Ese camino que conduce a una estrella
Ballester Moreno y Brihuega, artista y profesor, charlan sobre la vanguardia de la Escuela de Vallecas con motivo de una muestra del primero
Tri¨¢ngulos, c¨ªrculos y diagonales. Yute, pigmento y barro. Cordilleras, soles y lluvia. Astros y estrellas sobre un campo de color. Lo b¨¢sico y lo vern¨¢culo en un pulso entre geometr¨ªa, cultura popular y naturaleza. Es el mundo de Antonio Ballester Moreno (Madrid, 1977), uno de los nombres propios de la nueva pintura, que reivindica en cada una de sus obras el disfrute y el arte en min¨²sculas. El paisaje elemental y descarnado como objetivo ¨²nico. Por ¨¦l pasea Jaime Brihuega (Madrid, 1947), profesor de historia del arte y ojo experto en las vanguardias hist¨®ricas. No tarda en ver en las nuevas obras del artista, reunidas ahora en La Casa Encendida bajo el comisariado de Tania Pardo, un di¨¢logo abierto con el cubismo y un gui?o especial a la Escuela de Vallecas, un tema ampliamente estudiado por Brihuega, y al que Ballester Moreno rinde homenaje aqu¨ª con su repertorio de formas puras y su mirada al mundo rural.
Quedan sin conocerse aunque hablan sin apenas distancias. Mientras sus pies recorren las salas, las ideas circulan en lo alto del Cerro Testigo que se convirti¨® en los a?os 30 el c¨¦nit de la po¨¦tica de aquel manifiesto art¨ªstico castellano bajo las excursiones de Alberto S¨¢nchez y Benjam¨ªn Palencia, y que ven¨ªa a resumir la consigna ?Vivan los campos libres de Espa?a! As¨ª titula Antonio Ballester Moreno su exposici¨®n, concebida como una gran instalaci¨®n que representa un periodo de la naturaleza a trav¨¦s del oto?o, la lluvia, el sol y la luna, y que remite a las formas b¨¢sicas geom¨¦tricas y, a su vez, al contexto en el que surgieron las primeras vanguardias art¨ªsticas y sus antecedentes cronol¨®gicos como el primitivismo, la infancia, la geometr¨ªa, el arte concreto, la abstracci¨®n, la figuraci¨®n o el realismo.
Jaime Brihuega. La Escuela de Vallecas es una especie de leyenda. A veces piensas, incluso, que es una formulaci¨®n a posteriori. Seg¨²n el relato del propio Alberto, ¨¦l y Palencia se citaban en un bar de Atocha a mediod¨ªa, y hac¨ªan recorridos a la b¨²squeda de motivos pict¨®ricos. Uno de ellos era siguiendo la v¨ªa del tren, hasta las cercan¨ªas de Villaverde Bajo; y sin cruzar el Manzanares, sub¨ªan hacia Cerro Negro y se dirig¨ªan al pueblo de Vallecas, terminando en el cerro Almod¨®var, que rebautizaron Cerro Testigo. No tardaron en unirse a los paseos muchos otros, entre ellos Pancho Lasso, Maruja Mallo, ?ngel Ferrant, Oteiza, as¨ª como escritores como Garc¨ªa Lorca, Alberti, Gil Bel y Neruda. Vallecas prendi¨® como un veneno en la gente. Un buen veneno. Acab¨® siendo uno de los componentes m¨¢s s¨®lidos de la vanguardia en tiempos de la Segunda Rep¨²blica. La Escuela de Vallecas reivindicaba el campo, la naturaleza, el suburbio, los m¨¢rgenes, la basura y lo agrario. Contrariamente a lo que se cree, no empez¨® en 1027, sino en 1930 o 31, y dur¨® hasta 1937. La idea era abandonar el optimismo vanguardista y volver a lo f¨¦rreo. Unos planteamientos que fueron tan hondos y sinceros que no es gratuito decir que su propuesta po¨¦tica contin¨²a vigente hoy en d¨ªa.
