Museo como m¨¢quina de exponer y de divulgar
Especialistas de todo el mundo se re¨²nen en Madrid para reflexionar sobre museolog¨ªa y museograf¨ªa
En un peri¨®dico no deber¨ªa tener hueco la elucubraci¨®n y, en muchas ocasiones, las predicciones lo son. Pero si lo predicho se cumple hay que contarlo y este martes, en el marco del Congreso Internacional de Museograf¨ªa que se celebra en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (RABASF) desde el lunes, se han corroborado dos asuntos de los que se lleva hablando mucho tiempo. Por un lado, la ubicuidad del arte que anunci¨® Paul Val¨¦ry (1871-1945) diciendo: ¡°El arte llegar¨¢ hasta nosotros a trav¨¦s de un flujo permanente de im¨¢genes auditivas y visuales que podremos convocar o hacer desaparecer a un gesto m¨ªnimo¡±. Ya no hay que ir a buscarlo, sale a la calle, se lleva encima, en esa ventana al mundo que puede ser el m¨®vil. Y por otro lado, la Conferencia de Museos de 1934 que se recuerda y homenajea estos d¨ªas en Madrid.
Dos simposios separados por m¨¢s de ochenta a?os, ocho d¨¦cadas en las que se habr¨¢n celebrado infinidad de actos similares y con temas comunes: arquitectura, iluminaci¨®n natural y/o artificial, salas de exposici¨®n y su mantenimiento, distintas maneras de presentar las colecciones, organizaci¨®n de almacenes, particularidades de los fondos escult¨®ricos o numism¨¢ticos, conservaci¨®n de las piezas. Estos asuntos sobre los que se reflexiona y se avanza hoy, ya lo fueron en la Conferencia celebrada en 1934, durante ese periodo de efervescencia que fue la Segunda Rep¨²blica, cuando se ten¨ªa la intenci¨®n de organizar una ense?anza nueva y acercar los tesoros culturales.
El Museo ambulante de las misiones pedag¨®gicas fue una de las herramientas que se utiliz¨® para acercar al pueblo las obras de arte a las que no ten¨ªan acceso. Impulsado por Manuel Bartolom¨¦ Coss¨ªo, director del Museo Pedag¨®gico Nacional, se hicieron copias de distintas obras del patrimonio y desde 1932 visit¨® m¨¢s de cien pueblos de toda la geograf¨ªa espa?ola. Un programa con claras similitudes a El Prado itinerante y que hac¨ªa part¨ªcipe en algunos de sus aspectos al municipio que lo alojaba, como en la decisi¨®n del lugar donde se mostrar¨ªan las obras o la ayuda al montaje y al desmontaje.
El p¨²blico comienza a tener importancia en el mundo de los museos a principios del siglo XX, pero nunca ha jugado el papel protagonista que ejerce en la actualidad ¡ªcompartido con las obras¡ª. Tampoco se han tenido las herramientas con las que se trabaja hoy. As¨ª, en una de las mesas redondas organizadas en las jornadas, han tomado la voz los medios de comunicaci¨®n, en tanto que son, de manera tradicional, los intermediarios entre las colecciones y el p¨²blico. Pero en este aspecto s¨ª que hay diferencia entre las conferencias de 1934, que se conocen y est¨¢n totalmente documentadas en los diarios de la ¨¦poca: El Sol, ABC, El Heraldo de Madrid, La Vanguardia, La Voz, La Libertad.
Ahora el p¨²blico tiene muchas maneras de acceder a los museos, que ya llegan a cualquier parte del mundo en la que haya conexi¨®n a Internet y, sin embargo, ?qu¨¦ tienen que hacer para ocupar un lugar tan preeminente en un peri¨®dico como es la portada?, preguntaba Iker Seisdedos, redactor jefe de la secci¨®n de Cultura de EL PA?S. El periodista ha explicado algunos de los motivos por los que esto podr¨ªa ocurrir: inauguraciones, esc¨¢ndalos ¡ªtanto de personal como con los fondos¡ª, censura ¡ªque se retire alguna obra de una muestra¡ª, nuevas exposiciones, los n¨²meros de visitantes... El Guernica, que es un motivo por s¨ª solo, y todo lo que le ocurra o le rodee es susceptible de ser noticiable. A esto, Teresa Ses¨¦, periodista de La Vanguardia, ha unido ¡°los artistas im¨¢n¡± entre los que ha nombrado a Picasso, Renoir, Dal¨ª... Ella aboga por fijarse en lo que se sale de los blockbuster. ¡°Las mejores historias nunca llegan en una nota de prensa de un museo¡±, pero para buscarlas hay que ¡°tener tiempo para perder el tiempo encontr¨¢ndolas¡±, ardua tarea.
La pugna entre medios tradicionales y redes sociales tambi¨¦n ha tenido su hueco. Quiz¨¢ en esto se diferencie estas jornadas de las de 1934, porque en otros asuntos como conseguir que un edificio hist¨®rico conviva en sinton¨ªa con una colecci¨®n o c¨®mo lograr la mejor iluminaci¨®n manteniendo la perfecta conservaci¨®n de los fondos, no hay enormes diferencias, solo las que da la tecnolog¨ªa. Mientras, queda la esperanza de que una sociedad cada vez m¨¢s preparada tenga mayor inter¨¦s por los museos. Y que para disfrutar de las colecciones y de los peque?os detalles que no abren telediarios, ni secciones de cultura en los peri¨®dicos, basta con encontrarse frente a La primavera de Arcimboldo, como les ha ocurrido, en la salida, a los asistentes al congreso en la Academia de Bellas Artes de San Fernando.
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