El aliento de la calle

"Vivimos en un pa¨ªs donde la mayor¨ªa de la gente en torno a los cuarenta y tantos a?os ha matado a alguien". Ante una realidad semejante parece imposible poder avanzar. Y, sin embargo, hay ciudades, pa¨ªses, personas, que lo consiguen. La voluntad de sobrevivir de los seres humanos es inabarcable. Tambi¨¦n su capacidad para, previa reflexi¨®n, siendo consciente de d¨®nde se vive y de lo que ocurri¨® en exactamente los mismos lugares donde ahora se pasea en paz, tragar saliva y mirar de frente. Sarajevo, la ciudad de Bosnia, a la que se refer¨ªa la frase inicial; Kigali, en Ruanda, con un genocidio retransmitido en directo por la radio; Medell¨ªn, en Colombia, con el pueblo atrapado entre cuatro frentes de violencia; y Beirut, capital de L¨ªbano, centro de operaciones b¨¦licas y de la inestabilidad en Oriente Pr¨®ximo. Cuatro lugares que hoy aspiran a seguir respirando, y a las que Francesc Relea dedica Ciudades a contraluz, un retrato de introspecci¨®n y esperanza.

Sin voz en off explicativa, con el apoyo puntual de breves textos sobreimpresionados en la pantalla, y con apenas unos flases encadenados, no demasiado extensos, de im¨¢genes documentales de las cuatro tragedias, Relea ha compuesto un documento donde las ciudades palpitan. Por medio de declaraciones de sus habitantes, pero sobre todo de planos de apoyo que simbolizan la liberaci¨®n, Ciudades a contraluz posee un ritmo de paz. Algo complicad¨ªsimo de alcanzar y que Relea, director de Serrat y Sabina: el s¨ªmbolo y el cuate (2013), periodista especializado en Internacional antes que cineasta, logra gracias a la pausa y el sonido, al resuello de las im¨¢genes y el pulso de la magn¨ªfica m¨²sica de Javier Rodero, en las ant¨ªpodas de sus bandas sonoras de comedia para las pel¨ªculas de Javier Ruiz Caldera.

Los habitantes de las cuatro ciudades insisten en la importancia de la cultura, del arte, del deporte, para continuar en una nueva senda. Pero, en la pel¨ªcula, es la pervivencia de objetos y lugares, ese machete que hoy no corta cabezas sino ramas, la avenida de Sarajevo que entonces era un suicido cruzar, la que sobrecoge, fascina y conquista