La ¨²ltima fuga de Bob Dylan
Cuando se esperaba un mensaje del Maestro, responde con canciones de Sinatra
Desde hace una semana, arden los foros y los blogs y las p¨¢ginas especializadas: la dylanosfera est¨¢ zumbando como una colmena enfurecida. Se anunci¨® que, a finales de marzo, Bob Dylan publicar¨¢ un triple disco, Triplicate. Hay m¨¢s: Triplicate incluir¨¢ treinta piezas pertenecientes a lo que llaman el Gran Cancionero Estadounidense: casi todos los temas fueron previamente grabados por Frank Sinatra.
?Una provocaci¨®n de artista conceptual? A principios de 2015, cuando Dylan edit¨® Shadows in the night, el esfuerzo luc¨ªa encomiable. Hab¨ªa registrado diez baladas identificadas con Sinatra en uno de los lugares sagrados del desaparecido vocalista: el Estudio B de Capitol Records, en Hollywood. Lo hizo adem¨¢s al estilo cl¨¢sico: m¨²sicos y cantante funcionando juntos, directo de los micros al m¨¢ster, sin apenas cirug¨ªa sonora. Se trataba de una apropiaci¨®n en toda regla: versiones desnudas, casi fantasmales, con la steel guitar como principal instrumento.???
Para contextualizar Shadows in the night, Dylan grab¨® el v?deo de The night we called it a day en clave de cine negro.
En aquellas sesiones de 2014, cont¨® el ingeniero Al Schmitt, se facturaron 23 temas. As¨ª que hubo recelos cuando sali¨® Fallen angels, en mayo de 2016. ?Eran 12 de las canciones que no hab¨ªan pasado el corte del disco anterior? El sentimiento general se podr¨ªa resumir como "vale, ya hemos pillado el chiste, pero ?no es hora de volver a las canciones propias?"; Tempest, el ¨²ltimo ¨¢lbum con material original, data de 2012.
Pues va a resultar que no. Triplicate insiste en la cantera de los standards interpretados por Sinatra. Ostenta, por lo que se ha filtrado, una portada francamente fea. El m¨¢ximo esfuerzo extramusical parece consistir en agrupar ese venerable cancionero en tres discos, titulados Hasta que caiga el sol, Mu?ecas diab¨®licas y Volviendo a casa tarde. Como si fueran nuevas entregas de su memorable programa radiof¨®nico, Theme Time Radio Hour.
Obviamente, nadie pretende negar a un Dylan ya septuagenario la libertad para editar lo que quiera. Su amigo Willie Nelson lleva d¨¦cadas confeccionando discos vertebrados a partir de un concepto; de hecho, su exquisito Stardust (1977) posiblemente fue el modelo de partida para estos, eh, "homenajes a Sinatra". Nelson y su productor, Booker T. Jones, demostraron la flexibilidad de aquellas joyas del llamado Great American Songbook: unas m¨²sicas urbanas que pod¨ªan caminar con botas y pantalones vaqueros.
No, ese no es el problema. La decepci¨®n, siempre impl¨ªcita, rara vez verbalizada, reside en que los dylanitas esperaban ansiosamente un mensaje del Maestro; puestos a desear, un ramillete de canciones para tiempos procelosos. Alg¨²n seguidor impertinente ha recordado que Dylan sac¨® en 1983 canciones que Donald Trump podr¨ªa aplaudir: la denuncia de la deslocalizaci¨®n que es Union sundown o la defensa de Israel titulada Neighborhood bully. En realidad, con un repertorio tan profundo y heterog¨¦neo como el de Dylan, se pueden localizar argumentos para cualquier ideolog¨ªa o religi¨®n.
Pero resulta in¨²til buscar motivaciones en el Dylan p¨²blico. A falta de declaraciones espec¨ªficas, pod¨ªa estar reaccionando burlonamente ante los superlativos que se derramaron sobre su faceta de poeta a partir del Nobel de Literatura. Urge volver a la primera ley del Mundo Dylan: ¡°nunca hace lo que se espera de ¨¦l¡±.
Babelia
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