Las m¨¢quinas no saben de felicidad
Una excelente traducci¨®n recupera el influyente ensayo de Friedrich Georg J¨¹nger 'La perfecci¨®n de la t¨¦cnica'
Friedrich Georg J¨¹nger (1898-1977) apenas ha sido traducido al castellano ¡ªde su extensa obra ensay¨ªstica y po¨¦tica s¨®lo contamos con Mitos griegos (Herder)¡ª; al contrario de lo que sucede con su hermano mayor Ernst J¨¹nger, autor de Tempestades de acero. El libro que rese?amos cal¨® hondo en su ¨¦poca, y el propio Ernst J¨¹nger se declar¨® influido por las ideas all¨ª expuestas en sus reflexiones sobre la t¨¦cnica, tan apegadas a la ¨¦poca de entreguerras, cuando fil¨®sofos como Jaspers y Heidegger comenzaron a pensar la deshumanizaci¨®n del hombre, que, al igual que Fausto, vende su alma al diablo de los artefactos y la mec¨¢nica creyendo que lo har¨¢n sabio y poderoso. La perfecci¨®n de la t¨¦cnica apareci¨® en 1946 e influy¨® mucho en a?os posteriores, Heidegger o Hans Jonas acusaron su impacto. Sin embargo, m¨¢s tarde se posterg¨® a su autor, dada su tendencia conservadora. Hoy, sus ideas vuelven a ser de lo m¨¢s actual en la era hipertecnol¨®gica de Internet.
La excelente traducci¨®n resalta la claridad de J¨¹nger, quien ante todo deshace la creencia de que la felicidad humana aumentar¨¢ conforme avanza la t¨¦cnica. Las utop¨ªas filos¨®ficas de Moro y Campanella postulaban que los hombres ser¨ªan mejores en un mundo aliviado por los inventos mec¨¢nicos, pero esa tesis fue justo la que negaron las distop¨ªas posteriores de ?Orwell y Huxley (o Evgueni Zamiatin, cuya estremecedora novela Nosotros acaba de publicar Hermida Editores).
J¨¹nger se halla en esta misma estela dist¨®pica al sostener que la felicidad no se encuentra en las m¨¢quinas, ni en mundos en extremo organizados. Es falso, afirma, que las m¨¢quinas simplifiquen el trabajo del hombre, m¨¢s bien sucede lo contrario: lo cargan de obligaciones y lo encadenan. Del mundo mecanizado nace el obrero, el nuevo ¡°ilota¡± o esclavo de los tiempos modernos. Tampoco los seres humanos mejoran sus almas por rodearse de m¨¢s artefactos. La t¨¦cnica es insaciable porque siempre exige mayor desarrollo y mayor cantidad de m¨¢quinas; enreda a sus siervos en una vor¨¢gine que los atrapa para siempre. Es falso que las m¨¢quinas proporcionen ¡°tiempo de ocio¡±, s¨®lo otorgan descansos moment¨¢neos cronometrados por el reloj ¡ªotra m¨¢quina¡ª, y la angustia de que se terminen.
J¨¹nger defendi¨® el ecologismo, denunci¨® la explotaci¨®n del planeta por el af¨¢n depredador de la t¨¦cnica. El ¡°paisaje t¨¦cnico¡± es inane; basta ver las ciudades industriales: inhumanas, mecanizadas; sus habitantes son pobres hormigas ansiosas de seguridad y cobijo, porque la t¨¦cnica antes que riqueza engendra explotaci¨®n, precariedad e inseguridad. Y adem¨¢s est¨¢ la guerra, m¨¢s letal cuanto m¨¢s tecnol¨®gica. La devastaci¨®n mecanizada no ces¨® tras la Segunda Guerra Mundial ni cesar¨¢ en el futuro, afirma J¨¹nger, se perpetuar¨¢ implacable, pues la t¨¦cnica tambi¨¦n busca perfeccionarse en la destrucci¨®n.
COMPRA ONLINE 'LA PERFECCI?N DE LA T?CNICA'
Autor:?Friedrich Georg J¨¹nger. Traducci¨®n de Antonio L¨®pez.
Editorial:?P¨¢gina Ind¨®mita
Formato:?tapa blanda (288 p¨¢ginas).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.