Al son del cartel de cine de Cuba
Un libro recorre la historia de los reconocidos afiches dise?ados en la isla para sus pel¨ªculas y las for¨¢neas
M¨¢s all¨¢ de lo que se muestra en las pantallas, una parte de la historia del cine de cada pa¨ªs se puede contar tambi¨¦n a trav¨¦s de los carteles que promocionan sus pel¨ªculas. Un lugar donde tradicionalmente se ha mimado la elaboraci¨®n de afiches para filmes es Cuba, como demuestra el libro El cartel cubano llama dos veces, de Ediciones La Palma, en colaboraci¨®n con la Cinemateca de Cuba y la Agencia Espa?ola de Cooperaci¨®n Internacional para el Desarrollo (AECID). Este volumen, de 243 p¨¢ginas, cuenta con una galer¨ªa que reproduce m¨¢s de 120 carteles y un minucioso texto de la especialista en gr¨¢fica cinematogr¨¢fica Sara Vega Miche (La Habana, 1956). Comisaria de exposiciones sobre este tipo de carteles, ha enfocado su estudio en la etapa que transcurre desde el 24 de marzo de 1959, cuando se funda el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematogr¨¢ficos (ICAIC), solo dos meses despu¨¦s del triunfo de la revoluci¨®n, hasta 2016.
Antes de la revoluci¨®n castrista, los carteles de la isla "imitaban los patronos de Estados Unidos y M¨¦xico, sobre todo, y se basaban en t¨®picos como la rumbera, la m¨²sica o los ca?averales", dice por tel¨¦fono Sara Vega. El cr¨ªtico Luciano Castillo, director de la Cinemateca, la instituci¨®n que preserva el patrimonio f¨ªlmico cubano, lamenta, en el pr¨®logo del libro, que el ICAIC hiciese "borr¨®n y cuenta nueva" del cine prerrevolucionario. Aquellos rollos de celuloide no se cuidaron y con ellos los carteles de promoci¨®n.
El ICAIC mont¨® un departamento que fabricaba los carteles para toda pel¨ªcula, ya fuera una producci¨®n de la isla o for¨¢nea. Los afiches se caracterizaban por imprimirse con la t¨¦cnica de la serigraf¨ªa, "un proceso de manufacturado, no industrial, en el que cada color requer¨ªa una impresi¨®n diferente", a?ade Castillo, historiador de cine.
El cartel cubano, al que mostraron su admiraci¨®n el escritor cubano Alejo Carpentier, por ser "una pinacoteca al alcance de todos", y la estadounidense Susan Sontag, que los calific¨® de "objetos de lujo", tuvo repercusi¨®n en otros pa¨ªses. "Se han realizado exposiciones por todo el mundo, la m¨¢s importante en Tur¨ªn, en 2016, que visit¨® medio mill¨®n de personas. Ahora hay una en la sede de la Unesco, en Par¨ªs", dice Castillo. "Anta?o estaba considerado un arte menor, pero hoy est¨¢n cotizados por coleccionistas e investigadores del cine".
En estas peque?as obras de arte ¡ªhabitualmente de 76 por 51 cent¨ªmetros¡ª "domin¨® la libertad de dise?o y t¨¦cnica, lo que las diferencia del cartel pol¨ªtico", explica Vega, que tambi¨¦n destaca su "originalidad" porque, "lo f¨¢cil era tomar un fotograma, pero aqu¨ª vemos un juego m¨¢s intelectual con el espectador, incluso con carteles figurativos se transmite un mensaje no expl¨ªcito". A lo que a?ade Castillo: "Se empleaban met¨¢foras visuales que buscaban la comunicaci¨®n con el p¨²blico, m¨¢s desde el impacto gr¨¢fico que desde lo meramente publicitario".
En cuanto a la forma de trabajar los cartelistas del ICAIC, estos ve¨ªan la pel¨ªcula y as¨ª se presentaban varios bocetos e ideas. La reputaci¨®n de esta disciplina fue un atractivo para artistas, como los pintores cubanos Ren¨¦ Portocarrero, Servando Cabrera o Ra¨²l Mart¨ªnez, y de otros pa¨ªses, como el espa?ol Antonio Saura, autor de la figura expresionista del cartel de Memorias del subdesarrollo, de Tom¨¢s Guti¨¦rrez Alea (1968), o el brasile?o Emanuel Dimas de Melo Pimenta.
De estas casi seis d¨¦cadas de afiches cubanos, Vega rememora que, ¡°tras los primeros a?os, del 60 al 64, en los que se dan los pasos iniciales para encontrar un camino, los trabajos se consolidan y van desapareciendo los elementos pict¨®ricos". El afianzamiento lleg¨® en los setenta, con un gran volumen de trabajo. Sin embargo, con las sucesivas crisis econ¨®micas y especialmente tras la ca¨ªda del Muro de Berl¨ªn (1989), decreci¨® la producci¨®n de pel¨ªculas, que repercuti¨® en "una ca¨ªda en picado de la gr¨¢fica", escribe Vega en El cartel cubano llama dos veces.
Esa debilidad ha motivado que en la etapa m¨¢s reciente los dise?adores busquen sus oportunidades en otras manera de promoci¨®n del cine: retrospectivas, conferencias, homenajes, exposiciones¡ Vega defiende que tiene su inter¨¦s que un joven cartelista reinterprete Un perro andaluz o El silencio de los corderos.
Tambi¨¦n ha cambiado el espacio que ocupaban estas l¨¢minas en Cuba, ya no est¨¢n en la calle, como ocurri¨® a partir de los sesenta, cuando empezaron a instalarse en los popularmente conocidos como paraguas, unas estructuras met¨¢licas que permit¨ªan colocar hasta ocho, sino en galer¨ªas y salas de exhibici¨®n. Ah¨ª est¨¢ su presente, su futuro est¨¢ a¨²n por escribirse, o dibujarse.
Una bit¨¢cora del cine cubano
Tras el estudio de los carteles de las pel¨ªculas de Cuba, Ediciones La Palma, en coedici¨®n con la Cinemateca de Cuba, afrontar¨¢ un nuevo proyecto, m¨¢s ambicioso. "Se trata de una obra en cuatro tomos, Bit¨¢cora del cine cubano, con toda la producci¨®n de la isla desde los comienzos del celuloide, en 1897, hasta la actualidad, explic¨® Luciano Castillo, director de la Cinemateca de Cuba.
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