retorcidos y mezquinos criterios prohib¨ªan el cine m¨¢s deseable y pol¨¦mico que se estaba haciendo en el mundo. Los privilegiados que hab¨ªan tenido acceso a esas pel¨ªculas hablaban de ellas con el regocijo y la complicidad de los iniciados. Y provocaban mucha envidia. El mono te lo curaba un viaje anual al sur de Francia y el consecuente y apresurado atrac¨®n de esos t¨ªtulos estigmatizados. Tambi¨¦n la comprobaci¨®n de que entre ese cine pecador conviv¨ªa lo mejor y lo peor, el esc¨¢ndalo barato y la aut¨¦ntica transgresi¨®n, sensaci¨®n de clasicismo y modas de inmediato olvido. Estoy hablando de los primeros a?os de la d¨¦cada de los 70, dominada por la inacabable vejez de aquel prodigio de mediocridad llamado Franco.
Treinta a?os despu¨¦s, las urgencias y los anhelos de la cinefilia m¨¢s exigente tienen formato de series de televisi¨®n y la proveedora de la calidad extrema lleva el mitol¨®gico nombre de HBO. La censura palm¨® hace tiempo, pero el placer ante la contemplaci¨®n de esas apasionantes series sigue demor¨¢ndose en este pa¨ªs. Tienes entusiasmadas noticias de ellas a trav¨¦s de gente que vive en Estados Unidos o del pirateo selectivo en Internet, pero los que vivimos aqu¨ª o poseemos cavern¨ªcola e irremediable ignorancia en la t¨¦cnica de descargar nuestros objetos del deseo, podemos morirnos de impaciencia o de aburrimiento antes de que esas series puedan verse en una televisi¨®n nacional (generalmente de pago) o de poder adquirir en una tienda el ansiado estuche de DVD, la forma m¨¢s adecuada para disfrutar esos tesoros, sin pausas publicitarias, en versi¨®n original subtitulada, sin tener que esperar semana a semana el desarrollo y la continuidad de ese placer. Y el legado de HBO es de una riqueza, una heterodoxia y una audacia deslumbrantes. Su ¨²nica regla fija es que todos sus inventos est¨¦n presididos por la inteligencia, el inconfundible sello de la casa. Ese nivel art¨ªstico no decae, desconoce los tiempos muertos. Cuando crees haber degustado la serie de tu vida te llegan informaciones fiables de que han parido otra que es tan buena o mejor que la anterior.
Cuando cre¨ªa que era imposible superar el aroma y la profundidad de ese western impagable llamado Deadwood, la hipn¨®tica complejidad al mostrar el anverso y el reverso de la mafia en Los Soprano, la tragicomedia cotidiana de una familia de funerarios en A dos metros bajo tierra, la intriga, violencia, traici¨®n y turbiedad como se?as de identidad de la lucha por el poder en Roma, las esencias del mejor cine b¨¦lico en Hermanos de sangre, algunos amigos con ancestral buen gusto para el cine me contaron que HBO hab¨ªa producido una maravilla del g¨¦nero polic¨ªaco titulada The Wire. No exageraban.
En Estados Unidos est¨¢n exhibiendo la quinta y ¨²ltima temporada de The Wire. Aqu¨ª, el canal TNT tuvo la agradable osad¨ªa de comenzar a programarla hace siete meses. Ignoro cu¨¢ntos fan¨¢ticos ha conseguido, si la inversi¨®n est¨¢ siendo rentable. Yo me enamor¨¦ de ella hace un par de a?os, al recibir en un an¨®nimo sobre que llevaba sellos de Malasia la primera temporada, subtitulado el imposible argot de los narcotraficantes de Baltimore en el lenguaje coloquial de los hispanos de Estados Unidos. No fue un inconveniente demasiado serio para paladearla.
El ¨¦xtasis se ha prolongado con la visi¨®n de la segunda temporada. Me faltan tres m¨¢s para saciar mi adicci¨®n. Y, por supuesto, tendr¨¦ que conseguirlas en otro pa¨ªs. No intenten buscar esta serie genial en las estanter¨ªas de las tiendas espa?olas. No existe. Y ese desprecio, ignorancia o indiferencia del mercado nativo del DVD hacia esta obra de arte es m¨¢s que alarmante. Es muy grave, es imperdonable. La importancia que imprime The Wire a las series de televisi¨®n es comparable a lo que supone para el cine la saga de El Padrino. A nadie le entrar¨ªa en la cabeza que no estuviera a la venta en Espa?a la imperedecera trilog¨ªa que firm¨® Coppola.
?Qu¨¦ tiene de excepcional la serie que crearon David Simon y Ed Burns? Todo. Realismo de primera clase, personajes y situaciones que desprenden verdad, guiones en los que no falta ni sobra nada, un retrato de los mecanismos del narcotr¨¢fico y de la tan l¨®gica como generalizada corrupci¨®n de las instituciones que crea un negocio tan sabroso como perdurable, actores enormemente veraces que jam¨¢s te dan la sensaci¨®n de estar interpretando, villanos inquietantes y polic¨ªas muy humanos empe?ados en dignificar su complicada profesionalidad, el ritmo que necesita cada historia, rechazo radical de los t¨®picos y del edulcoramiento, una atm¨®sfera admirable, estilo, talento, complejidad emocional, mordacidad, acci¨®n, gracia, tragedia, peligro, magia, horror, reflexi¨®n, todos esos dones con los que nos enamora ancestralmente el gran cine.
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