Un canto valiente
Reeditado el disco clandestino 'Love Is a Drag' de temas de amor homosexual que marc¨® un hito en los sesenta
![Stonewall Inn (Nueva York), espita del movimiento de liberación gay en EE UU.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/K7BCMC47O4EEHDKTMRSNXPRTZ4.jpg?auth=d5ba6d9fc90a53c4daf4abfccb49668630a169f6d79a6d274acf8634afecbe4d&width=414)
Fluida y masculina, la voz interpreta un anhelante Lover man con elegante parsimonia. Y salta la duda. No es raro, al escuchar a ignotos vocalistas del jazz cl¨¢sico, que se diluya su g¨¦nero. Grandes divas destacaron por un registro vocal ambiguo, pero en esta versi¨®n de Lover man, tema fetiche de Billie Holiday, quien canta es con toda certeza un hombre y su aterciopelada tonada se dirige incuestionablemente a otro hombre.
Es el inicio de Love is a drag, elep¨¦ de 1962 orientado a un submundo clandestino entonces todav¨ªa perseguido por psiquiatras moralistas y leyes represivas. El amor que no osa decir su nombre inspir¨® esta rareza ¡ªaqu¨ª t¨ªtulos como My man, The boy next door o He¡¯s my guy son enamoradizos cantos al objeto de deseo homosexual¡ª que supera el subproducto para minor¨ªas entre tinieblas, pues discurre con impecable calidad musical.
Fue Love is a drag una empresa valiente. No incurri¨® en la habitual alteraci¨®n de g¨¦nero en baladas anteriormente interpretadas por mujeres. Al usar las letras originales, dicen las notas de contraportada, el an¨®nimo vocalista romp¨ªa ¡®¡¯la barrera que detuvo a tantos grandes cantantes que, por falta de coraje, no se atrevieron a hacerlo. Son interpretaciones sinceras cantadas por un int¨¦rprete que siente la m¨²sica y sabe extraer el m¨¢ximo de una canci¨®n¡¯¡¯.
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Medio siglo despu¨¦s sabemos, gracias al historiador LGBT J.D. Doyle, que la voz pertenec¨ªa a Gene Howard, un heterosexual que hab¨ªa cantado en la orquesta de Stan Kenton. Cuando una peque?a discogr¨¢fica de Los Angeles quiso ampliar mercado, Howard record¨® la noche en que asisti¨® a un espect¨¢culo de varones que entonaban sus amores homosexuales con seriedad y dramatismo. Imagin¨® que habr¨ªa p¨²blico para un producto que, obviando la impostaci¨®n, se apartase de las ic¨®nicas Marlene Dietrich o Judy Garland.
Howard estaba casado, de ah¨ª que el ¨¢lbum no le acredite y aparezca el enigm¨¢tico subt¨ªtulo ¡®¡¯vocalizaciones apasionadas de un cantante inusual¡¯¡¯. El t¨ªtulo mismo juega con el triple sentido de drag, cuya pronunciaci¨®n puede traducirse por ¡®¡¯el amor es una droga¡¯¡¯, ¡®¡¯un travestismo¡¯¡¯ o ¡®¡¯un engorro¡¯¡¯. La discogr¨¢fica invent¨® una subsidiaria, Lace Records, para no verse asociada con el colectivo, y el ¨¢lbum se vendi¨® razonablemente bien, recibiendo la previsible bendici¨®n de Liberace, pero asimismo de Frank Sinatra.
Las interpretaciones de He¡¯s funny that way o Can¡¯t help loving that man ¡ªy los piropos a Bill o Jim enunciados con sublimada pasi¨®n¡ª honraban una realidad a menudo constre?ida por el amaneramiento plum¨ªfero y la broma chusca, en grabaciones que redundaban en una imagen negativa y maniquea del universo gay. Algunos de estos pintorescos temas los recoge el cr¨ªtico musical Jon Savage en la colecci¨®n Queer Noises. From the closet to the charts 1961-1978.
Son canciones cuyos t¨ªtulos rozan la humillaci¨®n y la idiotez. En Estados Unidos, el histri¨®n Rodney Dangerfield cant¨® la chistosa Florence of Arabia y el poeta Rod McKuen, pionero activista LGBT, enton¨® una t¨®rrida Eros. En Inglaterra, donde los gays viv¨ªan bajo la presi¨®n judicial, el conjunto instrumental The Tornados plasm¨® las querencias de su productor Joe Meek en Do you come here often?, y los punks Dead Fingers Talk grabaron la burlona Nobody loves a fairy when they¡¯re forty.
Las pesquisas de Savage incluyen temas m¨¢s populares: See my friends de los ambiguos Kinks o Astral cowboy del arquitecto del sunshine pop Curt Boettcher. Tambi¨¦n a la primera estrella rock abiertamente gay, Jobriath, surgida a ra¨ªz del ¨¦xito de David Bowie quien, record¨¦moslo, confes¨® ser bisexual. Y no olvida el sonido eurodisco de Sylvester o las confesiones chaperas de Ramones.
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Es el panorama que documenta con rigor hist¨®rico Martin Aston en el libro Breaking down the walls of heartache. En su exhaustivo ¨ªndice no solo aparecen Freddie Mercury y Dusty Springfield, Indigo Girls y Morrissey, sino todo un qui¨¦n es qui¨¦n del gremio. El minucioso estudio detalla los distintos g¨¦neros y ¨¦pocas, detecta letras codificadas y pronombres alterados, testimonia los submundos de la m¨²sica disco o el queercore, el tremendo impacto del SIDA.
La comunidad homosexual, silenciada durante los rectos a?os 50, ni siquiera se benefici¨® de las conquistas sexuales del jipismo. Deber¨ªa esperar a la revuelta del Stonewall Inn, local neoyorquino que en 1969 contempla una violenta refriega con la polic¨ªa, para salir a la luz, organizarse y reclamar derechos largamente vulnerados. Fue el detonante de la conquista de ¡®¡¯libertades ganadas a pulso que siguen siendo demasiado fr¨¢giles¡¯¡¯, como escribe Savage.
Love is a drag habita un tiempo m¨¢s inocente. Escapa a las trampas de la intolerancia fabulando una atm¨®sfera en la que todo prejuicio se evapora y los sentimientos vuelan sin la claustrofobia del secretismo y sus da?os colaterales. Se reedita con ocasi¨®n del Record Store Day en exquisito vinilo dorado. Y ya no es necesario ¡®¡¯entender¡¯¡¯ para disfrutarlo como ¡ªadem¨¢s de arqueolog¨ªa LGBT¡ª deleite musical.
Love Is a Drag. Gene Howard. Sundazed
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