Vallecas prendi¨® como un veneno en la gente. Un buen veneno Jaime Brihuega
Antonio Ballester Moreno. De hecho, esta exposici¨®n trata de prolongar el significado de ese relato, de esos personajes y de esa corriente, con la que me siento muy identificado. Yo llegu¨¦ a Alberto despu¨¦s de leer Palabras de un escultor. Sus palabras fueron como un tortazo. Por ejemplo, eso de que Alberto hac¨ªa agujeros en sus esculturas para que anidaran los p¨¢jaros. Qu¨¦ idea m¨¢s bonita, ?no? Un claro antecedente del Land Art. Y esto enlaza con las teor¨ªas de sistemas, con Gaia, la autopoeiesis y la contracultura de los 60, con los hippies, hasta con el laboratorio de las formas y el resurgir de Sargadelos, o proyectos m¨¢s contempor¨¢neos como Campo abierto. A partir de ah¨ª, empec¨¦ a ilustrar todas esas ideas que est¨¢n en estas nuevas obras. Como un relato paralelo y complementario a la exposici¨®n, tambi¨¦n estoy preparando un libro ilustrando las palabras de Alberto S¨¢nchez. Va a estar muy cerca del cuento infantil pero creo que puede interesar tambi¨¦n a adultos. Es un relato hist¨®rico de nuestras vanguardias que nos habla de un d¨ªa en el campo junto a Benjam¨ªn Palencia y Alberto por los alrededores de Madrid, y que nos da claves de sus intereses art¨ªsticos y humanos. Fueron precursores de una forma de mirar revolucionaria.
J. B. Sin duda. Y adem¨¢s Alberto dijo mucho antes que Beuys que cualquier hombre puede ser artista. De hecho, procuraba un arte para todos los hombres libres de la tierra. Me acuerdo que mi abuelo, que era un campesino pr¨¢cticamente analfabeto; me lo recordaba cada vez que cog¨ªa un trozo de hierba en la Casa de Campo o me ense?aba un sonido. Eso de que ¡®cualquiera puede ser un artista¡¯ se convert¨ªa en una posibilidad real. Los ni?os lo entienden y lo saben. De alg¨²n modo, esa idea la llev¨¦ a un mitin, descaradamente pol¨ªtico, que solt¨¦ en 1974 en la inauguraci¨®n de una exposici¨®n que comisari¨¦ de Alberto en Toledo, en la galer¨ªa Columela. Subido a una escalera, rescataba la idea de un arte popular, revolucionario, en un sentido espiritual. Abogaba por esa capacidad po¨¦tica que todos tenemos y que luego perdemos. Meses despu¨¦s y junto a otros asuntos de la misma ¨ªndole me cost¨® la p¨¦rdida del puesto de profesor en el Colegio Universitario de Toledo y tener que ir a declarar a la Brigada Pol¨ªtico Social.
A. B. M. Es un tema que dentro del mundo arte parece un clich¨¦, eso del ¡®artista que busca la esencia¡¯, pero en mi caso es as¨ª. Cuando expuse los dibujos de cuando era ni?o, que mi madre guardaba, lo que hac¨ªa era sacar a la luz algo que me pesa haber perdido. La infancia es el momento en el que uno est¨¢ plenamente en la vida, cuando se vive en el presente y se juega.
J. B. La infancia es para la vanguardia sin¨®nimo de una ingenuidad pura y libre de la castraci¨®n po¨¦tica a que, en ciertos aspectos, nos somete el orden civilizado. Supone una esperanza absoluta: Gauguin, Picasso, Mir¨®, los salvajes, los artistas de El Puente... Todos los que vuelven al origen vuelven para empezar. Recuperar la conciencia del mundo con que se comporta la infancia supone un acto de redenci¨®n y la obtenci¨®n de un escenario donde puede florecer la autenticidad perdida.
Me interesa la idea de resistencia. Es lo que hay que pedirle al arte¡±
Antonio Ballester Moreno
A. B. M. Yo estudi¨¦ Bellas Artes, pero trat¨¦ de no coger el pincel en toda la carrera. Quer¨ªa ser moderno y la pintura no me parec¨ªa que lo fuera. Por eso, cuando me puse a pintar lo hice sin mucho conocimiento previo. Me gustaba esa manera de entrar ah¨ª, completamente ¡®desprejuiciado¡¯ y ¡®analfabeto¡¯. Eso es un poco lo que le ocurre al ni?o: sin academia, sin aprendizaje, sin saber lo que hace... pero haci¨¦ndolo. Es una manera de entender la vida muy sana, a trav¨¦s de la percepci¨®n. Estar y ser. Empec¨¦ a pintar cuando me dieron la beca del MUSAC en 2006. Sorprendentemente, algo que part¨ªa de una actitud rebelde se convirti¨® en algo m¨¢s. Todo empez¨® a funcionar. Y hoy, cuando me preguntan a qu¨¦ me dedico digo que soy pintor, pero la verdad es que yo lo que hago es trabajar los espacios. Incluso podr¨ªa decir que me interesa m¨¢s la instalaci¨®n que la propia pintura.
J. B. Hay algo en tus pinturas que remite a las constelaciones de Mir¨®. Durante mucho tiempo, hablar de vanguardias era hablar de historia pasada...
