¡°Muchas novelas sobre el narco son oportunistas: no dicen nada¡±
EL PA?S re¨²ne a tres de los escritores mexicanos m¨¢s representativos para debatir el estado de sus letras
Tres escritores mexicanos se sientan en una mesa para charlar sobre el momento que vive su pa¨ªs y su literatura. Son Margo Glantz, 86 a?os, autora de ensayos, cr¨®nicas, novelas, acad¨¦mica de la lengua, referente y maestra de muchos escritores j¨®venes. Mario Bellatin, 56, vanguardista, cosmopolita, con una potente voz literaria en primera persona que atraviesa mundos repletos de m¨¢scaras. Juli¨¢n Herbert, 45, un novelista que hace poemas ¨Co al rev¨¦s¨C, consagrado desde su segunda obra, la autobiogr¨¢fica Canci¨®n de tumba.
Tres generaciones, tres miradas. Durante la charla, mantenida en la delegaci¨®n del peri¨®dico en Ciudad de M¨¦xico, colocan sobre la mesa m¨¢s nombres: Luis Felipe Fabre, Valeria Luiselli, Emiliano Monge, Yuri Herrera, Laia Jufresa, ?lvaro Enrigue. Hablan de escribir en el ba?o, en el celular, de la violencia, del machismo, de la adicci¨®n a las redes sociales, de los escritores merolicos y de los narcisos.
Narconovela o la literatura que no dice nada
?C¨®mo da cuenta la literatura de un cuerpo social devastado? ¡°Hay que metaforizar mediante el lenguaje lo que est¨¢ sucediendo porque si no, contando fosas y muertos, te quedas en la estad¨ªstica, no tiene sentido lo que une escribe. Muchas novelas sobre el narcotr¨¢fico son muy oportunistas y no dicen nada¡±, explica Glantz. El canon realista, ¡°esa coraza ¨Ca?ade Bellatin¨C que hemos cargado encima durante buena parte del siglo XX¡±, ya no sirve. ?l vivi¨® en Per¨² durante la ¨¦poca de Sendero Luminoso y ahora en la del narco mexicano: ¡°ante un momento de violencia extrema este tipo de escritura es ya anti¨¦tica porque genera una especie de complicidad¡±.
Herbert entiende que ¡°la tematizaci¨®n rompe ese r¨ªo de fondo que debe sostener una obra. Las mejores novelas de la II Guerra Mundial, suceden con la guerra como trasfondo¡±. El arte como huida de la representaci¨®n directa, como punto de fuga. Le interesa m¨¢s la historia de amor entre dos secuestradores que cuenta Emiliano Monge en Tierras arrasadas; las f¨¢bulas de migrantes de Yuri Herrera, que parecen cuentos de Las mil y una noches, o los artefactos de Luis Felipe Fabre, que mezclan ensayo, poema, teatro y hasta villancicos.
Glantz y Herbert citan una obra de Bellatin como ejemplo de esa literatura que s¨ª se hace cargo: El libro uruguayo de los muertos, con altas dosis de brutalismo, deformidad y dolor instaladas en el marco de una (supuesta) fantas¨ªa. ¡°Aunque no se nombre ¨Cdice Herbert¨C es un libro sobre el desastre de este pa¨ªs. El problema de la violencia no es tratado con rasgamiento de vestiduras sino que los discursos de la muerte est¨¢n pegados a ti¡±. Bellatin primero se sonroja y luego se explica: ¡°como en mis libros no quiero hacer el relato directo me llevo a los personajes a otros lugares, o los coloco sin tiempo y sin espacio. Pero la violencia est¨¢ ah¨ª, en el lenguaje y en el tema¡±.
El machismo de los pr¨®ceres
El Colegio Nacional, la instituci¨®n de los grandes nombres de la cultura mexicana, tan solo cuenta en 70 a?os con tres sillas para mujeres. ¡°Ciencia, humanidades, arquitectura, psicolog¨ªa,¡ no puede ser que seamos tan pocas¡±, razona Glantz. Solo en literatura, Bellatin arma al vuelo una lista de altura: Sor Juana In¨¦s de la Cruz, Nellie Campobello, Elena Garro, Rosario Castellanos, Josefina Vicens, Amparo D¨¢vila.
