Guerra por la vanguardia
Un golpe de tim¨®n en busca de un aumento de espectadores amenaza el teatro arriesgado e izquierdista del Volksb¨¹hne
Lo que ocurri¨® hace unos viernes en la Volksb¨¹hne es una buena explicaci¨®n de por qu¨¦ el mundillo esc¨¦nico berlin¨¦s anda en pie de guerra. La representaci¨®n de Die Kabale der Scheinheiligen. Das Leben des Herrn de Moli¨¨re ¡ªuna pieza de m¨¢s de cinco horas de duraci¨®n con textos en alem¨¢n y franc¨¦s de cinco autores distintos¡ª ser¨¢ una de las ¨²ltimas obras que presente como director Frank Castorf, figura m¨ªtica del teatro berlin¨¦s, tras 24 a?os al frente de la Volksb¨¹hne, emblema de la vanguardia desde los a?os duros de la RDA hasta ahora.
Castorf ser¨¢ sustituido en septiembre de 2017 por el belga Chris Dercon, antiguo director de la londinense Tate Modern y uno de los hombres m¨¢s odiados en Berl¨ªn. Hace poco, alguien le tir¨® una cerveza en un bar. Otro le llam¨® perro. Y todo porque, frente al teatro arriesgado, izquierdista y a veces al borde del abismo que era norma de la casa, tiene el encargo de ganar espectadores: 150.000 al a?o. Muchos temen que la gentrificaci¨®n y estandarizaci¨®n que sufre Berl¨ªn vaya ahora a contagiarse a uno de sus teatros de referencia. En palabras de Castorf, su amada Volksb¨¹hne corre el riesgo de convertirse en un ¡°ap¨¦ndice del sector tur¨ªstico¡±. Si su sucesor no logra los espectadores esperados, ¡°siempre puede hacer del teatro una piscina municipal¡±, ironiz¨®. No es solo cuesti¨®n de nombres. Los defensores de uno y otro protagonizan una batalla entre dos visiones enfrentadas de la cultura. La formaci¨®n de un nuevo Gobierno en Berl¨ªn, con un responsable de Cultura poscomunista declarado fan de Castorf, a?ade a¨²n m¨¢s incertidumbre.
Es f¨¢cil imaginar a qu¨¦ bando pertenec¨ªan los espectadores congregados el viernes para ver el nuevo montaje de Castorf. No llenaban el teatro, pero s¨ª se respiraba entusiasmo por la obra de Mija¨ªl Bulg¨¢kov, con textos de Corneille, Fassbinder, Racine y Moli¨¨re. Este ¨²ltimo ¡ªrodeado de c¨¢maras retransmitiendo lo que ocurr¨ªa al fondo del escenario, un carromato medieval y una moneda gigante con la efigie de Versace¡ª protagonizaba la obra. Y cuando el p¨²blico aplaud¨ªa a rabiar al personaje del dramaturgo franc¨¦s del siglo XVII, enfrentado a Luis XIV por defender su libertad de creaci¨®n, parec¨ªa que, en el fondo, la ovaci¨®n iba dirigida a Castorf y contra los pol¨ªticos que han decidido acabar con su reinado en la Volksb¨¹hne.
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