La ¨²ltima librer¨ªa latinoamericana
Cien Fuegos, en Par¨ªs, es sucesora de dos locales legendarios que acabaron quebrando
Al poco de entrar en Cien Fuegos ("la ¨²ltima librer¨ªa latinoamericana de Par¨ªs", dicen en su web), te ofrecen un caf¨¦ que sienta de maravilla en medio de la cruda y fr¨ªa, ventosa tarde de invierno. Y uno comienza a entretenerse ah¨ª hojeando libros. En uno de John Cage, Indeterminaci¨®n, encuentro una sutil declaraci¨®n de fe en la ficci¨®n: ¡°Cuando a Sri Ramakrishna se le pregunt¨® por qu¨¦, siendo Dios tan bueno, existe el mal en el mundo, respondi¨®: Para hacer m¨¢s densa la trama¡±.
No tardo en detectar libros que se anuncian como "autoficciones", como si el Quijote y todas las dem¨¢s novelas no lo fueran. O, mejor dicho, no fueran simplemente "ficciones": historias inventadas que por supuesto tienen elementos de realidad.
Justo cuando afuera arrecia el viento, empiezo a detectar libros que prometen hablar de "hechos reales", esa tendencia literaria tambi¨¦n tan extra?a, porque parece que no vivamos todos bien saturados de sucesos reales. Y acabo sospechando que nos obsesionan tanto esos hechos porque en realidad rara vez vemos alguno.
Cien Fuegos, en la rue de la Forge Royale, se considera sucesora directa de dos locales legendarios que desgraciadamente acabaron quebrando: la librer¨ªa hispano-am¨¦ricaine de Monsieur le Prince, y la no menos m¨ªtica librer¨ªa espa?ola de Antonio Soriano, de la rue du Seine. Cien Fuegos la regenta Miguel ?ngel Petrecca, poeta argentino que vivi¨® en Pek¨ªn y ha traducido recientemente una antolog¨ªa de narrativa china actual (Despu¨¦s de Mao) y un relato largo del imprescindible Ge Fei.
Hay fotograf¨ªas de Rulfo en las paredes, y tambi¨¦n im¨¢genes de presentaciones de libros de Eduardo Berti (Un padre extranjero) y de Ra¨²l Zurita (Inri). Y dir¨ªa que han comenzado a recuperar la memoria de una tradici¨®n secular, la f¨¦rtil relaci¨®n de la ciudad con la cultura latinoamericana, aunque el adjetivo es ambiguo. ?O no le dijo Ricardo Piglia a Roberto Bola?o que lo que suele llamarse "latinoamericano" se define por una suerte de anti-intelectualismo que tiende a simplificarlo todo?
El caso es que "lo latinoamericano" en Cien Fuegos a¨²n funciona, sutura heridas, combate problemas, y mantiene viva la memoria de cuando exiliarse en Par¨ªs era pasar a formar parte de una comunidad tan dura como solidaria. Afuera, ha comenzado a llover mientras en el interior la trama se est¨¢ haciendo m¨¢s densa. Esp¨ªo las risas fraternales y la alegr¨ªa de los que van llegando y, al echar un vistazo a Mi ¨²ltimo refugio, aquella cantina en el desierto que fotografiara Rulfo, regresan para m¨ª viejas escenas del pasado, im¨¢genes de la librer¨ªa espa?ola de Antonio Soriano, y acabo entreviendo hoy aqu¨ª, al igual que entonces, ciertos rostros furtivos, marcados por la pena de la lejan¨ªa y del desamparo. Desde ese ¨¢ngulo triste, todo sigue igual, la comunidad no ha cambiado, el mismo sordo dolor que descubr¨ª hace d¨¦cadas, reci¨¦n llegado a la ciudad. Pero persiste tambi¨¦n la tenaz voluntad, sorprendente si se quiere, de sobrevivir aqu¨ª: la historia repiti¨¦ndose, la misma luz de lluvia de aquellos d¨ªas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.