La Academia de la Lengua acogi¨® en 1995 a Margo Glantz. ¡°Recuerdo que acababa de publicar mi libro, Apariciones, y amigas m¨ªas me dec¨ªan ?C¨®mo es posible que te aceptaran despu¨¦s de escribir un libro tan obsceno?¡±. El machismo es un grave problema cultural en M¨¦xico y se refleja en la literatura como en el resto de campos. ¡°Uno de los temas soterrados sobre la participaci¨®n de las mujeres ¨Capunta Herbert¨C tiene que ver con el recalcitrante machismo de nuestra clase media ilustrada durante d¨¦cadas. Ese intelectual que sale a la calle a echar un discurso progre y luego se madreaba a su mujer en casa¡±.
Glantz recuerda una an¨¦cdota que hoy llevar¨ªa colgada la medalla de oro al mansplaining supremo. Nellie Campobello y Mart¨ªn Guzm¨¢n, quiz¨¢ las dos mejores plumas de la novela de la revoluci¨®n, fueron amantes durante una ¨¦poca. Ella, sin embargo fue ninguneada por d¨¦cadas. ¡°Cartucho, es un texto extraordinario. Campobello escrib¨ªa cosas mucho m¨¢s sinceras y violentas que Guzm¨¢n, pero ¨¦l le recriminaba porque dec¨ªa que era indecente. Una mujer, por ejemplo, no pod¨ªa abrirse de piernas y orinar¡±.
?Nuevo can¨®n latinoamericano?
Los tres est¨¢n de acuerdo en que hay una voz mexicana que est¨¢ sonando mucho dentro y fuera: Valeria Luiselli. En Chile, en EE UU, en Argentina, en Alemania. ?Por qu¨¦? ¡°A mi es una autora que me encanta, pero he le¨ªdo muy poca cr¨ªtica sobre ella. Hay periodismo y academia, pero no cr¨ªtica. Y ah¨ª viene entonces el problema de c¨®mo se est¨¢ construyendo el nuevo canon de la novela hispanoamericana¡±, apunta Herbert. ¡°Parece que hubiera que poner a los escritores en cajoncitos para poder entenderlos: mujer o realista o vanguardista¡±, a?ade Glantz.
Los tres lanzan un torrente de nombres sugestivos a lo largo de la regi¨®n: el uruguayo Felipe Poleri, los argentinos Federico Falco, C¨¦sar Aira, Selva Almada, Mar¨ªa Moreno, N¨¦stor Perlongher, la chilena Diamela Eltit. ¡°S¨ª ha habido un cambio de paradigma ¨Cafirma Bellatin¨C porque discursos que ahora son centrales, hace 30 a?os estaban absolutamente al margen¡±. Y esa inercia centr¨ªpeta ser¨ªa la heredera de una lista de autores dislocados como Juan Carlos Onetti, Lezama Lima, Pablo Palacio, Ram¨®n Ribeyro y hasta Osvaldo Lamborghini o Pedro Lemebel.
Las redes sociales y los ba?os
¡°Si no entro al Facebook todos los d¨ªas siento que estoy fallando a mis seguidores¡±, dice Glantz. ¡°Soy un adicto al Twiiter ¨Cadmite Herbert¨C y eso me hace peor escritor¡±. Bellatin considera las nuevas tecnolog¨ªas un enemigo de la escritura compleja: ¡°Nunca se ha escrito m¨¢s que ahora, pero ?qu¨¦? Hola, ya llego¡¡±. A la vez, reconoce que escribe compulsivamente en su tel¨¦fono celular: "en la calle, en la fila, todo el d¨ªa, me vuelvo un hombre escritura. Pero es para m¨ª¡±.
Todos lamentan el tiempo que consumen las redes sociales. ¡°Puedes hacer cosas muy interesantes o cosas muy est¨²pidas, inocuas y narcisistas¡±, dice Glantz. En uno de sus ¨²ltimos libros introdujo unos cuantos tuits. Lo defiende con una analog¨ªa al Oulipo, la escuela experimental y juguetona de Perec y Queneau, que lo mismo les daba por usar una sola vocal en todo un texto, que armar figuras geom¨¦tricas con las frases. ¡°Los tuits son tambi¨¦n un pensamiento fragmentario que aparece pulverizado pero que funciona si lo organizas con intenci¨®n¡±.
Herbert intent¨® una vez colocar frases sueltas escritas al rev¨¦s por las paredes y el techo de un ba?o. Calculando los ¨¢ngulos pretend¨ªa construir una sintaxis en el reflejo del espejo, quer¨ªa que las frases quedaran ordenadas en una estrofa. ¡°Me interesa la posibilidad de caminar por dentro del lenguaje¡±.
Herbert es poeta y cierra con una cita de Roland Barthes:
¡ªLa burgues¨ªa te perdona todo menos que le desordenes la sintaxis.
Babelia
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