Luis Landero: ¡°La redes sociales son las ¡®chuches¡¯ de la informaci¨®n¡±
El escritor extreme?o vuelve a la ficci¨®n desaforada con ¡®La vida negociable¡¯
Re?ido con la literatura, saturado de ficci¨®n. As¨ª dec¨ªa sentirse Luis Landero (Alburquerque, Badajoz, 1948) cuando public¨® El balc¨®n en invierno, un libro anclado en su propia biograf¨ªa de muchacho de pueblo trasplantado a Madrid. Dos a?os despu¨¦s, el escritor extreme?o vuelve a la invenci¨®n desaforada con La vida negociable (Tusquets), que hoy llega a las librer¨ªas.
¡°No era la primera crisis ni ser¨¢ la ¨²ltima¡±, dice el escritor sobre aquella p¨¢jara de 2014. ¡°Tambi¨¦n como lector te cansas de la ficci¨®n y te pones a leer filosof¨ªa. Pero de repente surge un vislumbre de historia y ya est¨¢s otra vez en el lugar del crimen¡±. En este caso la chispa fue la imagen de una madre que tiene un secreto, una mujer que se ve obligada a llevar a su hijo a la casa de su amante. El resto fue sentarse a escribir, eso s¨ª, con un plan: ¡°Siempre lo hago porque tengo una imaginaci¨®n que no es de fiar. Se me ocurren demasiadas cosas y a veces no s¨¦ elegir bien. Prefiero saber lo que va a pasar, escribir con las luces largas¡±.
Cuando el protagonista de La vida negociable se entera del secreto, se convierte en un p¨ªcaro chantajista: ¡°Cuando alguien cuenta su historia en primera persona y le ocurren muchas cosas, inevitablemente todo se vuelve picaresco¡±. El p¨ªcaro de su novela tiene algo de cara B del Landero joven de El balc¨®n en invierno, como si el escritor hubiera querido jugar temporalmente en el bando de los malos: ¡°Un poco s¨ª¡±, asiente. ¡°Pero todas las historias de iniciaci¨®n tratan de lo mismo: de la p¨¦rdida de la inocencia. El personaje la pierde de un modo abrupto y se da de bruces con el mal. Y el mal es muy seductor: te puede hacer poderoso, darte la posibilidad de chantajear y hasta de esclavizar a los dem¨¢s¡±. Eso es lo que hace su personaje, que termina triunfando como peluquero a su pesar y cuya vida cambia radicalmente cuando tiene la sensaci¨®n de dejar atr¨¢s la ni?ez. Tambi¨¦n el novelista tuvo esa sensaci¨®n. ¡°En mi caso¡±, dice bajando la voz, ¡°el corte fue la muerte de mi padre, a quien yo hab¨ªa traicionado, aunque la palabra sea un poco fuerte. Me hac¨ªa asumir responsabilidades impropias de un ni?o¡±.
¡°Hoy, lo que la escuela ense?a la televisi¨®n lo niega, y lo escarnece¡±
Cuando muri¨®, ¨¦l se tuvo que poner a trabajar. Se convirti¨® en el hombre de la casa con 16 a?os. ¡°Me di cuenta del esfuerzo que hab¨ªa hecho mi padre para que yo fuera alguien en la vida y c¨®mo yo le hab¨ªa decepcionado. Tambi¨¦n me di cuenta del dolor enorme que me caus¨® su ausencia¡±. Con la muerte de su progenitor, tambi¨¦n en su familia aflor¨® un secreto: ¡°Uno que yo ten¨ªa muy bien guardado, quiz¨¢s mi madre tambi¨¦n: la liberaci¨®n que hab¨ªa sentido con su muerte, lo cual fue terrible. Viv¨ªamos mejor sin ¨¦l. En casa creaba un clima de violencia sorda y de repente nos sentimos m¨¢s libres. Respir¨¢bamos. Visto con el tiempo, de ese momento manan mi destino, el hecho de ser escritor, y muchos de mis fantasmas literarios¡±.
