Un hogar para la contracultura
La escritura visual de Vinterberg ha evolucionado hacia una org¨¢nica madurez, que le permite ser respetuoso con las exigencias del relato
LA COMUNA
Direcci¨®n: Thomas Vinterberg.
Int¨¦rpretes: Ulrich Thomsen, Tryne Dyrholm, Martha Sofie Wallstr?m Hansen, Helena Reingaard Neumann.
G¨¦nero: drama. Dinamarca, 2016
Duraci¨®n: 111 minutos.
En una clase de Arquitectura Racionalista, un alumno presenta un trabajo sobre tipis. Ante el desconcierto de su profesor, el joven argumenta una defensa de los tipis que subraya su potencial para interactuar con el mundo de los sue?os. ¡°La arquitectura no tiene nada que ver con los sue?os, sino con resolver c¨®mo la gente puede vivir junta¡±, replica el acad¨¦mico, sin reparar en que, en su propia vida, hay muchos elementos que refutar¨ªan lo que acaba de afirmar. El profesor lleg¨® al acuerdo de convertir el caser¨®n familiar que acababa de heredar en una comuna, que, en el fondo, no es otra cosa que la apropiaci¨®n de un espacio arquitect¨®nico para tantear las posibilidades de un sue?o ¨Cel sue?o de la contracultura- y, de paso, indagar en otras maneras de vivir juntos m¨¢s all¨¢ de las formas institucionales. S¨ª, la arquitectura tiene mucho que ver con los sue?os. Y con la posibilidad de que se malogren.
El profesor de Arquitectura es Erik (Ulrich Thomsen), no exactamente el protagonista de esta equilibrada pel¨ªcula coral que es La comuna, pero s¨ª una de las tres miradas que focalizan su acci¨®n: las otras dos son las de su esposa Anna (Tryne Dyrholm) y su hija Freja (Martha Sofie Wallstr?m Hansen). La pel¨ªcula ahonda en la fricci¨®n entre la familia y las inagotables posibilidades de interacci¨®n en un espacio dom¨¦stico convertido en territorio para la utop¨ªa. El guion parte de la obra de teatro hom¨®nima en la que Vinterberg canaliz¨® sus propios recuerdos de infancia en una comuna: por fortuna, no es el revanchismo lo que gu¨ªa su mirada.
Vinterberg se dio a conocer internacionalmente con Celebraci¨®n (1998), acta fundacional del Dogma que se sustentaba, precisamente, en una de las piedras angulares del esp¨ªritu de la Contracultura: la desafiliaci¨®n. All¨ª, el dan¨¦s utilizaba su c¨¢mara como un ariete para arremeter contra la cultura de los padres. Su escritura visual ha evolucionado hacia una org¨¢nica madurez, que le permite ser tan respetuoso con las exigencias del relato como con la sutileza expresiva de los actores, dirigiendo la atenci¨®n del espectador con pertinentes modulaciones de foco y encuadre. El cineasta sigue siendo monotem¨¢tico cuando le da por pulsar la nota melodram¨¢tica, pero tambi¨¦n parece haber dejado atr¨¢s su impronta tremendista. La comuna no es redonda, pero s¨ª madura, luminosa y justa con el recuerdo de un pasado donde todo parec¨ªa al alcance de la mano.
Babelia
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