Un mirlo blanco
Zugaza reun¨ªa todos los requisitos para ser director del Museo del Prado, no hay que borrar su legado
Si es harto dif¨ªcil encontrar un ¡°marido ideal¡±, mucho m¨¢s lo ser¨¢ por fuerza hallar el ¡°director ideal¡± para el Museo del Prado. Los n¨²meros cantan al respecto: con la inesperada dimisi¨®n de Miguel Zugaza, han sido 29 los directores de la hist¨®rica instituci¨®n a punto de celebrar su bicentenario, pero contando con el que le vaya a suceder antes de esta efem¨¦ride, que sera el trig¨¦simo, nos va una media de duraci¨®n de seis a?os por director. Ahora bien, como quiera que los cuatro m¨¢s duraderos ¡ªJos¨¦ de Madrazo, Sotomayor, Villegas y el propio Zugaza¡ª han ocupado el cargo casi durante un siglo, la media se reduce a cuatro a?os por director, lo que es bien poco para las necesidades del cargo.
?C¨®mo entonces se ha podido dejar dimitir a Miguel Zugaza, un aut¨¦ntico ¡°mirlo blanco¡± para esta funci¨®n, como as¨ª lo ha acreditado sobradamente durante tres lustros? No me lo explico. ?Reun¨ªa todas la condiciones para la dif¨ªcil misi¨®n! Era joven, historiador del arte por la Universidad Complutense, experimentado muse¨®logo, empresario y gestor, un hombre sagaz, voluntarioso, prudente, perspicaz, h¨¢bil pol¨ªtico¡ Parec¨ªa un milagro, y, desde luego, los ha propiciado de todo tipo en sus casi 15 a?os de m¨¢ximo responsable y en todos los terrenos a su alcance. Es verdad que eventualmente no hay maridos ideales ni mirlos blancos, pero si te encuentras con uno en nuestro pa¨ªs aprovechas cualquier oportunidad para quit¨¢rtelo de encima. Es dif¨ªcil compendiar, caso por caso, dato por dato, iniciativa por iniciativa, todo lo que en estos a?os ha aportado al Museo del Prado Miguel Zugaza, y casi, por tanto, ni siquiera hace falta echar la cuenta.?
Por primera vez, siento que mi humilde opini¨®n tiene el respaldo completo de todos los expertos nacionales e internacionales competentes en el tema. No hay, por consiguiente, ning¨²n otro adjetivo para el hecho que ahora estamos comentando que el de institucionalmente tr¨¢gico.
Debemos preservar su legado para mantener limpio el Museo del Prado y nuestro prestigio
En cualquier caso, lo ¨²nico que ahora debemos afrontar como imprescindible es que este hecho tr¨¢gico no sea seguido por una ruptura lamentable; es decir: que debemos preservar imperativamente su legado para no caer en el oprobio y, lo que es peor, volver a ensuciar una de las pocas instituciones que ha producido nuestro pa¨ªs que mantienen limpio nuestro prestigio.
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