¡°La gran novela americana son Dylan o Lou Reed¡±
El escritor Manuel Vilas, en un libro de g¨¦nero h¨ªbrido, homenajea a Lou Reed y disecciona la Transici¨®n espa?ola desde una perspectiva pop
En 1975 no hab¨ªa a¨²n un solo McDonald¡¯s abierto en Espa?a al que el ni?o Manuel Vilas (Barbastro, 1962) pudiera dedicarle una tentativa de verso. En 1975, en marzo, en un pa¨ªs que no terminaba de desembarazarse de cuarenta a?os de dictadura, aterriz¨® para dar dos conciertos ¡ªMadrid y Barcelona¡ª la voz que fascin¨® al ni?o Vilas; que le tom¨®: ¡°pedofilia musical¡±, dice. Entonces no pudo acudir ni supo que un comisario de polic¨ªa fue a ver al promotor para que impidiera que Lou Reed, drogadicto universal, cantara Heroin. Ahora, decenas de conciertos suyos a la espalda despu¨¦s, le divierte imaginar que ¡°el m¨¢s intelectual de los comandantes de la guardia civil, el que hablara ingl¨¦s, estuviera ante el tocadiscos escuchando la canci¨®n en un vinilo importado y tomando nota¡± para censurarle antes de que subiera al escenario. ¡°Se han hecho millares de estudios sesudos sobre la Transici¨®n, pero ning¨²n acercamiento desde una perspectiva pop, y de uno as¨ª saldr¨ªa un retrato sociocultural que explicar¨ªa qui¨¦nes somos hoy¡±. En parte, adem¨¢s del homenaje de un mit¨®mano honesto, eso es el libro Lou Reed era espa?ol (Malpaso).
Dice Vilas que nuestra Transici¨®n fue como el disco Transformer de Lou Reed. Cuando Reed sale escupido de la Velvet Underground en 1970 regresa a casa, a trabajar como contable para su padre, abogado, hasta que David Bowie lo arrastra a la fuerza a Londres y se convierte en estrella del rock con Transformer. En Espa?a, aduce, el r¨¦gimen declinante hace volver a Juan Carlos I y ese ¡°disco¡± que produce Adolfo Su¨¢rez trae despaciosamente el ¨¦xito, por orden: democracia, Europa y despegue econ¨®mico. Luego, ambos se suicidan. Reed compone Berlin, obra despedazada por la cr¨ªtica, y Espa?a se aferra a lo m¨¢s envenenado de sus ra¨ªces ¡ªcorrupci¨®n, nepotismo, pontificaci¨®n de la mediocridad¡ªy se queda en pelotas con la crisis de 2008 que, seg¨²n Vilas, no solo dura todav¨ªa sino que est¨¢ matando a Espa?a. La cura, la que propugna Vilas, est¨¢ en el Lou Reed que se desengancha y aprende tai chi, que se reconoci¨® m¨¢s en la literatura que en la m¨²sica¡ªDelmore Schwartz, su maestro en Siracusa, o Hubert Selby Jr., autor de R¨¦quiem por un sue?o¡ªy que, por encima de todo, aunaba pasi¨®n y ¨¢nimo destructivo. ¡°Una cultura fuerte es la que ocasiona una combusti¨®n, la que es capaz de poner patas arriba cimientos y creencias. La cultura es la salvaci¨®n¡±. Sin embargo, en el ep¨ªlogo que ¨¦l escribe y que intenta replicar los finales de canci¨®n de Reed en los que se romp¨ªa el sonido, dialogan los cad¨¢veres de Espa?a y del cantante en un tono que se parece tanto al verso como al ensayo y que culmina en una declaraci¨®n de amor mutua a la desesperada. Es pesimista, pero sonr¨ªe mientras lo confiesa.
El escritor aragon¨¦s envidia EE UU de una manera no tan distinta, m¨¢s madura tal vez, ahora que vive a caballo entre Iowa y Madrid, a como lo hac¨ªa el ni?o de 1975. All¨ª lo que hacen los creadores colisiona con la realidad y la altera, all¨ª, explica, la literatura se expandi¨® fuera de la p¨¢gina y, tal como ha sabido reconocer ahora la academia sueca, cierta m¨²sica ocurri¨® dentro del ¨¢mbito de la literatura. ¡°No hemos dejado de buscar la nueva gran novela americana en librazos de mil p¨¢ginas, en los nombres de Pynchon, Roth o David Foster Wallace, y puede que nunca hubiera estado ah¨ª. La Am¨¦rica desde mitad del siglo XX hasta ahora la cuenta mejor la sucesi¨®n de porciones de pocos minutos grabadas en un disco, los cinco o seis discos fundamentales de Lou Reed o Dylan o Leonard Cohen. La gran novela americana son Dylan o Lou Reed¡±. Fantasea con lo gratamente sorprendido que Lou Reed se habr¨ªa mostrado del galard¨®n de Dylan, la genuflexi¨®n de la alta cultura a la popular. Vilas dice convencido que ese fen¨®meno en la historia reciente espa?ola no se ha dado. Ni siquiera durante la explosi¨®n creativa que fue La Movida la literatura se manch¨® de pop, ¡°caminaron separadas y nunca se encontraron¡±. Vilas se lamenta, de hecho, de que todav¨ªa haya quien le cuestione que para hablar de olvido mencione un McDonald¡¯s y exija oc¨¦anos o im¨¢genes de gran vuelo, frente a la cotidianidad de lo que est¨¢ en todas partes. ¡°Hace falta escuchar mucho m¨¢s rocanrol¡±.
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