El precio de la resistencia

Como si vivieran existencias paralelas, los cineastas coreanos Park Chan-wook y Kim Je-woon han regresado a casa tras sus respectivas experiencias americanas, que cristalizaron en dos trabajos que, si bien no pod¨ªan contarse entre los mejores logros de sus trayectorias, al menos romp¨ªan con la creciente uniformidad del cine estadounidense de g¨¦nero: Stoker y El ¨²ltimo desaf¨ªo (2013). Sus dos nuevas pel¨ªculas son muy distintas entre s¨ª, pero comparten ambici¨®n narrativa y el contexto hist¨®rico de la ocupaci¨®n japonesa. Si con La doncella Park Chan-Wook vampiriz¨® una novela de la brit¨¢nica Sarah Waters para proponer una afortunada suma de sus obsesiones en torno a la venganza, la dominaci¨®n y el deseo, Kim Je-woon ofrece en El imperio de las sombras su particular lectura del cine de esp¨ªas, g¨¦nero que a¨²n no hab¨ªa pasado por su filtro de sofisticada estilizaci¨®n.

Primera producci¨®n coreana de Warner, El imperio de las sombras se abre a lo grande, con la espectacular secuencia de la emboscada policial sobre un miembro de la resistencia: colocando al espectador abruptamente en el interior del relato, la situaci¨®n desemboca en una persecuci¨®n policial por los tejados que Je-woon eleva a virtuosa set-piece. Tan contundente arranque no prepara al p¨²blico para la verdadera naturaleza de la pel¨ªcula que, pese a sus puntuales explosiones de violencia, prefiere concentrarse en los dilemas interiores de su protagonista, un polic¨ªa que pasar¨¢ del pragmatismo culpable a una peligrosa toma de conciencia. Un expl¨ªcito orgullo nacionalista se entremezcla con una sombr¨ªa mirada al precio personal que se cobra toda lucha pol¨ªtica en un desenlace de tono casi engolado.

Demasiado aparatosa y con una vocaci¨®n de clasicismo bastante inesperada en Je-woon, la pel¨ªcula alcanza su particular pico de brillantez en el largo tramo que transcurre en el interior de un tren donde confluyen perseguidores y resistentes.