Bob Dylan, el premio Nobel de Literatura y los estudios culturales
El cantante, letrista y poeta recibe el Nobel de estos nov¨ªsimos tiempos relativistas que han cambiado los valores est¨¦ticos y culturales
El gran profesor, cr¨ªtico y te¨®rico de la literatura ¨C adem¨¢s de ensayista y novelista ¨C Raymond Williams (1921-1988) puso en marcha en Reino Unido una modalidad novedosa de afrontar el conocimiento de la cultura de un pa¨ªs y para ello propugn¨® una idea b¨¢sica que es la siguiente: la cultura no solo se define desde los ¨¢mbitos elitistas de lo que podr¨ªamos llamar ¡°alta cultura¡± (gran literatura, gran cine, gran m¨²sica, etc.), sino, tambi¨¦n, desde lo que podr¨ªamos llamar cultura popular o ¨C si se quiere, pero sin que eso signifique en este contexto menosprecio sino todo lo contrario ¨C ¡°baja cultura¡±. Una tarea primordial espera al estudioso de las artes a partir de ese momento: trastocar los valores culturales, exactamente como Nietzsche hab¨ªa trastocado radicalmente los valores morales. A partir de las ideas de Williams ¨C muy influidas por el marxismo m¨¢s inteligente que quepa imaginar¨C ya no se puede hablar en el ¨¢mbito acad¨¦mico de gran cultura y baja cultura porque esta es tan digna como aquella y merece un estudio tan cuidadoso como aquella.
Esta propuesta podr¨ªa haber fracasado y haber pasado a ser una an¨¦cdota curiosa y extravagante en el ¨¢mbito de las peripecias curriculares universitarias, donde lo nuevo siempre est¨¢ tan mal visto por los vigilantes de lo establecido (garante siempre de beneficios como posici¨®n, influencia, medro, etc.). Por el contrario, la propuesta de Williams y sus seguidores triunf¨® y se hizo un hueco en los estudios acad¨¦micos y hasta cuaj¨® en la f¨®rmula de referencia por la que es conocida: los ESTUDIOS CULTURALES. Y tanto triunf¨® que hasta pas¨® el charco y se instal¨® s¨®lidamente en las universidades norteamericanas, donde, desde entonces ¨C a?os 80 como m¨ªnimo ¨C ha pasado a tener una posici¨®n dominante, para pasmo y desolaci¨®n de personajes de la vieja guardia como Harold Bloom.
Como he dicho, una de las dianas favoritas de los estudios culturales fue la jerarqu¨ªa de los valores intocables y, junto con ella, la cerraz¨®n de los curr¨ªculos y perspectivas, marcada por visiones elitistas relacionadas con un mundo m¨¢s estable en el que el acceso a los bienes culturales de alto standing eran limitados y creaban castas endog¨¢micas que cerraban el paso a las expresiones culturales de otra procedencia y otro rango. Adem¨¢s, esas visiones restrictivas limitaban sus intereses y preferencias a determinadas razas y lenguas poderosas, dejando en la estacada a otras sin tanta suerte ni tanto cr¨¦dito ni tanta difusi¨®n. Apareci¨® entonces un nuevo valor, muy relacionado con lo anterior: el multiculturalismo y, con ¨¦l, el relativismo, que supon¨ªan un considerable estacazo a la estabilidad del orden aristocr¨¢tico (por llamarlo as¨ª).
Razas marginales, lenguas marginales, culturas marginales pasaron a merecer un cr¨¦dito de estudio y valoraci¨®n en los ¨¢mbitos acad¨¦micos, a veces en detrimento de las m¨¢s tradicionalmente consolidadas. Escritores, pintores, cineastas, m¨²sicos de or¨ªgenes perif¨¦ricos destronaban los dioses de los c¨¢nones occidentales. Un estudiante pod¨ªa (puede) tranquilamente escoger estudiar la poes¨ªa popular creada en al ¨¢mbito de la m¨²sica pop y rock ¨C Bob Dylan, por ejemplo ¨C antes que a los poetas rom¨¢nticos ingleses o antes que a Dante o antes que a Homero.
Y eso no significa que ese estudiante sea un desorientado ignorante y la universidad que lo ampara una cloaca de perversiones enloquecidas. Significa que los valores han cambiado y que nuestros tiempos reman en favor de esos valores. Y tanto es as¨ª que hasta una instituci¨®n como la Academia Sueca que decide la concesi¨®n del Premio Nobel de Literatura se ha plegado clar¨ªsimamente al mandato de estos tiempos, y con perfecto conocimiento de causa (no se olvide). Los acad¨¦micos suecos conocen perfectamente este estado de cosas y han querido ser los m¨¢s posmodernos al conceder el premio a Bob Dylan, para pasmo de todos los defensores de las viejas guardias y de los viejos ¨®rdenes.
De ese modo han creado una especie de tsunami que obliga a pensar a todo el mundo, a favor o en contra. En vez de refugiar su prestigio en personalidades a veces de bajo perfil medi¨¢tico ¨C para as¨ª reforzar muchas veces su ecuanimidad -, se han puesto en la proa de todas las naves que navegan los nuevos mares de las culturales plurales, desjerarquizadas, mestizas, antiaristocr¨¢ticas, siempre ¨C tambi¨¦n sin duda ¨C con el rumor de fondo de las nuevas tecnolog¨ªas que amparan mucho m¨¢s esas oleadas multiculturales y antican¨®nicas que las m¨¢s refinadas de los viejos c¨¢nones que tanto amamos algunos sin embargo. Bob Dylan es un gran m¨²sico, sin duda, y es un gran letrista, tambi¨¦n y, por eso mismo ¨C dice la Academia - es tambi¨¦n un gran poeta. La Academia Sueca dice: esa es su grandeza, ser dos cosas al mismo tiempo y por eso merece el Premio Nobel de Literatura de los nov¨ªsimos tiempos relativistas que han cambiado los valores est¨¦ticos y culturales de siempre puede que para siempre.
?ngel Rup¨¦rez es escritor y ha sido profesor de Teor¨ªa de la Literatura de la Universidad Complutense de Madrid
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