Luis Landero podr¨ªa haber sido profesor del protagonista de su novela, lanzado a estudiar de mayor lo que de joven no quiso estudiar. Cuando se estren¨® en 1989 con Juegos de la edad tard¨ªa ¡ªque recibi¨® los premios Nacional y de la Cr¨ªtica¡ª, llevaba diez a?os como profesor de literatura en un instituto madrile?o. En 1992 pas¨® a dar clase en la Escuela de Arte Dram¨¢tico. La experiencia docente en uno y otro sitio le ense?aron que la lectura es una enfermedad contagiosa cada vez m¨¢s dif¨ªcil de contagiar. ¡°Las clases de literatura deben dedicarse a leer¡±, explica. ¡°En clase se puede leer el Quijote siempre que el profesor sepa seducir con comentarios breves. Leer y comentar en grupo es algo estupendo. A todo el mundo le gusta opinar, pues hay que aprovecharlo. Lo que no puedes es decirle a un chaval que se lea La Celestina en su casa. En casa que elijan ellos los libros: tebeos, Harry Potter... Lo importante es que lean. ?La teor¨ªa? Cuatro cosas. Lo m¨ªnimo para saber en qu¨¦ siglo vivi¨® Cervantes. Por si van a un concurso de la tele¡±.
¡°Mi padre creaba un clima de violencia sorda. Al morir nos sentimos libres¡±
Lo de la tele lo dice entre risas y, a la vez, muy en serio. En su opini¨®n, la televisi¨®n y las nuevas tecnolog¨ªas est¨¢n en la trinchera opuesta a la ense?anza: ¡°Es un fen¨®meno que yo viv¨ª a pie de obra. Cuando empec¨¦ a dar clase, en 1978, hab¨ªa mucha paz en los institutos, pero la ense?anza se ha ido deteriorando. Ahora la lectura tiene tanta competencia... ?c¨®mo va a hacer nadie el esfuerzo de leer? No sabemos c¨®mo ser¨¢n de mayores los nativos digitales que crecen con Internet y al que dedican mucho tiempo, tiempo que no van a dedicar a la lectura. ?C¨®mo le vas a decir a un ni?o que coma legumbres cuando puede comer chuches? Porque el WhatsApp y las redes sociales son chuches, juguetes, las chuches de la informaci¨®n. No cuestan ning¨²n trabajo. Sin embargo, formarte culturalmente requiere un plan y un esfuerzo, lleva un tiempo¡±.
Tambi¨¦n para hablar del contenido de la educaci¨®n recurre Landero a su experiencia a pie de obra. Todo cambi¨®, dice, cuando llegaron a la tele los reality shows: ¡°A los ni?os los educan los colegios, pero tambi¨¦n la sociedad. Yo recuerdo muy bien cu¨¢ndo aparecieron los reality shows. A partir de entonces empezaron a cambiar los referentes de los alumnos, que pasaron a ser el consumo, el dinero f¨¢cil, la fiesta continua, la fama. Hoy, lo que la escuela ense?a la televisi¨®n lo niega, lo escarnece y lo destruye. Sociedad y escuela ya no forman un todo¡±.
Una gran duda: ¡°?Los Papas creen de verdad en Dios?¡±
Cuando se le pregunta a Luis Landero qu¨¦ secreto ajeno le gustar¨ªa conocer, el escritor responde sin dudar: ¡°?Los Papas creen de verdad en Dios? Tengo un amigo cura al que se lo he preguntado, pero se va por las ramas¡±.
Pese al arrebato gamberro, el autor extreme?o afirma: ¡°La sociedad transparente, sin secretos, ser¨ªa el horror. El hombre est¨¢ a medio civilizar. Nuestros instintos primitivos est¨¢n reprimidos pero a flor de piel, en cualquier momento pueden salir a la luz. Hay gente que tiene miedo de que los inmigrantes les invadan, pero se lo callan hasta que llega alguien como Trump o Putin, que son nacionalistas y machistas y ellos no se lo callan... La gente les vota porque reconoce en ellos al macho alfa de la manada¡±.
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