Luces chinescas

Mucho antes de Manolo Garc¨ªa y, antes, asimismo, de El ?ltimo de la Fila, hubo otro famoso Manuel Garc¨ªa, que tambi¨¦n cantaba, y el primero, asimismo, si no de una fila, s¨ª de una estirpe de varias generaciones de grandes cantantes, encabezada por sus propias hijas, las legendarias Mar¨ªa Malibran y Pauline Viardot. Una opereta de sal¨®n de esta ¨²ltima, Cendrillon, abri¨® hace casi tres a?os el fuego de las propuestas de teatro musical de c¨¢mara en la Fundaci¨®n Juan March, que ahora, con esta obra de su padre, parece cerrar una suerte de primer c¨ªrculo.

Garc¨ªa fue, por ejemplo, el primer Almaviva en Il barbiere di Siviglia, de Rossini, o el responsable de las primeras representaciones oper¨ªsticas en italiano en Estados Unidos, o un int¨¦rprete del Don Giovanni mozartiano que marc¨® una ¨¦poca, o un profesor de canto que crear¨ªa escuela: ¨¦l, que recibi¨® sus primeras clases formales a los 37 a?os. En Le cinesi confluyen un texto de Pietro Metastasio, el m¨¢s admirado de los libretistas del siglo XVIII, y una m¨²sica en la estela directa de Gioachino Rossini, el m¨¢s imitado de los compositores del siglo XIX. El prop¨®sito de Garc¨ªa no era crear una gran obra de arte (hay m¨¢s notas que m¨²sica), sino tan solo un divertimento pedag¨®gico para solaz y aprovechamiento de sus propios alumnos. Con muy buen tino, Rub¨¦n Fern¨¢ndez Aguirre, el excelente pianista y director musical de estas representaciones, ha metido delicadamente la tijera all¨ª donde resultaba m¨¢s necesario, acortando arias o evitando reiteraciones que podr¨ªan a?adir cierto tedio a lo que se quiere un entretenimiento ligero y agradable.

La elecci¨®n del reparto femenino ha sido un acierto pleno, aunque merece especial encomio la actuaci¨®n de Marina Monz¨®, sutil en lo esc¨¦nico y valiente en lo vocal, con las coloraturas m¨¢s limpias y mejor interpretadas de la tarde. Muy bien tambi¨¦n Cristina Toledo, especialmente en su aria, cantada con aplomo y luciendo virtudes que hab¨ªan quedado m¨¢s agazapadas en los tr¨ªos y cuartetos precedentes. Marif¨¦ Nogales fue de menos a m¨¢s y tambi¨¦n ofreci¨® su mejor versi¨®n en sus dos arias finales. Muy decepcionante fue, en cambio, la actuaci¨®n de Jos¨¦ Manuel Zapata, con m¨²ltiples notas caladas, problemas de afinaci¨®n casi constantes y finales de frase dubitativos. Es un papel que va muy bien a sus cualidades, pero parece lejos de esplendores de anta?o. La propuesta esc¨¦nica de B¨¢rbara Lluch es algo parca en ideas, porque el libreto, en su sencillez, admite algo m¨¢s de inventiva y la propia escenograf¨ªa, el atrezo o las luces podr¨ªan haber dado mayor juego. Pero la realizaci¨®n de su idea, como ha sucedido en anteriores entregas de la serie, es impecable. Bajar el piano del escenario ha hecho ganar espacio y reforzar la teatralidad ¡ª¨ªntima, pero real¡ª del espect¨¢culo, en el que las luces priman con mucho sobre las sombras.