El ¡®maldito¡¯ Polanski
El cineasta ha renunciado a la presidencia de los premios C¨¦sar por presiones debidas al delito de violaci¨®n que cometi¨® hace 40 a?os
Los tribunales ordinarios han sido indulgentes con Roman Polanski ¡ªs¨®lo expi¨® 42 d¨ªas de reclusi¨®n por la violaci¨®n de una menor¡ª, pero las leyes del karma van a acosarlo hasta la tumba, m¨¢s o menos como si la peripecia emulara aleg¨®ricamente la obstinaci¨®n con que el inspector Javert persigue a Jean Villejean durante a?os y a?os en la trama de Los miserables.
El descanso le est¨¢ prohibido al cineasta francopolaco a sus 83 a?os. No ya porque la justicia estadounidense sigue consider¨¢ndolo un fugitivo ¡ªla violaci¨®n no prescribe en Estados Unidos¡ª, sino porque cualquier reconocimiento de su trayectoria engendra un contrapeso de irritaci¨®n. La prueba est¨¢ en que las presiones del movimiento feminista le han forzado a renunciar a la presidencia de los Premios C¨¦sar. Iba a hacerlo en la gala del cine franc¨¦s programada el 24 de febrero, pero Polanski ha somatizado las declaraciones de la ministra de los Derechos de las Mujeres, Laurence Rossignol, seg¨²n la cual al cineasta le protege una omert¨¢ corporativa que frivoliza con el delito de violaci¨®n.
Cometerlo lo cometi¨® Polanski en 1977. Y lo sufri¨® una chica de 13 a?os, Samantha Geimer, que adem¨¢s hab¨ªa sido drogada, pero un extravagante acuerdo con la Fiscal¨ªa y la v¨ªctima restringi¨® el castigo a una pena testimonial. O lo hizo hasta que la revisi¨®n del caso convirti¨® a Roman Polanski en pr¨®fugo de la justicia. Por eso no pudo recoger el Oscar de El pianista en 2002 y por la misma raz¨®n fue arrestado en Z¨²rich en 2009, aunque el Estado suizo se resisti¨® a extraditarlo a EE UU.
La persecuci¨®n permanece activa, aunque sufri¨® un contratiempo el pasado a?o, cuando el Supremo polaco renunci¨® a la iniciativa de reabrir el dosier. Lo hab¨ªa reclamado un tribunal local esgrimiendo que Polanski ¡°no deb¨ªa estar por encima de la ley¡±. Es el argumento al que se aferran los movimientos feministas franceses, impermeables a los a?os que han transcurrido desde el delito (40) y a la diferencia que pueda existir entre la carrera de un director de cine (la obra) y el historial penal (la vida).
Roman Polanski es un ciudadano de expediente judicial inmaculado en Francia, como es un cineasta superdotado cuya idoneidad para presidir los C¨¦sar se justifica en el palmar¨¦s de ocho estatuillas ¡ªTess, El pianista, La Venus de las pieles¡ª, ejemplos de una carrera triunfal a expensas de un vida atormentada: su madre muri¨® en el campo de exterminio nazi de Ausch?witz y su segunda esposa, Sharon Tate, fue asesinada por la secta de Charles Mason en 1969.
Siete a?os despu¨¦s sobrevino la violaci¨®n de Samantha Geimer. La v¨ªctima perdon¨® a Polanski. Y lleg¨® a escribir un art¨ªculo en la revista Time en 2003 donde ped¨ªa que se dejara en paz al cineasta. ¡°Ni tengo rencor ni tengo simpat¨ªa hacia ¨¦l. Es un extra?o¡±. Y un extra?o quisiera ser Roman Polanski, pero sigue siendo un proscrito.
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