Dios est¨¢ en los detalles
Michael Dudok de Wit dirige la primera colaboraci¨®n del estudio japon¨¦s de animaci¨®n Ghibli con un autor europeo
LA TORTUGA ROJA
Direcci¨®n: Michael Dudok de Wit.
Animaci¨®n
G¨¦nero: aventuras. Jap¨®n, 2016
Duraci¨®n: 80 minutos.
Cuando, en Mi vecino Totoro (1988), Hayao Miyazaki mostraba la ca¨ªda de una primera gota de lluvia sobre un estanque estaba formulando, al mismo tiempo, una paradoja y una toma de postura: la paradoja de darle a la animaci¨®n un uso en apariencia impropio ¨Cla representaci¨®n precisa del mundo f¨ªsico- y la toma de postura de afirmar que el cine animado era capaz de representarlo todo, incluso esa ambig¨¹edad inmanente de lo real de la que hablaba Andr¨¦ Bazin. Cuarenta y seis a?os antes, Bambi (1942) hab¨ªa marcado un considerable punto de ruptura dentro del canon disneyano, anticipado por cortos como El viejo molino (1937) y el segmento de La consagraci¨®n de la Primavera en Fantas¨ªa (1940), al abandonar el extremado antropomorfismo y el contrapunto humano para proponer, como sugiere J. B. Kaufman en Los archivos de Walt Disney (Taschen), una oda a la naturaleza. Result¨® determinante la participaci¨®n del artista de origen chino Tyrus Wong, cuyas acuarelas convert¨ªan en elemento expresivo lo elusivo, el vac¨ªo y lo inacabado. Un cierto minimalismo oriental se hab¨ªa infiltrado en la Disney.
En La tortuga roja de Michael Dudok de Wit, primera colaboraci¨®n del estudio Ghibli con un autor europeo, se recoge y sublima esta tradici¨®n a trav¨¦s de otro estimulante di¨¢logo entre Oriente y Occidente. Fruto de nueve a?os de trabajo, resultado directo de la fascinaci¨®n que sinti¨® Miyazaki ante el corto Father and Daughter (2000) del animador holand¨¦s, La tortuga roja cuenta, sin palabras y con una elecci¨®n de encuadres que empeque?ece al individuo frente a la imponencia del entorno, una historia m¨¢gica de amor ¨Cel romance entre un n¨¢ufrago y un esp¨ªritu natural- que explora la relaci¨®n del ser humano con una Naturaleza entendida como territorio de manifestaci¨®n de lo sagrado. La pel¨ªcula tambi¨¦n funciona como serena alegor¨ªa del ciclo de la vida.
Dudok de Wit sabe que Dios (o sea, el animador) est¨¢ en los detalles: la ropa del n¨¢ufrago suavemente movida por el viento, el cambio de paso de las tortugas reci¨¦n nacidas cuando las recoge una ola, la arena que levanta un lenguado al posarse en el fondo marino, las sombras¡ Emulando las texturas paisaj¨ªsticas del ilustrador Hasui Kawase y uniendo, en el dise?o de sus personajes, el trazo caligr¨¢fico de Herg¨¦ con la m¨ªstica del Moebius m¨¢s et¨¦reo, el animador ha firmado una obra irrebatible que eleva lo f¨ªsico y tangible a s¨ªmbolo eterno y universal.
Babelia
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