A. B. M. Mir¨® siempre dec¨ªa que se pas¨® la vida pintando estrellas, p¨¢jaros y mujeres. Eso me gusta mucho, pero hay una lectura de su obra muy elemental tambi¨¦n que es la relacionada con los temas del cielo y la tierra. Las vanguardias no se han perdido. Siempre han estado ah¨ª, aunque es cierto que a veces han sido olvidadas. Cl¨¢sicos como Rosseau, Pestalozzi o Froebel, o pensadores m¨¢s modernos como Maria Montessori, Rudolf Steiner, Malaguzzi o Giner de los R¨ªos en Espa?a, con sus programas de renovaci¨®n pedag¨®gica, son puntales para entender las vanguardias art¨ªsticas, y en general, la modernidad. El comiendo del siglo XX fue un momento muy interesante para las humanidades, y tambi¨¦n para la ciencia. En pr¨¢cticamente todas las disciplinas se produjo un cambio en la percepci¨®n del mundo.
J. B. Cuando me toca contarles a los estudiantes si el arte vale o no para algo utilizo siempre una f¨¢bula. Es aquella que dice que cuando mueres, quien sea que te reciba te pregunta cu¨¢ntas cicatrices tienes y cu¨¢ntas veces has tenido los ojos brillantes. Las cicatrices tienen que ver con la experiencia, y los ojos con la emoci¨®n. En ese sentido, las vanguardias fueron un intento de desnudarse de esquemas y ese patrimonio que pusieron encima de la mesa sigue todav¨ªa vigente. Me quedar¨ªa con 1916, cuando el oleaje dad¨¢ rompi¨® la artificiosa armon¨ªa que ven¨ªa definiendo las relaciones entre la sociedad y el arte, una sociedad regida por poderes que mostraron su rostro m¨¢s hip¨®crita y miserable durante la Gran Guerra. A veces pienso, con espanto, que hoy vivimos unos momentos parecidos a los que antecedieron a la guerra del 14. Tambi¨¦n me detendr¨ªa a mediados de los a?os 20, en la eclosi¨®n del Surrealismo, la ¨²ltima gran vanguardia hist¨®rica. Grande porque se situ¨® como horizonte, aunque fuese ut¨®pico, una revoluci¨®n individual inserta en una revoluci¨®n colectiva. Y esta es una bandera que deber¨ªamos seguir enarbolando.
Las vanguardias fueron un intento de desnudarse de esquemas y ese patrimonio que pusieron encima de la mesa sigue todav¨ªa vigente Jaime Brihuega
A. B. M. Yo si tuviera que elegir una fecha me quedar¨ªa con el a?o 1909, momento en que se defini¨® el cubismo como corriente art¨ªstica. Fue la primera vanguardia y rompi¨® radicalmente con la representaci¨®n anterior basada en la perspectiva y con el punto de vista ¨²nico. Esto como met¨¢fora es interesante porque abre el campo de visi¨®n a otras maneras de ver o entender que no son ¨²nicas, se rompe con el academicismo y se fija en otras culturas. Mi inter¨¦s por el origen tiene mucho que ver con eso, con ir reduciendo en todos los aspectos: en las formas, en los colores y en las ideas. Trabajar con la infancia, con los ciclos de la naturaleza y con los elementos m¨¢s b¨¢sicos que configuran la vida. Hay un momento en las vanguardias en que se dan cuenta que con eso que llaman primitivismo empiezan a cuestionar la visi¨®n tan racionalista que hab¨ªa habido hasta entonces, en la que el hombre se aleja tanto de su condici¨®n natural.
J. B. La naturaleza, entonces, fue un punto de retorno hacia la posibilidad de reiniciar rutas para la condici¨®n humana. Rutas que pudiesen conjurar los estragos sociales y los artificios intelectuales, ¨¦ticos y est¨¦ticos de la sociedad burguesa engendrada por la Revoluci¨®n Industrial. La po¨¦tica de Vallecas retom¨® con potencia y fuerza expansiva la esencia de esta recuperaci¨®n honesta de la naturaleza.
A. B. M. Siempre me ha interesado mucho esa idea de primera l¨ªnea de combate, de resistencia asociada a las vanguardias. De ir a contracorriente. Si hay que salir por la puerta, pues yo salgo por la ventana. Creo que eso es lo que hay que pedirle al arte.
J. B. Y algo m¨¢s. El arte deber¨ªa abandonar su ¨²ltima y pomposa condici¨®n de institucionalizado parque tem¨¢tico de una modernidad-espect¨¢culo gobernada por el mercado, y tendr¨ªa que recuperar la de instrumento para una transitividad de la poes¨ªa, que nos permita seguir atra¨ªdos por un horizonte de disfrute. Dec¨ªa ?ngel Gonz¨¢lez, que en tumulto descanse (porque sin duda es ah¨ª donde le gustar¨ªa estar) que el arte es libertad y gozo, o no es.
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