?Y por qu¨¦ no se puede vender un premio Goya?
Porque un Bajo Ulloa ha pretendido vender su galard¨®n hay quienes se han llevado las manos a la cabeza
Aqu¨ª se arma un revuelo por un qu¨ªtame all¨¢ esas pajas. Resulta que porque un Bajo Ulloa ha pretendido vender su premio Goya hay quienes se han llevado las manos a la cabeza. Anatema, sacrilegio, se ha gritado, como si de un objeto sagrado se tratase. ?Y por qu¨¦ no? Cada cual es due?o de hacer lo que quiera y no hay ley que impida que un Goya pueda regalarse, destruirse, subastarse o venderse como se hace con cualquier otra cosa. Sin ir m¨¢s lejos as¨ª ocurri¨® con algunos Oscar¡ hasta que la Academia de Hollywood fren¨® por contrato esa posibilidad obligando a quien lo obtuviera a vend¨¦rselo a la propia Academia por un precio simb¨®lico si quer¨ªa desprenderse de ¨¦l. Pero como eso no ocurri¨® hasta 1950, algunos de los Oscar anteriores salieron al mercado y, por ejemplo, Michael Jackson pag¨® un mill¨®n y medio de d¨®lares por el de mejor pel¨ªcula a Lo que el viento se llev¨®, de 1939, y por el doble de dinero sali¨® a subasta el de mejor direcci¨®n a Michael Curtiz por Casablanca (1940), y por otra enorme cantidad el de mejor gui¨®n a Ciudadano Kane (1941)¡ y as¨ª hasta al menos 15 estatuillas han ido recorriendo mercados negros y blancos saciando el af¨¢n de cin¨¦filos millonarios que quieren tener en sus palacios tan apreciado galard¨®n. Al igual que otros se han pirrado por el traje que una diva luci¨® en tal pel¨ªcula, el permiso de conducir de Chaplin o hasta su propio bomb¨ªn o por uno de los coches que alguna pel¨ªcula hizo famoso. ?No habr¨ªa alguien que por 5.000 euretes quisiera tener en su casa el Goya a mejor gui¨®n que Alas de mariposa obtuvo en 1992?
Conozco a un director que usa los goyas como sujetadores para las ventanas, y a otro que tiene el suyo en el jard¨ªn entre matas: cada primero de mayo le coloca alrededor del cuello un pa?olito rojo, y recuerdo la humorada de Gonzalo Su¨¢rez que al recibir una Concha de Plata del festival de San Sebasti¨¢n coment¨® que al fin un premio le serv¨ªa para algo. ¡°Lo usar¨¦ de cenicero¡±, dijo, quit¨¢ndole al premio todo car¨¢cter reverencial. No obstante, la Academia espa?ola de cine ha decidido imitar a la de Hollywood y quiere prohibir a partir de ahora que con los Goya se pueda traficar. Va a acabarse, pues, la ilusi¨®n de poder tener uno en la chimenea de casa aunque no lo hayas ganado. Al Goya lo que es del Goya. Una pena, la verdad.
Babelia
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