Con respetos al maestro
Colin Stetson, saxofonista de Bon Iver, Arcade Fire, Tom Waits o TV On The Radio, presenta su radical reinterpretaci¨®n de la tercera sinfon¨ªa de Gor¨¦cki en la ciudad del compositor
Cuenta Miles Davis en su autobiograf¨ªa que, a principios de los a?os 60, le dijeron que al maestro Joaqu¨ªn Rodrigo no le gustaba nada lo que hab¨ªa hecho con su Concierto de Aranjuez en el disco Sketches of Spain. Miles, en su m¨¢s puro estilo deslenguado y chulesco, respondi¨® ¡°ya le gustar¨¢ cuando empiecen a llegarle los cheques¡±.
A Henryk Gor¨¦cki no podr¨¢n llegarle royalties de la adaptaci¨®n de su famosa tercera sinfon¨ªa que ha publicado este a?o Colin Stetson, pero la devoci¨®n del saxofonista por la obra compensa cualquier reserva ante un proyecto que, si bien es innegablemente rupturista, es tambi¨¦n una carta de amor al legado del compositor polaco.
Stetson lleva con esta idea en la cabeza casi 20 a?os, y afirma haber trabajado en su versi¨®n de la obra todo este tiempo, aunque no ha sido hasta dejar de tocar regularmente con bandas como Bon Iver o Arcade Fire cuando ha podido afrontarlo con la dedicaci¨®n necesaria. ¡°Re-imaginar¡±, lo denomina, dejando claro que aunque la composici¨®n de G¨®recki es el esqueleto de su Sorrow, la partitura est¨¢ convenientemente trasladada al universo de Stetson.
Para ello ha dise?ado una formaci¨®n at¨ªpica con tres saxofones, Ewi, sintetizador, teclado, dos guitarras el¨¦ctricas, chelo, dos viol¨ªnes y bater¨ªa, conformada en directo por, entre otros, miembros de Arcade Fire como su mujer Sarah Neufeld y Jeremy Gara, luminarias de la escena del jazz de vanguardia como Matt Bauder o Ryan Ferreira, o el bater¨ªa de la banda de black metal de culto Liturgy, Greg Fox, en un proyecto arriesgado que mezcla m¨²sica contempor¨¢nea, l¨ªrica, m¨²sica tradicional del este y minimalismo para convertir la obra de Gor¨¦cki en un personal zarpazo de post-rock que, al mismo tiempo, no se deshace del aspecto vocal de la original, gracias a la crucial participaci¨®n de la mezzo-soprano Megan Stetson.
Despu¨¦s de algo m¨¢s de media docena de conciertos a lo largo del a?o, tres de ellos en Europa, el pasado domingo Stetson cumpli¨® su sue?o: interpretar su versi¨®n en directo en la ciudad en la que el maestro compuso la obra original, Katowice. Un recital particularmente especial por cuestiones emocionales, hist¨®ricas y geogr¨¢ficas, que desde el momento de su anuncio tuvo que lidiar con el rechazo de los herederos de Gor¨¦cki, provocando tensiones entre los organizadores y algunos miembros de la escena musical local.
Con la emoci¨®n a flor de piel tras visitar la tumba del compositor por la ma?ana, Stetson comenz¨® por fin a soplar su clarinete contrabajo en Katowice, con largas notas graves que, desafiando los l¨ªmites de un volumen soportable para el o¨ªdo, inauguraron un concierto intenso que fue creciendo en cada uno de sus tres movimientos. Primero, con una superposici¨®n de capas sonoras que rozaron peligrosamente el caos, en busca de ese dolor por la p¨¦rdida que intenta transmitir Gor¨¦cki en la partitura original, servido aqu¨ª en forma de una densa y radical confluencia de sonidos. Despu¨¦s, ya con la hermana de Stetson sobre el escenario, con la intensidad l¨ªrica de las l¨ªneas que la vocalista cant¨®, durante la mayor parte del concierto, con total entrega y los ojos visiblemente llorosos.
Escuchando la obra en directo la versi¨®n de Stetson se revela como una pieza totalmente personal: como ya ocurr¨ªa con el mencionado Concierto de Aranjuez, que pasado por la visi¨®n de Miles Davis y Gil Evans se convert¨ªa casi en una pieza propia, la c¨¦lebre partitura de Gor¨¦cki muta en manos de Stetson y se transforma en un animal diferente. Tal vez menos interesante, y a la postre menos genial y definitivo que la composici¨®n original, pero apasionante en cualquier caso, gracias al retorcimiento desafiante del concepto, la fisicidad de la interpretaci¨®n y el sincero vasallaje del saxofonista.
Era dif¨ªcil saber c¨®mo reaccionaria el p¨²blico de Katowice a una perspectiva tan radical de una de las cimas de su identidad cultural. Cuando, pocos segundos despu¨¦s de finalizar el concierto, el auditorio al completo se puso en pie, la emoci¨®n dual generada no dej¨® lugar a dudas.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.