La literatura desmadrada
Los encuentros transatl¨¢nticos de escritores generan la comunidad hispanoamericana de autores que solo alcanz¨® a prefigurar el ¡®boom¡¯
La gente viaja m¨¢s que nunca y los escritores tambi¨¦n. Y con los escritores viajan sus libros, que llegan incluso a donde no llegan ellos. Lo que ha llegado de veras es el final de la literatura como s¨ªntoma de secta rara, y se acab¨® por fin la sensaci¨®n de engrosar un subgrupo humano de exclusivos neur¨®ticos recluidos en covachas atestadas de libros, al¨¦rgicos a la draculina luz del d¨ªa y al borde del colapso por mortificaci¨®n est¨¦tica.
Del mismo modo que se ha multiplicado la exposici¨®n p¨²blica de la sociedad ante s¨ª misma, se han multiplicado tambi¨¦n los nudos (y nidos) de encuentro entre escritores y lectores para celebrar sus complicidades y man¨ªas: los festivales, los di¨¢logos p¨²blicos, las mesas redondas o las conversaciones abiertas (y retransmitidas por streaming) han creado la ilusi¨®n de hacer manejable un mundo que sigue tan ingobernable como siempre, pero menos desapacible. La instantaneidad del contacto directo con el escritor es cierta y real, y no lo es ya s¨®lo en el d¨ªa de Sant Jordi o en la Feria del Libro de Madrid. El calendario de actividades es apretad¨ªsimo tanto en Am¨¦rica Latina como en Europa, y si un solo lector adicto decidiese estar en todos los festivales presenciales perder¨ªa la chaveta entre aeropuertos, como algunos escritores sensibles lamentan hoy perder el oremus entre hoteles y camas y transfers internacionales.
La instantaneidad del contacto directo con el escritor es cierta y real, y no lo es ya solo en el d¨ªa de Sant Jordi o en la Feria del Libro de Madrid
Es un regalo de la sociedad del espect¨¢culo o de la cultura como mercanc¨ªa o de la vil comercializaci¨®n de la literatura. Vale la pena compartir silla con 300 oyentes m¨¢s ante una conversaci¨®n de escritores: eso sucede en los Hay Festival de Arequipa o de Cartagena de Indias, sucede en Segovia o en Xalapa, y es emocionante ver los auditorios suspendidos de lo que est¨¢ diciendo Margo Glantz en una sala cuando Bryce Echenique habla en otra, mientras bebe un trasl¨²cido vaso de agua (con el botell¨ªn de agua precintado sobre la mesa), y m¨¢s all¨¢ celebran un mano a mano luminoso Marta Sanz y Fernando Iwasaki, o en la otra punta del mundo corre el p¨²blico a encontrar sitio en un auditorio de otras 300 butacas donde no cabe nadie m¨¢s para escuchar a Javier Cercas y Domingo R¨®denas.
Puro espect¨¢culo en todos lo sentidos que causar¨ªa la envidia profunda, desatada, irreductible de quienes vivieron los primeros pasos de esta invasiva lealtad de los escritores a los lectores que les buscan y les escuchan, aunque no siempre les compren y les lean (por fortuna). Hace 50 a?os, Jos¨¦ Donoso anduvo quej¨¢ndose neur¨®ticamente de la escasez de sillas titulares de la nueva literatura hispanoamericana, siempre copada por los seis o siete nombres fijos. A muchos nos repatea todav¨ªa hoy la mezquina estrechez de otra lista de nombre oficiales de otra oficial generaci¨®n del 27, marca comercial que restringe a otra media docena de nombres una pluralidad de creadores que se desmayar¨ªa de saber las cantidades de gentes dispuestas a pagar su entrada para o¨ªr durante una hora a una pareja de escritores. Todos no deben de ser buen¨ªsimos, imagino, pero el p¨²blico lo pasa en grande escuch¨¢ndoles e incluso ley¨¦ndoles.
Antes todo era infinitamente m¨¢s dif¨ªcil y exasperantemente lento. Hoy la conversaci¨®n puede ser instant¨¢nea y apenas hay que andar con las precauciones que hac¨ªan falta antes, cuando viajar era imposible (excepto para el 1% de la poblaci¨®n, a ojo). El jefe de marketing de Fondo de Cultura Econ¨®mica fue durante muchos a?os Manuel And¨²jar, un escritor espa?ol exiliado en M¨¦xico, y fue ¨¦l el encargado de preparar el viaje de Carlos Fuentes a Madrid en 1966. And¨²jar quiso convencer al jefe de FCE en Espa?a, Javier Pradera, del bien que har¨ªa mimar a Carlos Fuentes. Se apresura a present¨¢rselo como la ¨®ptima vedette o el perfecto regalo de Navidad hecho escritor y producto mercantil porque llegar¨¢ con el prop¨®sito de ¡°entablar un vivo di¨¢logo con los escritores de mayor enjundia y personalidad¡±. Adem¨¢s de ser un ¡°novelista extraordinario, es hombre de gran simpat¨ªa y ¨¢gil talento y, para redondear la oportunidad, sabe que en el mundo de hoy la discusi¨®n es decisiva¡±. Entre su ¡°inteligencia y cordialidad¡±, todo parece ¡°valios¨ªsimo¡± para poder ¡°organizar una estupenda propaganda de las obras de Fuentes editadas por el Fondo (y usted entiende el subrayado confidencial que estas palabras implican)¡±. No es autor m¨¢s que de La regi¨®n m¨¢s transparente, su primera novela, ¡°y La muerte de Artemio Cruz, que tenemos en existencia¡±.
?Tanto hac¨ªa falta para presentar nada menos que a Carlos Fuentes? Obviamente s¨ª, porque en Espa?a nadie sab¨ªa qui¨¦n era Carlos Fuentes y todav¨ªa no ha llegado Cambio de piel, premiada con el Biblioteca Breve al a?o siguiente. Esa misma inopia es la nuestra de hoy ante la mitad de los escritores que programan los festivales literarios: otra estupenda noticia sobre la democratizaci¨®n de la literatura. Algo tendr¨¢ de bueno este guirigay cuando hasta el sabio de la tribu, Rafael S¨¢nchez Ferlosio, accede a sus casi noventa a?os, y por primera vez, a sentarse apaciblemente a firmar sus libros mientras se cuece a 30 grados a la sombra en la Feria de Madrid: un aut¨¦ntico espect¨¢culo.
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