Mucho m¨¢s que mescalina y fiesta loca
El libro '?Bacalao! Historia oral de la m¨²sica de baile en Valencia (1980-1995)' traza el relato colectivo de un tiempo que cambi¨® el ocio nocturno desde presupuestos de vanguardia
Valencia no era Berl¨ªn. Ni siquiera Manchester. Pero durante los a?os 80 ferment¨® en las discotecas de su extrarradio, en las carreteras que conduc¨ªan a las cercanas localidades de Pinedo, Sueca o La Eliana, una forma muy particular de entender el ocio nocturno. En medio de la insolente efervescencia de una democracia reci¨¦n recuperada, las noches se fund¨ªan con los d¨ªas en interminables sesiones discotequeras que hu¨ªan del sota, caballo y rey que encarnaban el slow (para bailar en pareja), el binomio del funky y la m¨²sica disco y la inevitable rumba pop, y se beneficiaban del vac¨ªo legal sobre los horarios de cierre, congregando a miles de personas al ritmo de un men¨² de rock blanco y de guitarras en el que temas como Four Enclosed Walls (PiL), Kaw-Liga (The Residents) e incluso Tinseltown In The Rain (The Blue Nile) pod¨ªan convertirse en insospechados petardazos para la pista de baile. Igual daba que fuera de d¨ªa o de noche.
Algunas discotecas cerraban para disimular un par de horas, a las seis de la ma?ana, y luego volv¨ªan a abrir hasta la tarde del d¨ªa siguiente. No ocurr¨ªa en ning¨²n otro rinc¨®n del pa¨ªs. Solo en aquella Valencia que, buscando su sitio al margen de la Movida madrile?a (y su versi¨®n gallega, los ecos del rock radical vasco o la Barcelona preol¨ªmpica), se preciaba de acoger el primer concierto de Soft Cell en Espa?a, o las primeras visitas de Stone Roses o Happy Mondays, ya a finales de los 80. A su manera. A su bola. Un apunte ilustrativo: en 1986, mientras las bandas emblem¨¢ticas de la escena gallega fletaban un tren a la meca de Madrid, la modernidad valenciana alquil¨® un barco para irse a Ibiza. De hecho, m¨¢s de uno se pregunta qu¨¦ hubiera pasado si los DJs brit¨¢nicos Paul Oakenfold, Danny Rampling y Nicky Holloway (importadores del fen¨®meno acid house y alentadores de la cultura rave) hubieran pasado el verano del 87 en las discotecas de la carretera de El Saler valenciano en lugar de en las de Ibiza. ?Habr¨ªa cambiado el cuento?
Dec¨ªa el personaje de Tony Wilson (Factory Records) en la pel¨ªcula 24 Hour Party People que, caso de tener que elegir entre leyenda y realidad, es mejor quedarse con la leyenda. Pero m¨¢s de 50 personas dif¨ªcilmente pueden ponerse de acuerdo en contar la misma leyenda. Y ese es el gran valor de ?Bacalao! Historia Oral de la M¨²sica de Baile en Valencia (1980-1995) (Contra), en el que el periodista y DJ barcelon¨¦s Luis Costa da voz, en un relato colectivo apasionante y excepcionalmente hilvanado, a quienes vivieron aquella efervescencia de primera mano. ¡°Hab¨ªa que tener muchos cojones para poner el Rock and Roll de Lou Reed en una sala en Valencia¡±, dice el DJ Carlos Sim¨® sobre el trabajo de su colega Juan Santamar¨ªa en la primera mitad de los 80. Sim¨®, Santamar¨ªa, Toni Vidal, Miguel Jim¨¦nez, Fran Lenaers, Jos¨¦ Conca, Jorge Albi y otros disc jockeys y agitadores nocturnos de la ¨¦poca, junto a algunos m¨²sicos y periodistas - entre ellos Joan Oleaque, autor del imprescindible En ¨¦xtasi, ensayo de 2004 - recuerdan aquellos interminables fines de semana de tres d¨ªas, en los que al ritmo de un men¨² musical genuinamente desprejuciado se daban cita punks, rockers, skins y g¨®ticos en templos del ritmo como Barraca, Chocolate, Arena, Espiral, Spook, Puzzle o ACTV. La euforia producida por la mescalina, droga del momento, redondeaba aquella ecuaci¨®n, que rein¨® durante toda la d¨¦cada de los 80, y que a tantos j¨®venes atrajo, llegados de toda Espa?a. Imparable efecto llamada.
Con el tr¨¢nsito a los 90 vino el baj¨®n. El derrumbe. El trecho que va de sesiones en las que no era extra?o escuchar a Sisters of Mercy, Talk Talk, Simple Minds o Peter Murphy a los infaustos refritos de material antiguo (los pastelitos) y la dureza inmisericorde de los ritmos del gabber holand¨¦s o el happy hardcore, cuya versi¨®n par¨®dica eran los pitufos makineros. Lo que separa el Bacalao del Bakalao. El encefalograma plano. Peores drogas, peor ambiente y decadencia, alentadas por la presi¨®n medi¨¢tica y policial sobre la llamada Ruta, el sensacionalismo de una prensa aupada en el caso Alc¨¤sser, la resaca de los fastos del 92, la crisis econ¨®mica e incluso -hay quien lo apunta- el inminente relevo en el poder estatal y auton¨®mico. De todo ello qued¨® el ef¨ªmero sonido Valencia, el de los Megabeat e Interfront, y la tard¨ªa popularidad de Chimo Bayo, quien, en plena promo de su novela No iba a salir y me li¨¦ (junto a Emma Zaf¨®n), no ha encontrado un hueco para compartir su recuerdo en un volumen -el de Luis Costa, decimos- que pone en valor a todos aquellos quienes, m¨¢s all¨¢ de la fama, cardaron la lana.
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