Recuerdo vivo de Zamora Vicente
Se cumplen 100 a?os del nacimiento y 10 de la muerte del gran fil¨®logo y escritor
Este a?o 2016 que est¨¢ en sus ¨²ltimos d¨ªas se cumplen 100 del nacimiento del maestro Alonso Zamora Vicente, una figura clave en la vida cultural espa?ola de la segunda mitad del siglo. Escritor sorprendente, dialect¨®logo sagaz, acad¨¦mico renovador y profesor ejemplar, muchas son las cualidades de este personaje singular al que quiero rendir sincero homenaje con estas l¨ªneas.
Tuve la fortuna de trabajar con ¨¦l en los inicios de la que hoy es la Universidad Nebrija, cuando, hace ya dos decenios, era el Centro de Estudios Hisp¨¢nicos, cuando nos animaba para que desarroll¨¢ramos al m¨¢ximo todo el potencial del espa?ol como lengua extranjera ¨Ca?os antes de la creaci¨®n del Cervantes- para desarrollar estudios sobre el espa?ol para los estudiantes universitarios norteamericanos y para los procedentes de universidades de otros pa¨ªses.
Ya entonces mostr¨® su ojo entendiendo la importancia econ¨®mica de nuestro idioma, tras haber sido, qu¨¦ duda cabe, uno de los que mejor conocieron los entresijos del espa?ol. Zamora Vicente, nacido en Madrid, en febrero de 1916 y en la Puerta de Moros, fue uno de los ¨²ltimos disc¨ªpulos, y probablemente el m¨¢s fecundo, de Ram¨®n Men¨¦ndez Pidal, aunque tuvo tambi¨¦n la dicha de asistir a las clases de Tom¨¢s Navarro Tom¨¢s y de Am¨¦rico Castro, entro otros. ¡°Tuve la suerte de asistir a la mejor Facultad de Letras que haya existido nunca en Espa?a¡±, dej¨® dicho. Aquella universidad se trunc¨® cuando, en palabras del propio Zamora ¡°pas¨® lo que pas¨®¡±, y la Guerra Civil se llev¨® tantas cosas por delante, incluidas las esperanzas de este entonces talentoso joven.
Su amigo D¨¢maso Alonso, nada menos, le convenci¨® para que terminara la licenciatura, y as¨ª empez¨® su actividad acad¨¦mica primero como catedr¨¢tico de instituto en M¨¦rida, luego en Santiago de Compostela y ya despu¨¦s, tras una notable tesis sobre dialectolog¨ªa, como catedr¨¢tico en la Universidad de Santiago primero y luego en la de Salamanca. Tras unos a?os fuera de Espa?a, en Argentina, donde frecuent¨® a Cort¨¢zar, entro otros, regres¨® a Espa?a, aunque con constantes salidas a Alemania, Italia, Francia¡ Fue profesora tambi¨¦n del Colegio de M¨¦xico, la notable instituci¨®n cultural y, finalmente, volvi¨® a Espa?a a mediados de los a?os 60 y ocup¨® la c¨¢tedra de Filolog¨ªa de la Universidad Complutense.
De aquellos primeros a?os sesenta data uno de sus libros m¨¢s peculiares, Smith y Ram¨ªrez SA, una maravillosa excentricidad en la literatura de la ¨¦poca compuesta por siete cuentos deslumbrantes. En realidad es deslumbrante toda su obra escrita, tanto la literaria como la de cr¨ªtica literaria (Valle-Incl¨¢n, Cela, Cesar Vallejo, Tirso, Garcilaso¡) y la filol¨®gica.
Su trabajo como renovador de la Real Academia Espa?ola fue tal que sigue vigente a¨²n, diez a?os despu¨¦s de su muerte y treinta despu¨¦s de haber dejado la secretar¨ªa perpetua ¨Cuna iron¨ªa que le gustaba destacar-, de la docta casa. Como dej¨® tambi¨¦n una huella m¨¢s que notable en sus alumnos y en sus disc¨ªpulos, que de los dos tuvo. Fue, quiz¨¢, uno de los ¨²ltimos profesores que hab¨ªa vivido aquella ¡°mejor Facultad de Letras¡± y que puso su empe?o en transmitir a sus alumnos no solo saberes, eso lo hace cualquiera que sepa, sino una manera de estar en la vida y de estar en la cultura, una inquietud y una curiosidad a prueba de bombas, un acercarse generoso y profundo, con pasi¨®n y con amor, a todas las cuestiones. Y, desde luego, sin dejar de lado su agudo sentido del humor, esa capacidad para encontrar siempre una cierta distancia, incluso consigo mismo, que sin alejarle le permit¨ªa una envidiable visi¨®n de conjunto, de todo el conjunto. Como a Horacio, nada humano le era ajeno.
El ejemplo de Alonso Zamora Vicente, dotado de una sagacidad legendaria para su trabajado dialectol¨®gico, de una dedicaci¨®n constante y feliz a sus tareas, sigue vivo. Fue capaz de crear una escuela robusta y duradera, que ha dejado honda huella, como qued¨® patente en las jornadas de homenaje que este a?o se celebraron en su honor organizadas por la Universidad Nebrija, la Real Academia de la Lengua y la Universidad Complutense de Madrid. A los 100 a?os de su nacimiento, a los 10 de su muerte, nos queda su recuerdo vivo, este s¨ª perpetuo de verdad. Sin ninguna duda su ejemplo sigue vivo entre nosotros y su aliento seguir¨¢ presente mucho tiempo.
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